(Arte y Cultura) LIBANO: Festivales de música reviven esplendor pasado

Líbano celebra desde el día 9 dos festivales culturales en las ciudades de Baalbeck y Beiteddine, que en la época de esplendor de este país contaron con la presencia de nombres como Ella Fitzgerald, Miles Davis y el ballet Bolshoi de Moscú.

Quizá el más impactante de los lugares elegidos como escenario para los artistas es el Templo de Júpiter, en Baalbeck, donde la violinista Vanessa Mae interpretó el día 17 su primer concierto en Medio Oriente ante un público de 4.000 personas.

El Templo de Júpiter ostenta las seis columnas más grandes del mundo, y el Templo de Baco, aunque más pequeño, supera en amplitud al Partenón de Atenas y es una de las construcciones romanas mejor conservadas.

Así como los templos fueron el símbolo de la grandeza romana, el festival de Baalbeck, que comenzó en 1955, reflejaba la época de esplendor de Líbano, al que sus gobernantes calificaban de la Suiza de Oriente.

Nombres famosos como la cantante Ella Fitzgerald, el trompetista Miles Davis y el prestigioso ballet Bolshoi de Rusia actuaron en el festival, que se suspendió durante la guerra civil (1975-1990) de este país.

Se reanudó en 1997, y sus organizadores ahora intentan atraer a grandes nombres de la lírica y de la música clásica para brindar un espectáculo de gran prestigio internacional y para que los turistas olviden las difíciles condiciones de vida en la región.

"Este año realizamos un gran esfuerzo para mejorar los sistemas de sonido e iluminación porque tuvimos algunos problemas en las ediciones anteriores", declaró Maya Malabi, funcionaria de prensa de la comisión organizadora.

También hubo problemas financieros que llevaron a los organizadores a buscar patrocinantes por primera vez este año. Hasta ahora, el festival era financiado por el gobierno, que prohibía la publicidad. Sin embargo, la realidad económica impuso el cambio.

"Este año esperamos tener menos pérdidas que el anterior", dijo Malabi, ya que en 1998 el déficit fue de 700.000 dólares.

Ambas festivales pretenden ofrecer música local, regional e internacional. Baalbeck también incluye al folclore libanés. En el marco del espectáculo también se celebran exposiciones de pintura o fotografía.

Este año, el énfasis de Baalbeck está puesto en el cantante francés Charles Aznavour, muy querido por el público libanés. El año pasado estuvo marcado por el retorno de Feoruz, un renombrado cantante de este país.

A Baalbeck también regresó el músico de jazz Rabih Abu Khalil, quien dejó Líbano en 1978 y nunca más tocó en su patria. El artista realizó 13 discos compactos y el último, "Yara", figuró en tercer lugar en la lista de éxito de Alemania en marzo.

En el festival de Beiteddine, que comenzó en 1987, en plena guerra civil, la calidad y diversidad del programa han hecho que sea cada vez más popular entre el público libanés y los turistas extranjeros.

"Fue un desafío realizar el festival entonces, pero necesitábamos sacarnos la guerra de la cabeza. Líbano fue siempre un centro cultural en el área, debemos perpetuar esto y contribuir con algo para nuestro país", declaró la directora del comité ejecutivo del espectáculo, Nora Jumblatt.

Jumblatt es la esposa del líder druso Walid Jumblatt, cuyas milicias controlaron las montañas de Shouf, al sudeste de Beirut, durante la guerra.

En 1994, Beiteddine recibió a renombrados artistas internacionales, presentando una mezcla de libaneses, árabes y occidentales en sus espectáculos. El tenor italiano Andrea Bocelli fue la joya del festival de 1998, pero este año esa joya resulta difícil de identificar.

Con la actuación del conjunto de percusión British Stomp, con danzas y comedia, o el músico de jazz-rock John McLaughlin, Beiteddine atrae más que Baalbeck al público joven.

La música clásica también figura en el programa, con la ópera Kirov de San Petersburgo, dirigida por Valery Gergiev, que interpretará piezas rusas y la ópera "La Forza del Destino", de Giuseppe Verdi.

"Algunos espectáculos nos cuestan más que otros, pero tratamos de equilibrarlos. Algunas veces, no lo conseguimos, pero no importa. Los patrocinantes ayudan mucho. Sin embargo, no compensamos vendiendo entradas costosas porque la cultura debe ser accesible a todos", declaró Jumblatt.

El precio de las entradas varía de 20 dólares a 200. Baalbeck también ofrece paseos en autobús a lugares históricos por cinco dólares.

La música Sufi siempre figura en el programa de Beiteddine y este año tiene prevista la actuación del espectáculo al-Qawwali, el más famoso después del extinto Kazem el Saher. El aporte iraquí lo hará el cantante Kazem el Saher.

"Hace algunos años, (el tenor español) Plácido Domingo no se mostró interesado en venir a Líbano, pero ahora figura en nuestro programa, lo cual demuestra que nuestro país está de nuevo en el mapa cultural", apuntó Jumblatt. (FIN/IPS/tra-en/kg/ak/ego/aq/cr/99

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