CUMBRE APEC: Líderes reconocerán resurgimiento de Filipinas

La cumbre este lunes del foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en la ex base naval estadounidense de Subic Bay, Filipinas, pondrá finalmente el sello de aprobación a la impresionante recuperación económica del país anfitrión y a la estabilidad de su sistema político.

Además de procurar acciones concretas de liberalización del comercio, los líderes de la región expresarán su apoyo a Filipinas, literalmente resurgida de las cenizas en los últimos cinco años,tras la devastadora erupción del volcán Monte Pinatubo y el retiro de dos grandes bases militares estadounidenses.

En 1992, cuando la bandera estadounidense fue arriada por última vez en Subic Bay, en el norte de Manila, y en la base aérea de Clark, muchos pensaron que la pérdida de empleos y del contrato de arrendamiento de los territorios terminaría de arruinar la economía nacional.

No faltaban razones: el país había sido saqueado durante las dos décadas de dictadura de Ferdinand Marcos, y el régimen democrático encabezado por Corazón Aquino era constantemente amenazado por ambiciosos militares que lograron ahuyentar a los inversores extranjeros con sus intentos de golpes de Estado.

Pero Filipinas no sólo se recuperó, sino que prosperó más allá de lo que los analistas financieros creían posible. El retiro de Estados Unidos otorgó un nuevo sentido de independencia e identidad a los filipinos, acostumbrados a ser tratados como un hermano menor de ese país al otro lado del Pacífico.

La recuperación de Subic Bay de la devastación volcánica y económica simbolizó el comienzo de la transformación del país en un "tigre", término reservado a las naciones del este y sudeste asiático que registran anualmente un enorme crecimiento económico.

El producto nacional bruto creció siete por ciento este año, la tasa de inflación disminuyó, la inversión extranjera creció de forma impresionante y los ingresos por concepto de exportaciones también.

Los indicadores parecen demasiado buenos para ser reales, y sin embargo lo son, y han hecho tragarse sus palabras a algunos críticos de la democracia filipina, como el ex primer ministro de Singapur, Lee Kuan Yew, quien hace tres años dijo que los filipinos necesitaban menos democracia y más disciplina.

Los detractores de Lee en Filipinas y en el extranjero no pueden ocultar su júbilo, y seguramente utilizarán la cumbre de APEC para demostrárselo a los autócratas participantes del encuentro.

El milagro económico del este y sudeste asiático otorgó fuerza al argumento de países como Singapur, Malasia, Indonesia y China, cuyos gobiernos sostienen que la limitación de las libertades políticas e individuales constituye un prerrequisito para el rápido progreso económico.

No es coincidencia que los exponentes de estos "valores asiáticos" sean regímenes autoritarios, que utilizan tales argumentos para reprimir la oposición y censurar a la prensa local.

Aun cuando autocracias militares como la de Taiwán y Corea del Sur se convirtieron en regímenes democráticos hace tres años, la doctrina de la "disciplina para el crecimiento" continuó siendo respetada.

Ahora, Filipinas se ha transformado en el último modelo del enfrentamiento entre valores asiáticos y occidentales, y obtiene el elogio de medios de prensa extranjeros.

"El asiático enfermo de ayer goza hoy de excelente salud, y sin la ayuda de un gobierno autocrático", publicó The Economist, mientras la revista Newsweek observó que "los filipinos, que antes se desesperaban por la pobreza y la corrupción de su país, piensan ahora en convertirse en el próximo tigre de Asia".

Los periódicos de Manila reprodujeron éstos y otros editoriales de felicitación mientras los líderes se reunían en la capital este fin de semana, sin poder ocultar su orgullo porque su país finalmente es tomado en serio.

La presencia en Filipinas de 18 jefes de Estado y sus delegaciones, así como de más de 500 empresarios de la región, ofrece al presidente Fidel Ramos una oportunidad ideal para exponer sus logros y tratar de conseguir nuevas inversiones.

Pero no todo es color de rosa. Muchos filipinos dudan que el ingreso al libre comercio beneficie a los miembros más débiles del bloque comercial, y los agricultores en particular temen que sólo favorezca los cultivos lucrativos, que los han desplazado de las mejores tierras.

Pese a los seis años de democracia, en la política filipina aún predomina el favoritismo. La mayor parte de los legisladores son grandes terratenientes u oligarcas tradicionales, que nunca aprobarían una reforma agraria.

Si bien la inversión extranjera aumentó significativamente, no lo hizo en industrias de mano de obra intensiva, lo cual habría creado suficientes empleos para impedir la emigración de cuatro millones de filipinos en busca de trabajo.

"A pesar de la consolidación de las instituciones democráticas, varios sectores de la sociedad permanecen al margen del progreso económico, y fuerzas indudablemente antidemocráticas gobiernan muchas localidades", destacó el analista filipino Paul Hutchcroft en la publicación Asia Society. (FIN/IPS/tra-en/kd/cpg/ml/ip-if/96

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