DERECHOS HUMANOS: Kissinger sufre las pesadillas de los culpables

El ex secretario de Estado de Estados Unidos Henry Kissinger es «un criminal de guerra» que debe ser juzgado por un tribunal penal internacional, asegura el periodista inglés Christopher Hitchens en su último libro.

En «The Trial of Henry Kissinger» (El proceso a Henry Kissinger), Hitchens, un especialista en destronar a famosos y poderosos, presenta al premio Nobel de la Paz de 1973 y secretario de Estado entre 1973 y 1977 como responsable de violaciones a los derechos humanos.

Hitchens sostiene que Kissinger, durante el gobierno de Richard Nixon (1969-1974), como líder del llamado Comité de los Cuarenta, que dirigía operaciones secretas de Estados Unidos, programó y personalmente supervisó los bombardeos en Camboya, Laos y Vietnam, en los que murieron cientos de civiles.

El periodista asegura que la guerra de Vietnam pudo haber terminado antes, pero Kissinger, del Partido Republicano, intentó sabotear las negociaciones de paz de 1968 para dañar la imagen de la administración de Lyndon Johnson (1963-1968), del Partido Demócrata.

Su propósito fue perjudicar al candidato demócrata en las elecciones de 1968, el vicepresidente Hubert Humphrey, y favorecer a Nixon, quien ganó la carrera a la Casa Blanca.

Las «maquinaciones cínicas» de Kissinger sobre Timor Oriental y Pakistán Oriental (ahora Bagladesh) fueron la causa de asesinatos masivos en esos países, asegura Hitchens.

El autor también acusa al ex secretario de Estado de ser el personaje clave para el ascenso al poder de Augusto Pinochet, quien impuso en Chile un régimen dictatorial entre 1973 y 1990 y cuya represión tuvo un saldo de más de 3.000 muertos y desaparecidos.

Hitchens, que reside en Washington, resumió varias denuncias anteriormente publicadas y las compaginó con los últimos documentos desclasificados de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), en especial los relativos a Chile.

El autor acusa al ex secretario de Estado y asesor de Seguridad Nacional de encubrir el asesinato en 1970 del jefe del ejército chileno René Schneider en 1970, que fue secuestrado y muerto por oponerse a conspiraciones golpistas orientadas a impedir la instalación del gobierno socialista de Salvador Allende.

Pinochet afronta procesos en Chile y España por violaciones a los derechos humanos, mientras que Kissinger tiene su impunidad asegurada, dice el autor, aunque aclara que «nunca hay un descanso pleno para los culpables».

Hitchens cuenta en su libro cómo Kissinger, alarmado, llamó a su editor Michael Korda, de la editorial Simon and Schuster, tras enterarse el 2 de ddiciembre de 1998 en el diario The New York Times de la inminente desclasificación de los documentos sobre Pinochet, entonces detenido en Londres.

«Sentado en su oficina en la organización Kissinger Associates – escribe Hitchens-, con negocios desde Belgrado hasta Beijing, aún se estremece cuando se entera del arresto de un dictador».

Kissinger comprende que si el caso de Pinochet establece un precedente, «él mismo estará en peligro», añade.

De hecho, el juez argentino Rodolfo Canicoba Corral considera solicitar la declaración testimonial de Kissinger sobre el Plan Cóndor, término que se refiere a la coordinación represiva entre las dictaduras del Cono Sur en la década de 1970.

Así mismo, Kissinger recibió en el Hotel Ritz de París una citación de la justicia de Francia para contar con su testimonio en la investigación sobre la desaparición de ciudadanos franceses por en Chile durante la dictadura, pero se negó a cooperar y tomó un avión a Roma.

También el juez chileno Juan Guzmán, que lleva la causa contra Pinochet, tiene preguntas para el ex secretario de Estado.

Guzmán declaró su intención de enviar un interrogatorio a Kissinger sobre el secuestro y asesinato de un joven periodista estadounidense llamado Charles Horman poco después del golpe de Pinochet, un caso que inspiró la película «Missing» («Desaparecido»). Pero Kissinger no tiene la obligación de responder.

Hitchens respondió a una encuesta en Internet sobre si su obra podría «estimular temores infundados de Estados Unidos ante la creación de un tribunal penal internacional», una propuesta de la Organización de las Naciones Unidas aprobada por una conferencia mundial.

«Este país no puede tener doble discurso. No puede decir que procura un mundo sin inmunidad para los tiranos, mientras protege dentro de sus propia frontera a un criminal de primera clase», replicó. (FIN/IPS/tra-en/ks/rp/aq/ip hd/01

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