PERU: Amapolas por coca, una ilegal sustitución de cultivos

El hallazgo de cultivos de amapola en las quebradas de Quishuar, en la sierra norte de Perú, hace prever que este país se convierta en fuerte exportador de opio y heroína, tras haber sido en el pasado el primer productor mundial de cocaína.

Un portavoz de la policía encargada de la represión del narcotráfico comentó a IPS que los cuatro campos con unas 3.000 plantas de amapola encontrados "no son una extensión significativa, pero sí es inquietante la calidad técnica y sus características".

Al parecer se estaría iniciando una fase de expansión programada del cultivo de amapola y producción ilegal de opio, que podría competir y tal vez desplazar a la de cocaína, agregó.

El principal problema en la materia que enfrenta hasta ahora el gobierno de Alberto Fujimori es el derivado de la coca, que trata de erradicar mediante un programa de sustitución de cultivos legales, como café, cacao, piña y palma aceitera, con relativo éxito hasta ahora.

La extensión sembrada de coca en Perú bajó de 125.000 hectáreas a unas 64.000, pero se presume que esa reducción obedece más a la crisis de mercado de la cocaína en Estados Unidos que al programa de cultivos alternativos.

Los narcotraficantes podrían tener mejor resultado con su propio proyecto de sustitución de cultivos de coca por el de amapola, de cuya flor se extraen el opio y la heroína.

La amapola utilizada para la producción de drogas es la variedad denominada "papaver somniferum" o "adormidera", cuyas flores son tan bellas como las inocentes variedades ornamentales que suelen sembrarse en los jardines, pero cuya semilla segrega un latex transformable en opio y heroína.

Los problemas de demanda que experimenta la cocaína en Estados Unidos indujeron a los traficantes de drogas a buscar nuevos mercados en Europa y Asia, donde existe predilección por la heroína y el opio.

Las organizaciones colombianas que manejan el tráfico de la cocaína producida en su país, Bolivia y Perú encontraron en sus nuevos circuitos comerciales europeos y asiáticos una nueva demanda, que se aprestaron a satisfacer y promover.

El cultivo de amapola ya se extendió en Colombia, se presume que también en Ecuador y ahora ingresa a Perú.

La policía peruana señaló que la plantación de amapola descubierta en Quishuar, en la provincia de Huari, confirma que algún grupo de narcotraficantes que opera en Perú ha concluido los trabajos de aclimatación de la amapola y pretende iniciar la fase productiva en gran escala de opio.

Quishuar, a 500 kilómetros al sur de las sierras de Cajamarca, es una zona nueva para la producción de amapola. En ese lugar campesinos sembraban "lechuga extranjera" antes del auge de la producción de coca.

En los últimos años parece haber retornado la producción de amapolas a las sierras de Cajamarca y se han iniciado cultivos ilegales de la flor en zonas de Amazonas. Entre 1996 y 1998 se decomisaron casi 11.000 plantas de amapola.

La diferencia entre las antiguas y pequeñas plantaciones de amapola que existían en Cajamarca, en general disimuladas entre cultivos legales, con las halladas en Quishuar es que éstas presentan un mayor grado de tecnificación y un cierto sentido industrial.

Los campos de amapola ubicados en las frías quebradas de Quishuar cuentan con un sistema de riego por goteo, y aparentemente sus agricultores vivían en carpas fácilmente desmontables, pues no fueron encontrados vestigios de chozas ni otro tipo de viviendas.

Los agricultores y cuidadores de las plantaciones no fueron encontrados y se presume que escaparon al ser alertados del arribo de la policía, que acompañaba a la fiscal de Huari, Gladys Diestra.

Ese hecho sugiere que la plantación pertenece a un grupo de relativa importancia, que suelen pagar informantes en la policía.

La fuente policial dijo que sus fuentes de información habían alertado que los narcotraficantes estaban buscando en Perú terrenos adecuados para sembrar amapola y realizando trabajos de adaptación de especies.

Por tal razón, la policía estima que en otras áreas de Huari y de provincias cercanas a las zonas productoras de coca, situadas en la selva norcentral, puedan existir más plantaciones de amapola, difíciles de ver desde los helicópteros de vigilancia porque se siembran en colinas neblinosas.

Las plantaciones experimentales de amapola en las zonas cocaleras no han dado resultado, pues en los climas templados o cálidos el latex tiene un bajo nivel opiáceo. Por ello, los narcotraficantes buscan las zonas frías y húmedas situadas a unos 800 metros sobre el nivel del mar.

Con procedimientos sencillos, menos costosos que la conversión de las hojas de coca en pasta básica de cocaína, una hectárea de amapola puede producir ocho kilogramos de latex de opio en bruto, que los narcotraficantes locales compran a 2.000 dólares el kilogramo.

Los procesadores colombianos pueden convertir 10 kilogramos de opio en un kilogramo de morfina, que, a su vez, es transformado en un kilogramo de heroína, cuyo precio en Europa o Estados Unidos supera los 100.000 dólares. (FIN/IPS/al/dm/ip/99

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