SUDAFRICA: Mujeres denuncian abusos sufridos por el apartheid

Mujeres que sufrieron violaciones y torturas o perdieron familiares durante el apartheid de Sudáfrica comenzaron esta semana a denunciar los crímenes ante la Comisión por la Verdad y la Reconciliación, que investiga las violaciones a los derechos humanos del anterior régimen.

Los guardias de las prisiones solían divertirse viendo cómo corría el flujo menstrual por las piernas de las prisioneras hasta que se coagulaba, mientras ellos les negaban toallas sanitarias.

"Como mujer, temía el comienzo del período menstrual porque los interrogadores lo convertían en algo público. Tenía que pedirles las toallas sanitarias y me obligaban a mantenerme en pie por tiempo interminable como castigo", manifestó Joyce Sikhakhane- Rankin.

"La sensación y el olor de la sangre pegajosa nos recordaba la inminente muerte a manos de los torturadores", declaró la ex periodista y prisionera política ante la audiencia especial de la Comisión sobre las mujeres.

Mientras el país investigaba las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el apartheid, los crímenes contra las mujeres no eran indagados en forma específica.

Sin embargo, la maquinaria del apartheid persiguió con especial saña a las mujeres por su participación en la lucha por la democracia o como instrumento de presión contra sus parejas o familiares masculinos.

La división especial que detenía a los activistas estaba dominada por hombres blancos armados que no sentían respeto hacia las mujeres negras.

Sikhakhane fue detenida al amanecer del 12 de mayo de 1969, acusada de terrorismo por su trabajo de investigación periodística en un diario matutino de Johannesburgo y por la asistencia educativa y social que brindaba a prisioneros políticos y sus familias.

Los 16 meses que pasó en la cárcel aún la persiguen. "Pasaron 26 años desde que fui sometida a la tortura enloquecedora de la policía de seguridad del apartheid, y sin embargo, a menudo me hallo otra vez en la celda, preparada para quitarme la vida sin razón alguna", declaró.

"Odio cuando mi mente evoca esos momentos terribles, pero lo hace por sí sola, porque las torturas fueron orquestadas para destruirme", acusó Sikhakhane.

El parlamento creó la Comisión en 1995 para que la población tuviera la oportunidad de denunciar las violaciones a los derechos humanos sufridas entre marzo de 1960 y diciembre de 1993. El órgano también tiene la facultad de amnistiar a quienes cometieron abusos por razones políticas.

Las activistas afirman que, cuando no se distingue entre hombres y mujeres, las experiencias de aquéllos se convierten en la norma. Este enfoque neutro discrimina a las mujeres, ya que omite sus vivencias en épocas conflictivas.

Sudáfrica firmó y ratificó la Convención para la Eliminación de Toda Forma de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW), que exige a los estados signatarios que no perjudiquen o invaliden el reconocimiento de libertades básicas.

Los países "establecerán la protección legal de los derechos de las mujeres en igualdad de condiciones con los hombres y asegurarán, a través de los tribunales nacionales competentes y otras instituciones, la protección efectiva de las mujeres contra todo acto de discriminación", establece la Convención.

Al avanzar el trabajo de la Comisión, "quedó claro que las mujeres necesitan una plataforma especial que les otorgue seguridad para explorar incidentes de violación de derechos humanos específicos de su género", dijo la presidenta de las sesiones especiales, Hlengiwe Mkhize.

Nozibonelo Mxathule relató cómo había sido detenida, atacada y prácticamente violada por la policía. La periodista Jubie Mayet, viuda y madre de ocho hijos, fue detenida y proscripta, lo que la obligó a conseguir trabajos irregulares y con bajo salario.

Lita Mazibuko, activista del Congreso Nacional Africano, fue violada nueve veces por un compañero de la organización que tenía edad suficiente para ser su hijo. Luego fue violada nuevamente por otro hombre que mutiló sus genitales con un cuchillo.

El CNA, el actual partido de gobierno, simplemente la remitió de vuelta a uno de sus atacantes cuando denunció los abusos, según Mazibuko.

Lephina Thobela relató como perdió a su esposo y sus dos hijas tras el bombardeo de su casa.

Tras ser liberadas, las jóvenes con frecuencia descubrían que habían quedado embarazadas a causa de las violaciones de los guardias. Nada puede compararse a la deshumanización de tener un hijo del "enemigo", expresó una denunciante ante la Comisión.

"Cuando la gente nos ve por la calle, no sabe lo mal que nos sentimos por dentro", dijo Deborah Matshoba, cuyo matrimonio no pudo resistir sus largas ausencias mientras estaba en prisión.

El país necesita un órgano especial de paz, aparte de la Comisión de Género, para tratar ese tipo de necesidades de las mujeres, sugirió Sheila Meintjies, del Centro para Estudios Jurídicos Aplicados.

"Las mujeres necesitan un lugar seguro donde puedan expresarse y sepan que hay redes de seguridad que las sostendrán cuando el dolor las haga caer", dijo Meintjies, y señaló que aún quedan muchas mujeres por declarar ante la Comisión. (FIN/IPS/tra- en/gm/pm/aq-ml/hd/97

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