DERECHOS HUMANOS-ESLOVAQUIA: Vuelven a asomar cabezas rapadas

El movimiento neonazi crece en Eslovaquia, pese a los últimos operativos policiales contra grupos de «cabezas rapadas» que, según estimaciones independientes, cuentan con 5.000 miembros activos.

La cifra fue divulgada por la organización de derechos humanos Pueblo contra el Racismo (LPO), unas semanas antes de conocerse el informe del Ministerio del Interior sobre el alcance de los delitos racistas y el movimiento neo-nazi en el país.

«No se ha hecho lo suficiente. Los últimos operativos en los sitios de encuentro de los cabezas rapadas son un paso en la dirección correcta, pero la tarea debe ser constante, y no limitarse sólo a una acción aquí y allá», dijo el coordinador del LPO, Ladislav Durkovic.

«La policía debe destinar más recursos para afrontar este creciente problema y el gobierno debe hablar abiertamente del mismo», sostuvo Durkovic.

Desde la disolución de la Unión Soviética, en 1991, hubo una explosión de movimientos fascistas y neonazis en las repúblicas del antiguo bloque socialista.

Según estimaciones del LPO, unas 12.000 personas forman parte de bandas de cabezas rapadas y neonazis en las vecinas Hungría y República Checa, la que junto a Eslovaquia integró hasta 1993 la federación de Checoslovaquia.

A comienzos de los años 90, bandas de rock neonazi, como la checa Orlik, atraían a la juventud, mientras grupos de adolescentes que rapaban sus cabezas agredían a las minorías étnicas, a veces con respaldo financiero de la extrema derecha de Europa occidental, en particular de Alemania.

Ese respaldo se mantuvo y permitió la consolidación de una red de organizaciones de extrema derecha a través de Europa central y oriental, que incluye a los grupos eslovacos, afirmaron expertos en derechos humanos.

«Los extremistas checos son una gran influencia para los eslovacos, a los que proporcionan ayuda e información. También existen vínculos probados entre grupos neonazis de Europa central, que reciben asistencia y fondos de Suecia y Alemania», sostuvo Michal Vasecka, del Instituto de Asuntos Públicos de Bratislava.

El 12 de este mes, la policía emprendió un operativo de alcance nacional contra supuestos sitios de reunión de neonazis.

Aunque el Ministerio del Interior prohibió las declaraciones policiales sobre el asunto, Alex Kliment, integrante de la Jefatura de Policía, sostuvo que las medidas adoptadas fueron exitosas.

«El operativo no fue insignificante. Estamos analizando los resultados y reuniendo evidencias que nos permitan formular cargos contra varias personas», afirmó Kliment.

En septiembre, la policía lanzó la primera operación de gran escala contra los cabezas rapadas del país, en la septentrional ciudad de Popradno.

Las autoridades detuvieron a más de 90 personas en un concierto internacional anual en el que participaron los grupos de rock europeos Justicia, Front 18 y Ancestors, y los estadounidenses Intimidation One, Max Resist y Hooligans.

Ente los detenidos había 18 checos, dos húngaros, dos alemanes y un poloco.

Sin embargo, las autoridades recibieron duras críticas por la ineficacia de esas acciones. Kliment confirmó que sólo una persona será procesada entre más de 200 interrogadas en Popradno.

«En la última acción, los policías ni siquiera tenían órdenes judiciales para ingresar a domicilios particulares. El resultado fue la captura de algunos pocos cabezas rapadas que vendían drogas. Pero no llegaron a ninguno de los líderes», sostuvo Durkovic.

Las autoridades admitieron que por fallas de seguridad, en Popradno escaparon muchos líderes neonazis de varios países, entre ellos de Alemania, Polonia y Hungría.

Bratislava ha destinado escasos recursos a la tarea. Apenas 10 investigadores fueron asignados al control de organizaciones extremistas, mientras en la República Checa, la fuerza de tareas tiene 160 integrantes.

«Necesitamos más personal en servicio que pueda acercarse a los extremistas», admitió Kliment, para quien la situación social permite prever que «estos grupos crecerán, así que debemos adoptar medidas para impedirlo».

Eslovaquia padece un desempleo de casi 20 por ciento, que alcanza 36 por ciento en algunas zonas.

El año pasado las autoridades prohibieron el sitio eslovaco «WhiteFront» (frente blanco) en la red informática Internet, pero la medida tuvo escaso impacto, ya que el 8 de enero volvió a aparecer con un nuevo nombre, y alojado en un servidor extranjero.

Hasta hace poco el sitio presentaba una imagen de Durkovic, coordinador del LPO, con la inscripción «Se busca, vivo o muerto».

«Internet es un medio en el que podemos hacer poco contra este tipo de fenómenos», dijo Kliment.

El LPO considera que el gobierno no hace lo suficiente por poner fin al racismo en todos los ámbitos sociales, y no denuncia los asesinatos motivados por el odio racial.

«Los ministros deben hacer más declaraciones contra el racismo y tomar medidas para extirpar los crímenes raciales. Hay que analizar el fenómeno y estudiar sus raíces. Es necesario que las escuelas eduquen contra el odio racial», reclamó Durkovic.

El asesinato en agosto de 2000 de Anastazia Valazova, una mujer gitana, fue casi ignorado por las autoridades, según el activista. «Nadie dijo nada, y deberían haber dicho mucho», agregó.

Desde 1993, se cometieron seis asesinatos motivados por el odio racial. En noviembre de 2001 Eslovaquia aprobó una reforma del Código Penal, que convirtió en delito la negación o excusa de los crímenes nazis, con penas de hasta tres años de prisión.

La medida buscaba contrarrestar campañas publicitarias de organizaciones neonazis, que negaban información sobre el holocausto, el exterminio de judíos europeos perpetrado por los nazis durante la segunda guerra mundial, en que murieron seis millones de personas.

Las leyes prevén hasta ocho años de reclusión para quienes promuevan movimientos fascistas a través de los medios de información.

No es cierto que el país no hizo nada para detener el crecimiento del extremismo, sostuvo Vasecka, del Instituto de Asuntos Públicos.

Durante el gobierno de Vladimir Meciar (1994-1998), el Servicio Secreto Eslovaco, que debía ocuparse de vigilar a las organizaciones neonazis, «en realidad participaba en ellas», dijo Vasecka.

Sin embargo, desde 1998, el «Ministerio del Interior comenzó a escuchar y el operativo en Popradno fue muy positivo», afirmó.

No obstante, Vasecka advirtió que las organizaciones neonazis se están convirtiendo en un fenómeno muy grave, en especial para unos 500.000 gitanos que residen en Eslovaquia.

Aunque las encuestas de opinión pública exponen un rechazo de 70 por ciento a los cabezas rapadas, la población también muestra prejuicios y aversión hacia la minoría gitana.

El peligro, advirtió Vasecka, «es que estos grupos comiencen a atacar sólo a los gitanos. De hecho, ya hay señales de que están haciendo justamente eso». (FIN/IPS/tra-en/eh/sm/dc-lp/hd/02

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