EEUU: La homosexualidad divide a los cristianos

Las iglesias de Estados Unidos discuten si el cristianismo puede aceptar a la homosexualidad, tema que dividió congregaciones y causó la expulsión de varios disidentes de órdenes religiosas.

El mes pasado, el Vaticano ordenó a dos integrantes del clero católico de Estados Unidos, monseñor Roger Nugent y la hermana Jeannine Gramick, que pusieran fin a un sacerdocio nacional para gays y lesbianas.

El Vaticano argumentó que el trabajo de los dos se apartó de las enseñanzas de la Iglesia, que sostienen que la homosexualidad es intrínsecamente "mala", y les prohibió desempeñar cargos religiosos.

Otro sacerdote católico, Jim Callan, fue suspendido de su cargo y cientos de sus seguidores fueron excomulgados por establecer una nueva iglesia en la que Callan impartió el sacerdocio a homosexuales que le había costado una suspensión inicial.

El enfrentamiento tiene lugar entre el movimiento "gay cristiano", una coalición de conservadores religiosos y el "movimiento de ex homosexuales", una federación de clérigos cristianos que considera la homosexualidad como un pecado y una enfermedad psicológica que se puede curar.

El movimiento gay cristiano, encabezado por grupos cristianos progresistas, pidió a todas las iglesias que reevalúen su posición sobre la homosexualidad y se "reconcilien" o explícitamente acepten a hombres y mujeres homosexuales como miembros completos.

"Las enseñanzas de la Iglesia no son, y nunca lo fueron, infalibles, definitivas o inmutables", dijo Janet McFadden de Llamado a la Acción, una organización nacional de 19.000 legos y miembros del clero que apoyan los cambios.

"Esas enseñanzas cambiaron a medida que la sociedad cambió. Los cambios en la posición de la Iglesia sobre la usura, la esclavitud y Galileo lo confirman", agregó.

El movimiento gay cristiano se originó a fines de los años 60 con la Hermandad Universal de Iglesias Comunitarias Metropolitanas (UFMCC) y Dignidad/EEUU, que ofrecían servicios para homosexuales rechazados por las congregaciones religiosas en las que habían crecido.

"Para muchos homosexuales, esta fue la primera oportunidad de apreciar cosas que los heterosexuales daban por sentado", recuerda Gregory Mann, miembro de la UFMCC.

"Ir a la iglesia con la persona que amas, celebrar tu relación ante los ojos de tu dios y tu comunidad y saber que la misma comunidad estaría allí para ti cuando llegara el tiempo de llorarte", agregó.

A comienzos de los años 90, ambos grupos se aliaron con Pares en la Fe, una coalición de más de 30 grupos de homosexuales basados en la fe, y comenzaron a realizar una campaña por la inclusión de los homosexuales en la Iglesia.

A medida que aumentaba la cantidad de grupos cristianos de homosexuales, sufrieron una violenta reacción religiosa. En 1992, el Vaticano las señaló como organizaciones especialmente peligrosas que necesitaban ser silenciadas.

En los años 90 también proliferaron los clérigos ex homosexuales.

A pesar de su alianza actual con los conservadores, los ex homosexuales en la Iglesia eran considerados progresistas cuando surgieron por primera vez a comienzos de los años 70, porque se negaban a aliarse con clérigos que rechazaban a los gays.

"Muchos cristianos creen equivocadamente que para oponerse a la homosexualidad deben rechazar a la persona", dijo Bob Davies de Exodo Internacional, una coalición de alrededor de 100 organizaciones que supuestamente "cura" la homosexualidad.

"Debemos amar incondicionalmente a la persona y a su vez tomar una posición amable y cariñosa contra su comportamiento", manifestó.

El diálogo entre los dos movimientos ocasionó enfrentamientos en asambleas de la iglesia, durante sermones o discursos universitarios, en los que el orador se encontraba con frecuencia en un diálogo no buscado con los manifestantes, y en comunicados de prensa en los que se criticaban mutuamente.

"Es el tema que está separando a las iglesias", dijo el reverendo Curt Cadorette, un profesor de religión de la Universidad de Rochester. "Hay campos de batalla en cada lado. Es una conversación muy poco civilizada".

La brecha se agrandó en los últimos meses.

En marzo, se inició un proceso disciplinario contra 69 ministros metodistas por bendecir a una pareja lesbiana, y en junio, la Asamblea General Presbiteriana presentó cargos contra iglesias en los estados de Oregon, Minesota, y Nueva York por aceptar homosexuales como miembros de sus congregaciones, una acción que podría llevar a su expulsión.

"Se trata de algo muy complicado", dijo Cadorette. "Los cismas no son tomados con ligereza por ninguna congregación religiosa y sólo ocurren cuando las diferencias son tan irreconciliables que la separación es inevitable. Generalmente se hace lo imposible para evitar una separación oficial".

No obstante, la expulsión de dos iglesias por la Convención Bautista del Sur porque permitían uniones entre personas del mismo sexo, y una nueva regla que requiere que todas las iglesias bautistas se opongan a la homosexualidad llevaron a los progresistas a crear la Asociación Cooperativa Bautista (CBF).

"Para nosotros, la oposición a la homosexualidad es una parte integral del mensaje cristiano, y cualquier iglesia que deja de predicar esto ya no está siguiendo la voluntad de Dios", dijo el ministro bautista Pillip Chaney.

La tendencia hacia el cisma de las congregaciones religiosas preocupa a muchos integrantes del clero que están de acuerdo con los reformistas, pero prefieren trabajar dentro de la Iglesia para cambiarla.

"Este tema parece ser más importante para ellos que estar unidos a la comunidad mayor", dijo el reverendo William Hemmings de la Iglesia de la Inmaculada Concepción.

"Lo que me sorprende es que mediante la separación en grupos pequeños, se están marginando y perdiendo eficacia para reformar a la Iglesia", comentó.

Otros opinan que las expulsiones y cismas son precisamente la clase de acciones drásticas necesarias para obligar a que haya un diálogo significativo sobre el tema.

"Siempre es trágico que una iglesia se divida, pero los últimos acontecimientos nos llevaron a pensar críticamente acerca de cómo se predica el evangelio", dijo Cadorette. "No sé de ningún tema que haya provocado cambios significativos que no haya incluido mucho dolor". (FIN/tra-en/ips/kc/mk/at/aq/hd-cr/99

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