ARGENTINA: Deuda externa crece pero es "manejable"

Durante su gobierno, el presidente argentino Carlos Menem privatizó empresas públicas por casi 30.000 millones de dólares. Sin embargo, la deuda pública se duplicó y ahora constituye la principal vulnerabilidad económica ante la crisis financiera internacional.

En diálogo con IPS, el economista Roberto Feletti sostuvo que la deuda argentina, que ya supera los 120.000 millones de dólares, es "manejable" porque la mayor parte de los vencimientos son de largo plazo.

Pero advirtió que se trata de un talón de Aquiles del modelo.

Feletti consideró que la situación argentina es "más holgada" que la de Brasil, donde la deuda pública total ronda los 265.000 millones de dólares, con fuertes vencimientos de la deuda interna de corto plazo para este año.

Brasil debe cancelar 133.000 millones de dólares en 1998.

El economista Guillermo Calvo, que previó la crisis fiannciera mexicana de 1995, también coincidió en que Brasil tiene una deuda de corto plazo que es alta en relación a sus reservas, y que ese no es el caso de Argentina, que reestructuró su deuda con plazos más largos.

No obstante, Calvo señaló que pese a que Argentina logró "alargar considerablemente la madurez" de su deuda pública, acumuló "vencimientos importantes" para este año, que no es el mejor para pedir prestado.

Argentina debe obtener en 1998 unos 18.000 millones de dólares para cumplir compromisos externos en un marco internacional de restricción y encarecimiento crediticio por la crisis financiera que se desató en Asia a mediados de 1997.

El monto que se necesita es alto si se considera que el presupuesto nacional para 1998 es de poco más de 48.000 millones de dólares.

Los próximos años no serán de mayor desahogo. Para 1999 se deben conseguir 14.000 millones de dólares, una cifra similar en el 2000 y más de 12.000 millones en el 2001.

El Ministerio de Economía elevó al Fondo Monetario Internacional una carta de intención para obtener un crédito de 2.800 millones de dólares, de los cuales 2.000 quedarán para afrontar eventuales crisis.

En ese acuerdo, el gobierno argentino se comprometió a mantener las tasas de crecimiento en torno a cinco por ciento en los próximos años, a reducir el déficit comercial y fiscal, y a cancelar intereses de la deuda.

Sin embargo, los pronósticos de los analistas económicos son menos optimistas que los compromisos asumidos por el gobierno. Para algunos el crecimiento podría ser menor al esperado, la recaudación más baja, y por lo tanto el déficit fiscal a compensar sería mayor al previsto.

Ese escenario significa que cada año el gobierno deberá conseguir más dinero que el proyectado.

De hecho, el subsecretario de Financiamiento, Miguel Kiguel, admitió que desde que comenzó la crisis financiera en Asia, Argentina tuvo un sobrecosto de 65 millones para colocar deuda.

Las altas tasas de interés en el mercado, la desconfianza de los prestamistas, y las limitaciones de la convertibilidad argentina para emitir moneda como forma de neutralizar sus déficit, dificultan las gestiones de las autoridades para obtener fondos.

El último año, el déficit fiscal no superó tres por ciento del producto interno bruto y el compromiso del gobierno es bajarlo aún más.

"Es un déficit manejable siempre y cuando no se frene el flujo de fondos internacionales en los próximos años", dijo Feletti.

Cuando Menem asumió, en 1989, la deuda pública argentina rondaba los 57.000 millones de dólares. La mayor parte de ese pasivo correspondía a los bancos privados. En 1992 las acreencias ya llegaban a 76.400 millones de dólares por la consolidación de la deuda interna.

Según Feletti, el crecimiento de la deuda está asociado directamente a la necesidad de financiar el desequilibrio en las cuentas públicas que hasta 1991 se compensaba con emisión monetaria.

En 1993 se puso en marcha el Plan Brady, por el cual se reestructuró casi la totalidad de la deuda externa con la banca privada -30.000 millones de dólares- a 30 años, con una quita de 2.000 millones.

Los títulos, que cotizaban a 30 por ciento de su valor nominal en el mercado financiero, se revalúan a 100 por ciento, y se regulariza el plazo de pago de los intereses. También, como otro efecto del Plan, Argentina accede nuevamente al mercado mundial de crédito.

Con los bonos revaluados, los bancos intervinieron activamente en los planes de privatización de empresas públicas, en los que se incorporó la modalidad de la capitalización de deuda, es decir que parte de la compra podía realizarse con los nuevos papeles en manos de los acreedores.

No obstante, desde entonces la deuda externa pública aumentó hasta casi 90.000 millones, y la deuda privada, que era de 8.000 millones hace cinco años, creció a 33.000 millones de dólares.

La abundancia de liquidez hasta la crisis permitió a empresas y al sector público endeudarse a bajo costo. La misma tendencia ocurrió en los países de América Latina que reestructuraron su deuda.

Entre 1982 y 1997, la deuda de la región pasó de 275 a 610.000 millones de dólares.

Feletti remarcó que la deuda argentina, a diferencia de la de Brasil, está reestructurada a largo plazo en su mayor parte. Pero, como contracara, de ahora en más la ayuda financiera estará condicionada a mayor ajuste fiscal, mayor recaudación, cesantías y ajuste en las provincias. (FIN/IPS/mv/dg/if/98

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