SALUD-BOTSWANA: Sida avanza sobre los jóvenes

La falta de valores sólidos y de educación entre los jóvenes es una de las razones por las cuales 40 por ciento de los adultos de Botswana son portadores del virus del sida, el índice más alto del mundo.

La primera encuesta de trabajadoras sexuales en las áreas de Broadhurst, Bontleng y Old Naledi, en Gaborone, calculó que la mitad de las prostitutas entrevistadas tenían entre 15 y 24 años, y la cuarta parte entre 12 y 14. La mayoría son presentadas a los proxenetas por amigos o familiares, algunas a los nueve años.

La información sobre salud reproductiva se basa sobre tradiciones orales sin fundamento. Algunas adolescentes creen que el sexo a corta edad mejorará su fertilidad, según diversos estudios. Otras aseguran que pararse después del coito y sacudir las caderas les impedirá quedar embarazadas.

Mientras, ”los jóvenes no van a la clínica local porque temen encontrarse a la tía o al vecino”, dijo la directora de la División de Salud Familiar del Ministerio de Salud, Matsae Balosang.

La mitad de los habitantes de Botswana son pobres. El trabajo escasea. Para muchas niñas, el sexo es el único medio de adquirir bienes.

”La violación y el sexo a cambio de obsequios son un problema entre las adolescentes”, dijo Baatweng Motladiile, coordinador de la organización Scripture Union, que realiza talleres de educación sexual para jóvenes y padres.

Un poeta de la localidad de Old Naledi, Brain Rich Morem, de 22 años, calculó que una de cada tres chicas que conoce consigue obsequios a cambio de sexo.

Multitudes inundan los tres bares del centro comercial Kilimanjaro, en la capital de Botswana, este sábado de noche. El suelo está cubierto de botellas vacías de cerveza y whisky. Muchos se ganan la vida vendiendo alcohol, marihuana y sexo.

A pocas cuadras de distancia, el mismo negocio prospera en el bar George's, dedicado a clientes más adinerados. La concurrencia de Kilimanjaro es negra en su totalidad. En George's, todas las prostitutas son negras, pero muchos clientes son blancos.

Tanto en Kilimanjaro como en George's, los jóvenes se visten a la última moda.

”Vivimos en un mundo material, como se ve en MTV. Necesitas (calzado deportivo) Reebok y teléfono celular para lucir bien, así que muchachos y muchachas harán cualquier cosa para tenerlos”, dijo Ndanji Lesetedi, de 19 años.

Los servicios sexuales se prestan en los automóviles, en la calle o entre los árboles, en la oscuridad, donde las mujeres no pueden ver si sus clientes tienen señales de enfermedades de transmisión sexual y donde es más difícil negociar el uso del preservativo.

La prostitución es un delito en Botswana. Las mujeres se ofrecen solas de a dos, pero aun así son vulnerables al abuso de los clientes y de la policía.

”Estamos cansadas de que nos arrojen contra los arbustos después de tener relaciones. Los policías nos violan o nos amenazan con enviarnos a la cárcel si no los complacemos. Lo hacen porque saben que no tenemos a quién acudir”, dijo una prostituta.

Cada mujer presta servicios a unos tres clientes promedio cada noche, seis en el día en que se pagan los salarios. Los precios oscilan entre nueve y 36 dólares.

Los clientes demandan sexo oral, sexo en grupo y el denominado sexo seco, que consiste en practicar el coito luego de que la mujer se introduce extractos de hierbas en polvo en la vagina para estrecharla y secarla.

Ese hábito causa lesiones y facilita la infección con el VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida).

Los clientes pagan menos si se los obliga a usar preservativo: dicen que no les agrada ”comer un caramelo con la envoltura”. También creen que una mujer gorda no puede tener sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).

Botswana, con una población de 1,5 millones de habitantes, tiene la mayor proporción de portadores de VIH, con 40 por ciento de adultos infectados. Esa proporción se eleva a 45 por ciento en Francistown y 56 por ciento en Selebi-Phikwe.

Sólo dos programas de lucha contra el sida contemplan a las prostitutas. Un proyecto exitoso iniciado en 1994 por la organización no gubernamental Emang Basadi debió suspenderse por falta de fondos.

”Los profesores beben con sus estudiantes en los bares, los padres tienen sexo fuera del matrimonio. ¿Qué podría esperarse de la juventud?”, se preguntó el activista de Proyecto Juventud Urbana Clifford Segwagwe, de 23 años.

El Proyecto Juventud Urbana es parte de Contando una Historia, un programa patrocinado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para mejorar la prevención del sida (síndrome de inmunodeficiencia humana) en la juventud de siete países de Africa austral.

La ONU financia un proyecto de prevención del sida entre prostitutas, niños que viven en la calle, huérfanos y jóvenes desepleados en las áreas pobres de Gaborone, que insumirá 1,8 millones de dólares durante un año.

”Estamos apuntando a aquellos que en general son ignorados, las personas de entre 15 y 20 años que viven en zonas pobres”, dijo la funcionaria de la ONU Irene Maina.

La finalidad del proyecto es entrenar a jóvenes para educar a sus propios pares, así como brindar servicios amigables de salud reproductiva y sexual.

Botswana tiene uno de los mayores índices de embarazo de adolescentes en el mundo, aunque está en declive. La mitad de las adolescentes se embaraza. La cantidad de abortos ilegales e inseguros es desconocido.

”La mayoría de mis amigas tienen bebés”, dijo la estudiante Banyabotlhe Nethle, de 19 años, residente en Old Naledi.

La fertilidad da prestigio en este país. Las jóvenes son presionadas tanto por sus padres como por sus pares para criar niños, dijo el Informe sobre Desarrollo Humano de Botswana, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

La mitad de los hogares de Botswana están encabezados por una mujer. Se trata de un fenómeno con hondas raíces en la historia nacional, reforzado por la emigración de los hombres para trabajar en las minas de Sudáfrica.

En 2001, casi 80 por ciento de las embarazadas eran solteras, según un informe nacional realizado en clínicas prenatales. ”El matrimonio está devaluado”, dijo la funcionaria de salud del PNUD Lydia Matebesi.

Por otra parte, la rápida urbanización impactó en el estilo de vida. La población de las ciudades aumentó de 18 por ciento del total en 1981 a 50 por ciento en la actualidad.

Segwagwe siente que su misión es alentar la autoestima de los jóvenes, para que desarrollen un estilo de vida sano y le digan no a las prácticas sexuales riesgosas. (FIN/IPS/tra-eng/ms/mn/mj/he dv/02

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