EL SALVADOR: Pesadilla en Suecia

Carmen Elena Muñoz, una secretaria salvadoreña de 45 años, vendió su televisor y se endeudó para viajar a Suecia en busca de un futuro mejor, pero su sueño se convirtió en pesadilla, igual que el de otros 617 compatriotas suyos.

«Fuimos engañados, se aprovecharon de nosotros», dijo a IPS entre sollozos, mientras cuenta el drama que viven decenas de ciudadanos de su país que viajaron al país nórdico.

Los 617 salvadoreños se trasladaron el año pasado a Suecia con la esperanza de acogerse a un programa de asilo promovido por agencias de viajes, que incluía residencia, vivienda y trabajo y que resultó ser falso.

«Muchos vendieron todas sus pertenencias para poder comprar el boleto de avión», relató Muñoz, devuelta a El Salvador por las autoridades suecas, que rechazaron su solicitud de residencia.

«El boleto me costó 846 dólares y tuve que hacer muchos sacrificios para comprarlo, pero los señores de las agencias nos decían que valía la pena», afirmó la mujer.

El escándalo estalló en medio de fuertes críticas a los supuestos estafadores y desnudó la realidad de miles de centroamericanos que buscan cualquier oportunidad de emigrar para salir de la pobreza.

Las autoridades suecas ya rechazaron la solicitud de asilo de 130 salvadoreños que denuncian haber sido estafados y devolvieron a su país de origen a unos 80. El resto, más de 500, permanecen aún en campamentos y casas de particulares de Suecia a la espera de que les resuelvan sus peticiones migratorias.

La mayoría de estos emigrantes reconocen en sus solicitudes buscar un mejor futuro económico, pero muchos aducen ser damnificados por los terremotos de 2001, y otros aseguran estar cansados de la violencia y la inseguridad de su país.

«Este es un ejemplo claro de la tragedia cotidiana que se vive en El Salvador», dijo a IPS la salvadoreña Alma Benítez, fiscal de la Comisión para la Defensa de los Derechos Humanos en Centroamérica (Codehuca).

Benítez sostuvo que la exclusión económica, la falta de oportunidades y la pobreza que afecta a la mitad de los seis millones de habitantes de El Salvador lleva a muchos a caer en engaños en su búsqueda por una vida mejor.

Más de un millón de salvadoreños han emigrado a Estados Unidos en los últimos años, y el dinero que envían a sus familias se ha convertido en el principal motor económico del país. Sólo en 2001 las remesas enviadas desde el exterior alcanzaron una cifra sin precedentes de 1.900 millones de dólares.

«Ahora la principal exportación de El Salvador es su gente. Los salvadoreños ya no quieren vivir aquí», agregó Benítez.

Tras el escándalo, varias agencias de viajes salvadoreñas fueron acusadas ante la justicia. El gobierno de Francisco Flores pidió a la población en un comunicado que evite dejarse embaucar por «personas inescrupulosas».

«El Ministerio de Relaciones Exteriores condena enérgicamente el engaño al cual se han visto expuestos decenas de salvadoreños», dice el comunicado.

El caso comenzó a trascender en diciembre, cuando las autoridades suecas advirtieron la llegada masiva de inmigrantes salvadoreños al aeropuerto de Arlanda, en las afueras de Estocolmo.

«Cuando llegamos, preguntamos por el nuevo programa de asilo para salvadoreños», dijo Muñoz, quien al saber inglés se convirtió en una de las portavoces de los inmigrantes.

La policía y las autoridades de Suecia les explicaron que no existía tal programa y los trasladaron a campamentos de inmigrantes donde les brindaron comida y algún dinero.

«Los suecos nos trataron muy bien. Ellos han sido excelentes y nunca hubo ningún maltrato. Quienes nos engañaron fueron las agencias de viajes», añadió Muñoz.

Sin embargo, esas empresas se defienden asegurando que nunca promocionaron un programa migratorio y que simplemente vendieron los boletos de avión.

Los inmigrantes salvadoreños permanecen en calidad de huéspedes en los campamentos de refugiados, el principal de ellos ubicado en Carlslund, en las afueras de Estocolmo. Ninguno de ellos fue detenido.

Entre los más de 500 inmigrantes salvadoreños aún en Suecia hay hombres, mujeres y niños de clase baja y media, muchos de ellos son profesionales.

Algunos de los inmigrantes se retiraron de los campamentos cuando comenzaron las repatriaciones, pero luego la mayoría regresó pues no encontraron lugar para hospedarse al no contar con dinero ni familiares residentes en Suecia y ante las bajas temperaturas del invierno boreal que llegan hasta 22 grados bajo cero.

Muñoz explicó que los funcionarios suecos le dijeron que ella sería «devuelta» y no «deportada» a su país, ya que en ningún momento transgredió ninguna ley de ese país.

Ahora afronta nuevamente en San Salvador una dura realidad, pues no consigue trabajo, debe pagar las deudas de su viaje y tiene que mantener a sus tres hijas adolescentes. Muñoz hace 14 años que se separó de su esposo, quien emigró a Estados Unidos como tanto compatriotas suyos y «sólo envía algunos dólares para sus hijas».

«Pero eso no me alcanza», narró con voz entrecortada. «Mi hija mayor es muy inteligente y estaba estudiando ingeniería industrial, pero como no tenemos dinero ha tenido que dejar la universidad», añadió.

El Partido de los Verdes ha presentado una moción en el parlamento de Suecia, que tras interiorizarse de la situación de los inmigrantes salvadoreños debate si se les otorga a algunos de ellos la condición de asilados.

Muñoz recibió la noticia de que su apelación a su denegación de asilo ha sido aceptada y, por tanto, recobró la fe de poder volver a viajar a Suecia.

«En mi país no hay futuro, aquí las puertas están cerradas», concluyó la mujer. (FIN/IPS/nms/mj/dm/pr/02

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