POBLACION: Pobreza se escribe con "E"

Constituyen el peldaño más bajo de la sociedad peruana, se les puede encontrar al amanecer escarbando la basura y los estudios de mercado no los toman en cuenta para sus campañas publicitarias. Son el sector E, un nuevo grupo social, los más pobres entre los pobres.

Los sectores sociales considerados en las mediciones estadísticas eran, cuatro hasta que sociólogos y encuestadores se dieron cuenta que no podían seguir colocando en el D a todos los pobres de Perú, porque entre ellos hay diferencias significativas.

Giovana Peñaflor, directora de IMASEN, una de las principales empresas encuestadoras, lo explicó sin tapujos: "En los últimos años la extrema pobreza ha crecido tanto que se ha ganado un segmento propio".

El perfil del miembro del sector E está bien definido para los especialistas: migrante andino con el quechua o el aymara como lengua materna, con educación básica incompleta o nula, vivienda de paja o cartón sin servicios básicos de agua y desagüe, sin empleo fijo y con un ingreso mensual que no llega a 50 dólares.

Gonzalo García Núñez, autor del libro "La visión de los peruanos excluídos", la persona perteneciente al segmento E es aquella que "vive de comer lo que recoge en la basura".

El sociólogo Abelardo Sánchez León es aún más duro: "En el (sector) E la diferencia entre lo humano y lo animal casi no existe".

"Son peruanos que se encuentran en una gran desventaja económica, cultural, social y anímica frente al resto. Son el residuo, el excedente de la sociedad. El Estado no sabe qué hacer con ellos y lo único que podría es aliviar su pobreza", señaló.

El número de personas en situación de extrema pobreza es significativo: alrededor de 4,7 millones de los 24 millones de habitantes del país. De ellos, 50,5 por ciento son menores de 14 años, según cifras oficiales.

Más de un millón de personas del segmento E habita en Lima, que ha ido cambiando su imagen de ciudad señorial a la de capital de la miseria.

Cientos de barriadas han ido cubriendo no sólo la periferia o los cerros que la circundan, sino también los espacios libres dentro de la ciudad. En algunas zonas cercanas al centro viven familias que aún cocinan con leña, porque no tienen dinero suficiente para comprar combustible.

Victoria Carrillo, de 52 años y con 12 hijos es un ejemplo. Analfabeta y con su marido sin trabajo, lava ropa para sobrevivir, pero como no tiene agua en su vivienda debe pedir una tina prestada a una vecina para cumplir con los encargos.

No cuenta con dinero para ir a un comedor popular, donde por medio dólar puede obtener un plato de comida. Y es que entre su familia y los que acuden a estos comedores hay un segmento social de diferencia, el sector D, constituido por personas en situación de pobreza pero no extrema.

Su caso confirma una de las conclusiones de la investigación realizada para el Banco Mundial por el Instituto Cuánto, una organización peruana independiente: que los programas sociales del gobierno no están llegado a quienes más lo necesitan, los indigentes.

En la actualidad, varios programas de alivio a la pobreza operan en forma independiente, tratando de llegar a los beneficiarios a través de diferentes medios y carecen de una evaluación estricta, señala el informe preparado por el Instituto Cuánto.

Los programas de nutrición, por ejemplo, proliferan en el país y son administrados por los ministerios de Economía, Promoción de la Mujer, Salud, Educación y de la Presidencia, una multiplicidad que conspira contra el mejor aprovechamiento de los recursos.

No obstante, si se eliminaran estos programas alimentarios, más de medio millón de personas del sector D pasarían al E, según una investigación realizada por tres economistas del Banco Central de Reserva, Augusta Alfageme, Nikita Céspedes y Judith Guabloche.

De acuerdo a dicho estudio, el 42,5 por ciento de hogares participa en alguno de los programas alimentarios promovidos por el gobierno.

Estos hogares no son necesariamente pobres en el sentido estricto que los economistas confieren al término. Por el contrario, si se considera solamente a los hogres pobres, el porcentaje de participación en dichos programas crece a 56,6 por ciento.

"Excluir los programas de alimentación del gasto de los hogares, ocasionaría que alrededor de 90.000 nuevos hogares (algo más de medio millón de personas) pasen a la categoría de pobreza y 100.000 hogares a la de pobres extremos", señala el estudio.

Estos programas fueron creados con un carácter coyuntural, como un paliativo para la pobreza cuando al inicio de su gobierno, en 1990, Fujimori aplicó un sinceramiento de precios que sumió al 53 por ciento de la población peruana en la categoría de pobreza de un día para el otro.

Pero la difícil situación económica y social, los problemas generados por el terrorismo y la imposibilidad de remontar la pobreza convirtieron a esos programas en permanentes. (FIN/IPS/zp/ag/dv-pr/00

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