BRASIL: Agrotóxicos aumentan suicidio entre agricultores

Un número indeterminado de suicidios, atribuidos a productos organofosforados usados en el cultivo de tabaco, se debe agregar a las 10.000 muertes ocurridas cada año a causa de agrotóxicos en Brasil, según un grupo de investigadores.

Técnicos del Ministerio de Salud de Brasil estimaron que unas 300.000 personas por año se intoxican debido al uso inadecuado de plaguicuidas agrícolas y uno de cada 30 afectados muere.

Los casos de intoxicación oficialmente registrados se limitan a 6.000, pero la Organización Mundial de Salud recomienda multiplicar esa suma por 50 para tener el número real, pues la gran mayoría de los accidentes no es notificada, dijo el jefe de Salud y Ecología Humana del Ministerio de Salud, Alfredo Benato.

Las familias que cultivan tabaco en el sur de Brasil viven una situación particular. Allí, la tasa de suicidios es de 30 por 100.000 habitantes, ante un promedio nacional de dos por 100.000, según el Grupo Interdisciplinario de Investigación y Acción en Agricultura y Salud (Gipaas).

Venancio Aires, un municipio de 57.000 habitantes, presenta la mayor tasa de suicidios: 37 por 100.000 en 1995, o 21 casos en un año. El hecho se explicaría por el aumento del uso de agrotóxicos en 1995, determinado a su vez por la mayor incidencia de plagas en el tabaco, de acuerdo con un estudio del Gipaas.

El secretario municipal de Salud de Venancio Aires, Edson Fantini Dutra, cuestionó la divulgación de resultados "provisionales, no concluyentes" de un estudio que "ignoró otros factores, como el étnico, el socioeconómico y la predisposición hereditaria".

En ese municipio, como en toda la región tabacalera del sur, residen muchos inmigrantes alemanes y sus descendientes. Se trata de caucásicos con mayor tendencia al suicidio, argumentó Dutra.

"Hay otros municipios con muchos alemanes y sin tabaco ni agrotóxicos, pero con índices similares" de suicidio, dijo Dutra, médico de profesión.

El funcionario agregó que la tasa de suicidios de Venancio Aires fue en realidad de 18 por 100.000, casi igual a la de Lajeado, un municipio también de población germánica y no dedicado al tabaco, cuya economía se basa en la extracción de piedras semipreciosas.

El estudio del Gipaas sólo señaló una "probable" relación entre el uso de agrotóxicos y los suicidios y la necesidad de profundizar la investigación, destacó Dutra.

El Gipaas reconoció el carácter preliminar de su estudio y admitió que muchos factores, como el económico, el cultural, la salud mental y fisica conducen al suicidio.

Pero "los indicios objetivos favorecen la hipótesis de que los agrotóxicos contribuyen al alto índice de suicidios en la región tabacalera", afirmó José Werner Falk, profesor de medicina de la Universidad Federal de Río Grande do Sul y miembro del grupo.

En aquella zona también se suicidan negros, cultural y étnicamente muy lejanos de los caucásicos. Y la ola de suicidios acompaña toda la expansión de productos que se cultivan con muchos agrotóxicos, como la soja, lo cual deja claro que estos químicos son "factores de riesgo", argumentó.

Los números hablan por sí solos. El promedio de 30 suicidios por 100.000 contrasta con el índice nacional y también con el provincial, de ocho por 100.000, ya elevado por la incidencia de las cifras del área tabacalera, estimó Sebastiao Pinheiro, agrónomo que hace mucho encabeza el combate a los agrotóxicos.

Los insecticidas organofosforados "fueron inventados como arma de guerra en 1922" y eran utilizados entonces no para matar soldados sino para "ponerlos fuera de combate, enfermos y exigiendo tratamiento médico y antídotos caros" para provocar más daños que la simple muerte de enemigos, explicó Pinheiro.

Después pasaron a ser aplicados en la agricultura sin que se eliminara el riesgo de lesiones neurológicas, como las que provocan tic nervioso, pérdida de memoria y, con frecuentemente, la depresión que conduce al suicdio, dijo.

El gas sarín, utilizado en un atentado contra el tren subterráneo en Tokio, es una sustancia fosforada, recordó. Su inspiración mató apenas a una docena de personas, pero afectó a unas 10.000 personas que, dijo, "necesitarán diez años de tratamiento y mucha atención para evitar suicidios".

Un problema similar es el que que enfrentan los 30.000 soldados estadounidenses expuestos al gas VX, 150 veces peor que el sarín y arrojado por la explosión de una fábrica en el Golfo durante la guerra contra Iraq. Ahora empiezan los suicidios, sostuvo Pinheiro.

Estudios en Estados Unidos, América Central, Chile y otros países revelan la relación entre insecticidas fosforados, depresión y suicidios, afirmó el experto. También las provincias del norte de Argentina donde se produce tabaco, especialmente el Chaco, se registran más suicidios que en otras regiones.

En Santa Catarina, otro estado del sur de Brasil, aumentan los índices de suicidio en áreas tabacaleras pobladas por inmigrantes italianos, concluyó Pinheiro, que promueve hace 15 años una campaña de sustitución de agrotóxicos por fertilizantes orgánicos y naturales. (FIN/IPS/mo/ff-mj/he en/96

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