REFUGIADOS-TIMOR ORIENTAL: Hambre en Timor Occidental

Miles de desplazados de Timor Oriental hacia la vecina provincia indonesia de Timor Occidental padecen hambre, dos meses después de que Yakarta suspendiera la ayuda humanitaria que les entregaba.

El gobierno indonesio arguyó falta de fondos e interrumpió la ayuda, pero muchos observadores creen que la medida estuvo destinada a forzar a los desplazados a regresar a su territorio y así poner fin a la carga económica que representan.

«Son hechos relacionados. La interrupción de la ayuda del gobierno central obligará a esa gente a decidirse entre regresar (a Timor Oriental) o establecerse en Indonesia», señaló Riefqi Muna, director ejecutivo de The Ridep Institute, una organización no gubernamental de Yakarta dedicada a cuestiones de seguridad indonesias.

«Ello aliviaría la carga del gobierno, que tiene numerosos problemas para resolver», agregó.

Más de 250.000 timorenses orientales debieron huir al vecino Timor Occidental en 1999 a causa de una ola de matanzas, saqueos e incendios perpetrados por milicias proindonesias opuestas a la independencia de la provincia, respaldadas por el ejército indonesio.

Timor Oriental había sido ocupado en forma sangrienta por Indonesia en 1975, tras la retirada de las tropas coloniales portuguesas.

Los timorenses orientales se pronunciaron por la independencia en agosto de 1999, en un referendo de autodeterminación patrocinado por la Organización de las Naciones Unidas. La independencia será oficial a partir del próximo 20 de mayo.

Con la ayuda del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), unos 200.000 refugiados regresaron a sus hogares, pero no está claro cuántos permanecen en Timor Occidental.

Fuentes indonesias afirman que todavía hay cerca de 108.000 refugiados en Timor Occidental, pero ACNUR y el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas estimaron que son entre 70.000 y 80.000.

Cualquiera sea la cifra, lo cierto es que los refugiados que quedaron padecen crecientes carencias desde que Yakarta les interrumpió su ayuda humanitaria.

«Ya no tenemos dignidad. Tenemos hambre y dormimos en lugares mojados. Es como si fuéramos animales», declaró Gustaf Lapenangga, coordinador de un campamento de refugiados en la aldea de Tuapukan.

La escasez de alimentos fuerza a muchos refugiados a buscar comida en los bosques cercanos a los campamentos. Muchos comen hojas, frutas y todo tipo de tubérculos para sobrevivir, relató otro coordinador.

El deterioro de la situación en los campamentos también crea problemas para las comunidades locales, que han sido víctimas de crecientes robos.

En algunas zonas de Timor Occidental, el número de refugiados supera al de los residentes locales.

Algunas autoridades locales recurren a extremos para combatir el crimen. Recientemente, el comandante militar local Wellem da Costa ordenó a sus soldados que dispararan contra cualquier refugiado que cometa actos de violencia contra residentes locales.

Para reducir la tensión, el gobierno provincial de Timor Occidental anunció el día 6 que entregaría arroz a los refugiados más vulnerables.

Aparentemente, el gobierno central indonesio dejó la situación de los refugiados en mano de las autoridades provinciales.

Organizaciones internacionales han expresado comprensión por los motivos de Yakarta para poner fin a su ayuda.

El propio director regional de ACNUR, Raymond Hall, declaró al diario The Jakarta Post que su organización no reanudará la asistencia humanitaria en gran escala en Timor Occidental.

En cambio, dijo, ACNUR sólo respaldará a Indonesia en proyectos de repatriación y reubicación local, porque Timor Oriental ya está listo para recibir a los refugiados restantes.

«Tendrán asistencia alimentaria y ayuda para el reasentamiento cuando decidan regresar a Timor Oriental», aseguró Hall.

La cuestión es por qué decenas de miles de refugiados permanecen en Timor Occidental más de dos años después del referendo de 1999.

Informes de prensa indonesios señalan que los refugiados se niegan a abandonar los campamentos hasta que Timor Occidental se transforme oficialmente en un estado independiente, en mayo.

Además, las milicias que controlan los campamentos tratan de impedir que los refugiados regresen a sus hogares difundiendo información falsa sobre las condiciones de seguridad en Timor Oriental, denunció la organización de derechos humanos Human Rights Watch.

También hubo informes sobre la detención de convoyes de organizaciones humanitarias que transportaban timorenses orientales de vuelta a sus hogares.

Como resultado, sostuvo Human Rights Watch, muchos refugiados llenaron un formulario declarando que deseaban permanecer en Timor Occidental, por temor a ser asesinados por los milicianos.

«Muchos grupos paramilitares utilizan a los refugiados para que el gobierno central los proteja» del nuevo gobierno de Timor Oriental, afirmó Muna, del Ridep Institute.

De todos modos, «muchos refugiados regresarán, pero a condición de que sean bienvenidos en Timor Oriental. Y creo que lo serán», opinó Muna. (FIN/IPS/tra-en/pd/js/mlm/pr/02

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