EEUU-IRAN: El enemigo de mi enemigo puede ser mi amigo

El gobierno de Estados Unidos procura avanzar hacia la normalización de relaciones con Irán, a partir de la hostilidad común contra el movimiento Talibán, que controla la mayor parte del territorio afgano.

El Departamento de Estado estadounidense encomendó a su director de planeamiento de políticas, Richard Haass, una revisión formal de las relaciones con Irán.

Haass también está a cargo de los vínculos entre Estados Unidos, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y los países que participan en negociaciones para instalar un nuevo gobierno en Afganistán tras el probable derrocamiento del Talibán.

Irán desea participar en esas negociaciones.

Una coalición internacional encabezada por Estados Unidos lleva a cabo desde el 7 de este mes bombardeos contra Afganistán, luego de que el Talibán se negara a entregar al saudita Osama bin Laden, a quien el gobierno estadounidense considera responsable de los ataques del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.

Haass fue el principal consejero de la Casa Blanca sobre asuntos de Medio Oriente durante la crisis del Golfo en 1990-1991, cuando el presidente estadounidense era George Bush, padre del actual mandatario del mismo nombre.

Antes de que Haass fuera designado por el actual secretario de Estado, Colin Powell, criticó sanciones aplicadas por Washington contra Teherán y la política del presidente Bill Clinton (1993- 2001) para Irán e Iraq, que definió a ambos países como «Estados fuera de la ley» y les aplicó un criterio de «doble contención».

Esa política ha incluido el intento de evitar que el petróleo y el gas natural del Golfo y Asia Central se exporten con escala en Irán, pese a que esa ruta es la más rápida y barata.

El año pasado, Haass opinó en una conferencia que la participación de Irán en esfuerzos multilaterales por la paz en Afganistán debería ser aprovechada por Washington para discutir con Teherán asuntos bilaterales, aunque fuera de modo informal.

El lunes, abogados del gobierno pidieron a una corte federal que anulara una sentencia favorable a los 52 diplomáticos y militares estadounidenses mantenidos como rehenes en la embajada de Estados Unidos en Teherán tras la revolución islámica de 1978, quienes habían pedido el año pasado miles de millones de dólares de indemnización por parte del gobierno iraní.

El Departamento de Estado que había decidido anular esa demanda cuando conoció su existencia, pero mchos piensan que la intención fue enviar a Teherán un mensaje conciliatorio.

«La idea de que el Departamento de Estado acaba de enterarse de que sus propios diplomáticos ganaron un juicio contra un gobierno soberano es ridícula», opinó el asistente de un congresista que votó en el verano (boreal) la prórroga por cinco años de la vigencia de la Ley de Sanciones Contra Irán y Libia.

Esa ley autoriza al Poder Ejecutivo a sancionar a las firmas extranjeras que inviertan en la explotación del petróleo iraní.

La nueva actitud del Departamento de Estado hacia Irán es posterior a la recepción la semana pasada de un mensaje diplomático de Teherán, enviado mediante el ministro de Relaciones Exteriores de Suiza.

En ese mensaje, el gobierno iraní aseguró a Washington que brindará asistencia a cualquier tripulante de aviones militares estadounidenses derribados u obligados a aterrizar en territorio de Irán durante operaciones contra Afganistán.

Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Irán tras la toma de la embajada en Teherán, y ambos gobiernos se comunican mediante diplomáticos suizos.

El gobierno iraní tiene sumo interés en las operaciones estadounidenses en Afganistán, ya que tiene una frontera de 800 kilómetros con ese país y es hostil al Talibán, entre otras cosas porque representa a la rama wahabi del islamismo sunnita, en conflicto desde hace siglos con el islamismo chiíta de Teherán.

Irán ha protestado en reiteradas ocasiones por el trato del Talibán a la etnia hazara de Afganistán, cuyos integrantes son 20 por ciento de la población afgana y en su mayoría chiítas.

Además, en la actualidad hay unos dos millones de afganos refugiados en Irán, una de las mayores poblaciones de refugiados del mundo, y el derrocamiento del Talibán ayudaría a cumplir el deseo iraní de que esas personas vuelvan a su país.

Teherán estuvo a punto de declarar la guerra a Afganistán en 1998, luego de que fuerzas del Talibán mataron a diplomáticos iraníes.

La actual coyuntura muestra una coincidencia de intereses entre Irán y Estados Unidos, pero en ambos países hay fuerzas poderosas que se oponen a reactivar las relaciones bilaterales, congeladas durante casi un cuarto de siglo.

Grupos de presión israelíes de Estados Unidos trabajaron con éxito para que se extendiera por cinco años la vigencia de la Ley de Sanciones contra Irán y Libia, que el Poder Ejecutivo deseaba extender sólo dos años.

En abril, Washington afirmó que el Estado iraní era el mayor patrocinador del terrorismo en el mundo, por su apoyo en Líbano a la lucha contra Israel del Hezbolá (Partido de Dios).

En junio, el fiscal general estadounidense John Ashcroft acusó a Teherán de responsabilidad en un atentado con bombas realizado en 1996 en la sudoriental ciudad saudita de Khobar, que causó la muerte de 19 soldados de Estados Unidos.

Washington también ha acusado a Teherán de desarrollar armas nucleares y ha amenazado a Rusia con sanciones por vender a Irán equipo que puede emplearse para ese propósito.

El movimiento liberalizador iraní encabezado por el presidente Mohammed Jatami ha expresado interés en reanudar las relaciones con Estados Unidos, pero poderosas fuerzas religiosas ortodoxas, encabezadas por el ayatolá Ali Jamenei, se oponen a las reformas de Jatami y a ese propósito.

El gobierno iraní expresó su solidaridad con Estados Unidos tras los ataques del 11 de septiembre, y unas 50.000 personas que asistían a un partido de fútbol en Teherán realizaron un minuto de silencio por las víctimas de esos atentados.

Además, el alcalde de Teherán envió una carta de condolencia a su par de Nueva York, Rudolph Giuliani, que fue el primer contacto oficial y público entre autoridades de ambos países desde 1979.

Desde entonces, Irán ofreció apoyo a la campaña contra el terrorismo, pero pidió a Estados Unidos que buscara aprobación del Consejo de Seguridad de ONU a esa campaña, cosa que Washington no ha querido hacer, y expresó temor de que la ofensiva desestabilice la región y cause más emigración afgana hacia Irán.

De todos modos, la visita a Teherán del primer ministro británico Tony Blair, primera de un gobernante de su país en más de 20 años, se interpretó como una señal de acercamiento entre Estados Unidos e Irán, porque Blair ha actuado desde el 11 de septiembre como embajador de Washington en el mundo islámico.

Es posible que el gobierno iraní desee «hacer causa común contra el Talibán, y vale la pena explorar esa perspectiva», comentó Powell.

El líder religioso ortodoxo iraní Mohsen Rezaei explicó al periódico Financial Times, en una entrevista publicada esta semana, qué su país desea que Washington ponga fin a la política de «contención» y reconozca el papel de Teherán en la seguridad regional.

«Irán puede desempeñar un papel eficaz en la seguridad regional, no como gendarme de Estados Unidos, sino como representante de la comunidad internacional. Pensamos que Washington llegará por fin a esa conclusión», afirmó.

Teherán no sólo desea desempeñar ese papel en el Golfo, con cuyos gobiernos ha mejorado mucho sus relaciones en los últimos años, sino también en Asia Central. (FIN/IPS/tra-eng/jl/mp/ip/01

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe