ALEMANIA: Cabezas rapadas, una vergüenza nacional

El recrudecimiento de la violencia de la extrema derecha en Alemania preocupa al gobierno y el parlamento, que analizan cómo combatir a los "cabezas rapadas" que asesinaron a 30 personas en la última década.

"Este año promete ser mortal", advirtió este miércoles el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, resumiendo un fenómeno que sorprendió al público alemán.

La xenofobia es uno de los principios de los radicales de derecha, también llamados cabezas rapadas o neonazis, que apoyan las ideas racistas de Adolfo Hitler.

El régimen nacionalsocialista (de dónde proviene la abreviación "nazi", en alemán) hitleriano provocó la segunda guerra mundial (1939-1945) y perpetró un genocidio contra la comunidad judía, entre otros.

Los neonazis habrían matado a cuatro personas este año. En la localidad oriental de Dessau un mozambiqueño que hacía 10 años vivía en el país murió en junio de las heridas recibidas por tres jóvenes extremistas.

La semana pasada, en la isla de Usedom, sobre el mar Báltico, un hombre sin vivienda fue hallado muerto en la iglesia del pueblo, luego de haber sido atacado por cuatro neonazis.

Dos personas sin techo murieron en las últimas semanas en dos ciudades más del este del país, Wismar y Greifswald, a raíz de ataques de la extrema derecha.

"La serie de ataques extremistas significa un drástico aumento en la violencia de derecha en los últimos años", escribió el Frankfurter Allgemeine Zeitung.

El año pasado, otro mozambiqueño fue muerto a golpes en Kolbermoor, en el sureño estado de Baviera. Un argelino murió desangrado en la localidad oriental de Guben, luego de atravesar una puerta de vidrio mientras huía del acoso de neonazis.

Esos fueron los primeros asesinatos de la extrema derecha que la policía registraba desde mediados de los años 90. El pico anterior de la violencia radical ocurrió mientras se discutía el endurecimiento de las leyes de asilo a principios de esa década.

La medida pretendía detener la inmigración indocumentada, principalmente del Sur en desarrollo, porque el país de 80 millones de habitantes ya cuenta con siete millones de extranjeros.

Según la Oficina Federal de Investigación Criminal, la violencia derechista, que incluye asesinatos, daños corporales, incendios intencionales y atentados con bomba, comenzó a intensificarse por primera vez en 1991.

El año pasado se cometieron más de 3.000 delitos motivados por el extremismo derechista, de los cuales más de 700 fueron considerados violentos.

El Ministerio del Interior gasta 190 millones de dólares por año para detener la violencia xenófoba.

La sociedad entera es responsable de esta "falla de la que todos se quejan", según el presidente del Parlamento federal, Wolfgang Thierse, al analizar las razones de la violencia racial.

El presidente del Consejo Central de Judíos en Alemania, Paul Spiegel, dijo que las escuelas deben participar con mayor intensidad en la lucha contra la violencia neonazi.

Spiegel desea que la educación sobre el nacionalsocialismo y los valores democráticos se realice de una forma más emotiva y pedagógica.

En ese sentido, el ministro de Relaciones Exteriores Joschka Fischer dijo que la "mayoría silenciosa" quizá apoye los crímenes al no pronunciarse en su contra.

Este sábado, siete inmigrantes de las antiguas repúblicas soviéticas fueron atacados por cabezas rapadas en Dusseldorf. "El hecho de que el odio a los extranjeros probablemente se encuentre detrás" de esos ataques "debe llamarnos la atención a todos", declaró Fischer, destacado integrante del Partido Verde.

"Hemos llegado al punto en que la mayoría de la población que se mantuvo callada hasta el momento ya no puede seguir haciéndolo", exhortó.

Fischer pertenece a una generación de dirigentes políticos alemanes que provocaron revueltas estudiantiles en toda Europa a fines de los años 60, desafiando los valores de sus padres.

En lo que entonces era Alemania Occidental, la revuelta estudiantil de 1968 desató un debate sobre el sombrío pasado nazi de algunos políticos, académicos e incluso jueces.

"Ahora, la jactancia agresivamente exagerada de los cabezas rapadas muestra la complejidad de un sector de la sociedad de Alemania oriental que aún no se asumió a sí misma ni a su pasado", comentó el analista Stefan Dietrich.

"Sólo cuando los adultos reconozcan sus propias deficiencias en la juventud de hoy (que comete actos de violencia), podrán acabar con este fantasma", sostuvo.

Alemania Oriental fue, durante casi 40 años, gobernada por el Partido Comunista hasta la reunificación alemana hace 10 años.

"Espero que estos actos, que avergüenzan a toda Alemania, se combatan en serio", declaró el primer ministro del oriental estado de Brandenburgo, el socialdemócrata Manfred Stolpe, en una entrevista de radio. Agregó que el fenómeno social fue subestimado en la última década.

Mientras el debate continuaba y funcionarios de los ministerios del Interior y de Justicia se reunían el martes para hallar la forma de combatir al radicalismo de derecha, el ministro del Interior de Baviera, Guenther Beckstein, exigió mayor represión.

Beckstein pidió al gobierno que solicite al Tribunal Constitucional la prohibición del derechista Partido Nacional Democrático (NPD), el refugio de los neonazis alemanes.

"El NPD es un punto natural de reunión para los cabezas rapadas sin organización", aseguró Beckstein, que pertenece a la Unión Social Cristiana, relacionada con el Partido Demócrata Cristiano, en la oposición a nivel federal en los últimos dos años.

El Ministerio del Interior, dirigido por el socialdemócrata Otto Schilly, rechazó la propuesta de Beckstein, y sostuvo que no ayudaría a detener la violencia sino que llevaría al NPD a la clandestinidad, haciéndolo más peligroso. (FIN/IPS/tra-en/raj/sm/aq/hd-ip/00

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