CUBA-EEUU: Carter informará a Bush sobre su visita

El ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter concluyó este viernes una visita de seis días a Cuba, con la que espera haber contribuido a mejorar las relaciones bilaterales, que atraviesan uno de sus peores momentos.

Carter fue despedido en el aeropuerto internacional de La Habana por el presidente cubano Fidel Castro, quien en esta ocasión vestía su tradicional uniforme verde olivo en lugar del sobrio traje gris que usó en la bienvenida.

El ex presidente de Estados Unidos, la personalidad de mayor jerarquía política de ese país que pone un pie en Cuba en cuatro décadas de enemistad, anunció que presentará a la Casa Blanca y al Departamento de Estado (cancillería) en Washington un informe completo sobre su visita.

Ese mensaje ”expresará mi opinión e incluirá también la de los grupos opositores de la isla respecto de la política estadounidense hacia Cuba”, dijo Carter a la prensa poco antes de regresar a su país.

”Es posible que el presidente George W. Bush”, quien prevé referirse públicamente a su política hacia La Habana este próximo lunes, ”considere esas opiniones, pero yo no tengo ninguna autoridad al haber venido acá”, advirtió.

Carter dijo ser consciente de que tras 43 años de animosidad, un viaje breve no puede cambiar las relaciones entre los dos paises.

”Pero espero que de alguna forma modesta mi visita mejore esa situación en el futuro”, concluyó, al señalar que ese fue uno de los tres objetivos de su viaje.

Al respecto, dijo haber tenido ”éxito” en sus otros dos objetivos de su visita: lograr un máximo intercambio con el pueblo cubano y amplias discusiones con Castro, con otros funcionarios del gobierno y con líderes opositores y religiosos.

Durante su estancia, el ex mandatario visitó instituciones científicas, educativas y de salud, entre ellas el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, un sanatorio para el tratamiento de afectados por el sida y una escuela de educación especial.

Pero el plato fuerte de su agenda fue un discurso pronunciado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, trasmitido en vivo a todo el país por radio y televisión.

En su ”mensaje a la Nación”, Carter consideró que Estados Unidos debía dar el primer paso en el mejoramiento de las relaciones bilaterales, valoró los logros sociales de Cuba y, al mismo tiempo, criticó la falta de garantías civiles.

Representantes de la ilegal oposición interna recibieron como otra ”muestra de valentía” el espaldarazo dado entonces por Carter a la iniciativa disidente conocida como Proyecto Varela.

Unas 11.000 firmas fueron reunidas y presentadas al parlamento cubano para solicitar, de acuerdo con la Constitución vigente, un referéndum sobre libertad de expresión y asociación, una nueva ley electoral, comicios generales y amnistía de presos políticos.

”Cuando los cubanos ejerzan ese derecho para pacíficamente cambiar sus leyes mediante un voto directo, el mundo verá cómo son los cubanos, y no los extranjeros, quienes decidan el futuro de este país”, afirmó Carter en ese discurso.

El ex mandatario admitió que esa iniciativa opositora figuró entre los temas tratados con Castro, el canciller Felipe Pérez Roque y el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento unicameral), Ricardo Alarcón.

Carter indicó que, en su opinión, el gobierno de Castro aún no ha tomado decisión alguna sobre cómo manejar el trámite del Proyecto Varela, y otorgó especial importancia al hecho de que ”decenas de millones de cubanos conocieron por primera vez” la propuesta disidente al escuchar su discurso.

Sus palabras en el Aula Magna de la Universidad de La Habana fueron publicadas luego por los diarios oficialistas Granma y Juventud Rebelde.

En ese sentido, Carter indicó que los más de 11 millones de habitantes de Cuba pudieron conocer sin ningún tipo de censura sus puntos de vista, aunque reconoció no tener manera de determinar cuál será su impacto.

En su opinión, alentar el trámite del Proyecto Varela demostraría que el pueblo cubano ”no tiene recelo, dentro de su propio sistema de gobierno, de considerar los puntos de vista disidentes” de una forma abierta y legal.

”Sin embargo, es una decision que compete al pueblo de Cuba y no a mí”, remató el ex mandatario de 77 años, quien viajó a La Habana en compañía de su esposa Rosalyn y directivos del no gubernamental Centro Carter, en respuesta a una invitación de Castro.

Carter dedicó casi tres horas del jueves a reunirse con 22 disidentes, representantes de diferentes organizaciones ilegales.

La mayor reunión de este tipo que se ha realizado en Cuba se realizó en la residencia del coordinador residente del sistema de la Organización de las Naciones Unidas, el colombiano Luis Gómez Echeverri, y transcurrió en un ambiente normal, con las medidas de seguridad de rigor.

Los opositores invitados conversaron al salir del lugar con los periodistas concentrados en la calle sin ser molestados, y no se tomaron medidas para evitar el tránsito a pie o en automóvil por la zona.

El presidente de la opositora Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, Elizardo Sánchez, participante en esa reunión, consideró ”histórica” la visita de Carter, pero no pudo ocultar su pesimismo ”partiendo de la posición tan crispada” del gobierno de Castro.

Sánchez sostuvo que el gobierno modificó algo su actitud, pero advirtió que son necesarias reformas duraderas e irreversibles y no cambios ”episódicos y coyunturales”.

El dirigente consideró, además, que tanto el gobierno de Cuba como el de Estados Unidos deberían tomar nota de las propuestas de Carter porque, a su juicio, ”representan la opinión de la gran mayoría de los cubanos y (de) los norteamericanos”.

Durante la presidencia de Carter, entre 1977 y 1981, fueron abiertas en La Habana y en Washington sendas Secciones de Intereses, oficinas encargadas de representar a cada nación ante su contraparte, y se permitieron los viajes a Cuba de los inmigrantes cubanos en Estados Unidos.

Sin embargo, la tensión volvió a intensificarse a fines del gobierno de Carter, cuando en 1980 más de 125.000 cubanos partieron en lanchas por el puerto del Mariel rumbo al sudoriental estado estadounidense de Florida.

El llamado éxodo de Mariel ha sido hasta ahora el de mayores proporciones desde la Revolución Cubana, triunfante al mando de Castro en 1959, y Carter fue objeto de fuertes críticas en La Habana.

Veintidós años después, Carter y Castro prefirieron dejar de lado las discrepancias del pasado. El presidente cubano recibió a su ex homólogo estadounidense como a un amigo y dio a su huésped toda libertad para desarrollar su programa de contactos.

”Tenemos la razón… más confianza. La revolución está más fuerte que nunca y nunca tuvimos miedo”, dijo Castro al explicar, en el aeropuerto, las razones de la gran libertad de acción brindada a Carter.

Pero Castro, de 75 años, puntualizó también los límites de cualquier posible apertura: ”Toda mi vida he creído en los cambios, en los cambios hacia delante. No hacia atrás”. (FIN/IPS/pg/mj/ip/02

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