BRASIL: Murió Helder Cámara, el obispo de los pobres

Con la muerte del obispo brasileño Helder Cámara, que fue sepultado hoy en la nororiental localidad de Olinda, los pobres perdieron a uno de sus grandes defensores, y la Iglesia Católica latinoamericana a uno de sus transformadores.

Cámara, afiliado a la corriente progresista del clero brasileño y a la "opción preferencial por los pobres", murió el viernes de noche a los 90 años, de una insuficiencia respiratoria.

Sacerdote desde 1931, participó en la fundación y dirección de la Conferencia Episcopal de Brasil y en la de América Latina en los años 50 y 60, cuando también se destacó por su acción en favor de los pobres como obispo auxiliar de Río de Janeiro.

También impulsó la organización de las Comunidades Eclesiásticas de Base, un amplio movimiento de acercamiento de la Iglesia Católica a la población, a sus problemas y reclamos.

En 1964 fué promovido a arzobispo de Olinda y Recife, en el estado de Pernambuco, una función que cumplió hasta 1985, cuando tuvo que dejar la dirección de esa arquidiócesis por alcanzar la edad reglamentaria de 75 años.

El papa Juan Pablo II lo llamó "hermano de los pobres" en una de sus visitas a Brasil. Radio Vaticano comunicó su muerte, calificándolo de defensor de los pobres, de los derechos humanos y de la reforma agraria.

Sus ideas tuvieron influencia internacional y "contribuyeron a la actualización de la doctrina social de la Iglesia", declaró el vicepresidente brasileño Marco Maciel que, como líder político y gobernador de Pernambuco, conoció a Cámara.

La actuación del obispo, sin embargo, no siempre tuvo la aprobación del Vaticano, que no le concedió la jerarquía de cardenal. Luego del retiro de Cámara, las autoridades eclesiásticas intentaron modificar la orientacin y las estructuras que éste había implantado en la Arquidiócesis de Olinda y Recife.

Cámara se enfrentó al régimen militar impuesto de 1964 a 1985 y su nombre figuró en las listas de "subversivos" de los militares, por su permanente combate contra la desigualdad social y contra la represión política.

"Si doy alimento a los pobres, me dicen santo, pero si pregunto por qué éstos no tienen comida, me acusan de comunista", señaló, al sufrir las primeras presiones de la dictadura militar.

Propuesto al premio Nobel de la Paz a principios de los años 70 por el episcopado de Alemania Federal, su candidatura fue resistida por los militares brasileños, que no podían tolerar una mayor repercusión internacional de su voz.

Se le prohibió impartir conferencias y conceder entrevistas en Brasil, y la censura oficial obligó a la prensa a dejarlo fuera de sus noticias durante muchos años. Era entonces escuchado en el exterior, donde denunciaba las torturas y violaciones de los derechos humanos en el país.

Tras su retiro, continuó viviendo humildemente en Olinda, como un referente de una iglesia preocupada por la miseria dominante en el país, principalmente en el nordeste.

"Fue un hombre bendecido, que dedicó su vida al ecumenismo, a los derechos humanos y a la lucha por la paz y la solidaridad", dice una nota del presidente Fernando Henrique Cardoso.

La Conferencia Nacional de Obispos de Brasil llamó a "recordar y asumir su herencia espiritual y humana, sobre todo su gran anhelo por un milenio sin hambre". (FIN/IPS/mo/ff/cr/99

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