ARGENTINA-URUGUAY: Los jóvenes, con menos empleo y más pobres

Los jóvenes siguen siendo en Argentina y Uruguay los últimos de la fila a la hora de conseguir empleo, y recibir una formación adecuada a las exigencias del mercado tampoco les asegura una inserción laboral.

A esa conclusión llegaron estudios realizados en ambos países, según los cuales en la población de entre 15 y 24 años se ha registrado un crecimiento significativo de la marginalidad en los últimos 10 años.

En Argentina, un informe efectuado por la consultora Equis muestra que 27,6 por ciento de los jóvenes residentes en Buenos Aires tiene "severos problemas de empleo", sumados aquellos que carecen de trabajo y los que son considerados "subocupados".

"Esta situación patentiza la notable intensidad del desempleo juvenil, respecto de otros tramos de edad", comentó al diario Página 12 Artemio López, uno de los autores del estudio efectuado por encargo de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires y publicado por ese rotativo el jueves pasado.

"Los habitantes de la capital argentina de entre 15 y 24 años representan 14,9 por ciento de la población, y son jóvenes 22 por ciento de los que no tienen trabajo", precisó.

Por su parte, Ana Miranda, del proyecto Juventud de la Fundación Latinoamericana de Ciencias Sociales, señaló que los datos sobre la situación de los jóvenes son aún más alarmantes en el interior de Argentina, teniendo en cuenta que la capital "presenta los mejores indicadores económicos del país".

En Uruguay, mientras tanto, se registra una de las más elevadas tasas de desocupación juvenil de América Latina, señalan estadísticas de organismos internacionales.

Datos incluidos en el Panorama Social 1998 de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), publicados en mayo de este año, indican que la tasa de desempleo entre la población de entre 15 y 24 años de Uruguay es de 26,3 por ciento, 2,31 veces más que la desocupación global.

La Cepal había señalado en 1997 a Uruguay como el país de la región en que más se incrementó en esta década el porcentaje de jóvenes de entre 13 y 17 años que no trabaja ni estudia, con 4,1 en 1991 y 10,8 en 1994, y que trabaja y no estudia, que pasó de 16,2 a 19,5 por ciento en el mismo lapso.

Los jóvenes que se encuentran en la última situación, incorporados prematuramente al mercado laboral, reciben ingresos inferiores a aquellos que siguieron una formación, y tendrán escasas posibilidades de mejorar su calidad de vida en el futuro mediato, indicó el documento de la Cepal de entonces.

Sin embargo, otros estudios sostienen que, aun cuando completen la educación secundaria, los jóvenes tienen hoy menos oportunidades que en décadas anteriores de conseguir un empleo bien remunerado y adecuado a su formación.

En mayo de 1997 se produjo en Montevideo un hecho ilustrativo en ese sentido, cuando cerca de 27.000 jóvenes de entre 18 y 25 años respondieron a un llamado del gobierno municipal de la capital uruguaya para proveer 150 cargos en los servicios de barrido de calles y recolección de basura.

Cerca de 40 por ciento de ellos había completado enseñanza secundaria.

Gran parte de los puestos de trabajo que son ofrecidos a los jóvenes en Uruguay son precarios, fuertemente inestables y con escasa protección social, indica una investigación realizada por la socióloga Cecilia Penaglio y el economista Daniel Olesker.

"El crecimiento del empleo que se ha registrado en los últimos años en el país se ha basado en un proceso de precarización de las condiciones de trabajo", concluye el documento.

El economista Luis Stolovich constató, por su parte, que la mayor parte de los avisos de oferta de trabajo publicados en los diarios de Montevideo, y a los que pueden aspirar quienes carecen de experiencia laboral, requieren escasa o nula calificación.

Cajeras de supermercado, vendedoras, secretarias, "masajistas" (forma encubierta de prostitución) o "promotoras" comerciales figuran entre los más numerosos trabajos ofrecidos para mujeres, mientras que conductores de vehículo o vendedores predominan entre la oferta para hombres.

El estudio de la consultora Equis demuestra que en Argentina la realidad es similar.

"Contrariamente a lo que indicaría el sentido común, salvo para los universitarios, el desempleo es más alto a medida que avanzan los niveles de educación de los jóvenes", subrayó López.

Entre 1992 y 1998, si se desagregan los datos del desempleo argentino por estándares educativos, el mayor crecimiento se registró entre quienes completaron la enseñanza secundaria, con un aumento de seis por ciento.

"Al igual que lo observado en otros indicadores, el sector más perjudicado por la desocupación corresponde a los jóvenes de hogares de clase media baja de Buenos Aires, fijados tradicionalmente entre el secundario incompleto y completo", destacó López.

Cinco de cada diez desocupados jóvenes se ubican en ese estrato social, observa al estudio de Equis.

"El empleo juvenil está cada vez más precarizado, ya que miles de los que consiguen empleo lo hacen en el sector informal, sin protección alguna", agrega el documento.

La tasa de subocupación juvenil en Buenos Aires es 52 por ciento mayor que la global, llevando a que una de cada cuatro familias a cargo de menores de 25 años carezca, por ejemplo, de cobertura en salud, 147 por ciento más que el total de los hogares de la capital argentina.

La investigación de la consultora destaca que hay en la actualidad más de 32.000 jóvenes que "han bajado los brazos" y se encuentran en una situación de inactividad absoluta (no trabajan ni estudian).

"Esa es una muestra de la intensidad de la pobreza en los jóvenes de Buenos Aires, que supera ampliamente a la de la población general". Mientras los hogares que están por debajo de la línea de pobreza alcanza a 11 por ciento de la población, los jóvenes en esa situación equivalen a 16,2 por ciento del total, subrayó. (FIN/IPS/dg/dm/pr-if/99)

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