TAILANDIA: Crece tensión entre gobierno y Fuerzas Armadas

Los planes del gobierno de Tailandia de reestructurar las Fuerzas Armadas y reducir el gasto militar llevaron a nuevos enfrentamientos con las jerarquías castrenses.

Los rumores de golpe militar habían desaparecido del mapa político de Tailandia hasta que una explosión en Bangkok, seguida de una serie de amenazas de bomba en varias ciudades del país, pusieron fin a la calma.

La explosión tuvo lugar en diciembre en la sede del Partido Demócrata, dirigido por el primer ministro Chuan Leekpai, quien también ocupa el cargo de ministro de Defensa y es responsable de implementar una serie de reformas en el ejército.

Las amenazas de bomba se repitieron durante este mes.

Mientras la policía sigue intentando determinar quién es el responsable de los incidentes, el hecho de que el propio ejército esté bajo sospecha es ilustrativo de la actitud de desconfianza frente a una institución que otrora dominaba la vida política tailandesa.

Los golpes de Estado se han sucedido desde 1932, fecha en que tuvo lugar el primero, que cambió el sistema de una monarquía absoluta a una constitucional.

El punto de inflexión en las relaciones cívico-militares se produjo durante la violenta resistencia civil de mayo de 1992, que terminó con una dictadura castrense encabezada por un Consejo de Pacificación Nacional.

Ese Consejo había accedido al poder en 1991 tras arrestar al entonces primer ministro, Chatichai Choonhavan, y a sus asesores en momentos en que éstos estaban a punto de despegar en un avión en el aeropuerto de Don Muang.

Desde 1992 el ejército se retiró de la política y renunció al control que ejercía sobre algunas empresas estatales.

La actual tensión entre el gobierno civil y las Fuerzas Armadas tiene como centro las reformas que se implementarán.

Los militares que sostienen que estos cambios menoscabarían la responsabilidad del Ejército en materia de seguridad nacional.

Al igual que cualquier organismo de gobierno, el ejército se ve afectado por la peor crisis financiera del país en décadas.

"Hay algunos puntos que podrían crear problemas mayores entre los políticos y los militares", advirtió Surachat Bamrungsuk, experto en materia de defensa del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Chulalongkorn.

"Primero está el recorte prespuestal. El hecho de que fue la crisis económica lo que condujo a este plan plantea la pregunta del ejército de qué es lo que el país espera de él. Es decir, qué tipo de poder militar es el que el país pretende", dijo.

El primer ministro exige a la institución militar que rinda cuentas del dinero gastado desde hace diez años. El Ejército gozó durante años de total autonomía en materia de gastos en razón de la existencia de un "presupuesto secreto".

Como ministro de Defensa, Chuan también planea recortar el gasto militar, incluyendo beneficios sociales para los soldados de menor rango.

Surachat afirma que el tema principal no es si los militares logran adaptarse a un escenario en el que carecerán de poder político sino la forma en que los líderes civiles trabajarán con la cúpula militar para determinar los cambios que deberán implementarse y la forma en que deberán llevarse a cabo.

A ojos de Surachat, el ejército puede aceptar cambios, pero los políticos deberán antes realizar las consultas correspondientes.

"El plan de reconstrucción del Ministerio de Defensa, que implicará una serie de cambios dentro de cada institución militar, es un tema sensible. Ambas partes necesitan ponerse de acuerdo", señaló.

Surachat agregó que la democratización del país en los últimos 25 años cambió la ecuación política, y que ya no es posible que el Ejército controle la política como en los viejos tiempos.

El hecho de que Tailandia haya sufrido grandes levantamientos contra el gobierno militar desde 1973 hasta 1992 prueba que esos gobernantes militares no duraron tanto como los que dirigieron el país antes de 1973.

"Esto significa que los regímenes militares no permanecen demasiado tiempo en el poder luego de introducirse los cambios", comentó Surachat.

"Hay nuevas señales que sugieren que los militares están reduciendo su protagonismo político", observó, citando casos de uniformados que renunciaron a sus bancas en el Senado y al directorio de empresas públicas.

En 1998, una nueva Constitución introdujo leyes que significan nuevos derechos para la población tailandesa, la definición de un marco político diferente y la limitación del poder del Ejército.

"Hoy disponemos de una ley de libertad de información que permite a la población solicitar información ante los organismos de gobierno, lo cual supondrá mayor transparencia dentro de las instituciones militares", explicó Surachat.

Pese a las amenazas de bomba y los rumores de golpe de Estado el analista estima que el Ejército se verá obligado a retirarse de la escena política.

"El sistema parlamentario es actualmente víctima de duras críticas, pero ello no significa que exista una demanda de injerencia militar", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/ap-ip/pd/js/mvf-dg/ip/99

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