El sida y la inseguridad alimentaria constituyen un círculo vicioso en Africa austral, lo que torna urgente combatir ambos problemas de manera simultánea, indicaron expertos y activistas.
El sida (síndrome de inmunodeficiencia humana) constituye una gran amenaza a la seguridad alimentaria de la región, pues la producción disminuye por la debilidad o la muerte de los agricultores enfermos, al igual que el ingreso de las familias afectadas.
La organización no gubernamental cristiana World Vision atribuyó al virus de inmunodeficiencia humana (VIH, causante del sida) el gran aumento de la desnutrición moderada de niños en zonas del sur de Zimbabwe registrado en las últimas semanas, sostuvo la portavoz de esa institución, Rudo Kwaramba.
La buena alimentación es un medio de mejorar la salud, sea de portadores de VIH o de la población en general. Pero la vulnerabilidad de los portadores aumenta ante la falta de alimento, dijo Kwaramba.
La inseguridad alimentaria aumenta tanto la rapidez del avance del sida como la debilidad económica de las familias afectadas.
La situación en Zimbabwe empeora por la combinación de la sequía en Africa austral con una de las más altas tasas de infección del mundo, afirmó.
Seis de los siete países de Africa austral sufren sequía. La excepción es Sudáfrica, 20,1 por ciento de cuyos habitantes son portadores de VIH.
La proporción de infectados es de 38,8 por ciento en Botswana, 33,7 por ciento en Zimbabwe, 33,4 por ciento en Swazilandia, 31 por ciento en Lesotho, 22,5 por ciento en Namibia y 21,5 por ciento en Zambia.
Más de 28,5 millones de personas viven con VIH en Africa subsahariana, según el último informe del Programa Conjunto de las Naciones Unidas para el VIH/Sida (Onusida).
Alrededor de 34 por ciento de las mujeres de Zimbabwe sometidas a pruebas durante el embarazo eran portadoras, dijo la representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en ese país, Elizabeth Lwanga.
Ahora tememos que el hambre acelere la crisis del sida. Muchos portadores de VIH desarrollarán la enfermedad más rápido de lo que deberían a causa de la mala alimentación, agregó.
Lwanga advirtió que es necesario examinar el vínculo entre el sida y la inseguridad alimentaria. Además, las agencias especializadas preocuparse por la alimentación de la población en general y no sólo la de los afectados por el VIH, sostuvo.
La mayoría de los portadores ignoran que están infectados. Por eso, es importante asegurarnos de que toda la población reciba una alimentación adecuada, explicó Lwanga.
Para una persona portadora del VIH o que ya ha desarrollado el sida, la falta de comida equivale a una sentencia de muerte.
La sequía incrementó la vulnerabilidad de millones de portadores de VIH. Al mismo tiempo, el impacto personal, familiar y comunitario de la enfermedad enciende las llamas de la inseguridad alimentaria.
Mientras millones de personas se van hambrientos a la cama cada noche, el VIH agrava la crisis alimentaria.
El sida golpeó duramente al sector agrícola, y las familias afectadas tienen grandes dificultades para producir suficiente comida como para sobrevivir.
La enfermedad ya no es sólo un problema de salud, pues tiene un impacto medible en la producción de comida, en la seguridad alimentaria familiar y en la capacidad de subsistencia de la población rural, indica el informe de Onusida.
Los hogares encabezados por mujeres son los más vulnerables. Las madres deben afrontar la tarea de ganar un sustento y, al mismo tiempo, criar a sus hijos y a los de sus familiares y amigos fallecidos o incapacitados de trabajar a causa del sida.
Sesenta y cinco por ciento de las familias de Zambia en que la madre muere a causa del sida terminan disolviéndose, según un estudio de Onusida.
Pero, aun antes de la disolución, el sida priva a las familias de los ingresos que podría obtener el enfermo. (FIN/IPS/tra- eng/lm/mn/mj/he dv/02
