Una ley tramitada rápidamente por el parlamento permitirá al gobierno de Zimbabwe expropiar con mayor facilidad de tierras de agricultores blancos para distribuirlas a campesinos de la mayoría negra.
La Ley de Adquisición de Tierras, votada el miércoles de noche, reduce de 90 días a una semana desde la orden de desalojo el plazo de los agricultores blancos para abandonar sus haciendas, y casi quintuplica la multa por desobediencia.
Algunos hacendados aprovechaban el periodo de 90 días del que disponían para lograr la anulación de la orden de desalojo mediante una apelación ante la Corte Suprema de Justicia.
El presidente de la Asamblea legislativa unicameral y ministro de Justicia, Patrick Chinamasa, dispuso una excepción a los trámites parlamentarios normales el miércoles de noche para iniciar el debate de la ley, que se aprobó luego de tres horas y media de intensa discusión.
Legisladores oficialistas y de la oposición se intercambiaron insultos en el curso de las deliberaciones.
La ley también permitirá salvar un descuido en que incurrió el gobierno al dictar las órdenes de desalojo. Los funcionarios de emitirlas habían olvidado de cumplir normas según las cuales una copia debía ser remitida a los bancos a los que el hacendado desalojado debía dinero.
De acuerdo con la nueva ley, ya firmada por Mugabe, los bancos contarán con 30 días para presentar sus reclamos al gobierno, que se deberá hacer cargo de unos 600 millones de dólares que los agricultores blancos les debían. Pero la norma no aclara cómo se hará efectivo el pago.
Chinamasa advirtió que el descuido oficial no debía retrasar los desalojos y el asentamiento de agricultores negros en las haciendas vacantes. De ser necesario, regresaremos 100 veces al parlamento hasta lograr que se complete la reforma agraria, afirmó el legislador y ministro.
No hay fuerza más grande sobre la Tierra que la fuerza de una idea cuyo momento llegó. La fuerza de Gran Bretaña y de Estados Unidos no puede detener el programa de reforma agraria, dijo Chinamasa. Ambos países ejercen una fuerte oposición al programa del presidente Robert Mugabe.
Como líderes, somos impotentes para detener las fuerzas que se han desatado para lograr la emancipación económica de nuestro pueblo, sostuvo el funcionario.
Un legislador opositor gritó, en el transcurso del debate, que Chinamasa debía ser echado del Ministerio de Justicia por su fracaso en administrar legalmente la reforma agraria.
El secretario general del opositor Movimiento para el Cambio Democrático (MDC), Welshman Ncube, dijo que la aceleración del trámite parlamentario tenía el objetivo esencial de legalizar la ilegalidad. Chinamasa debería estar avergonzado, advirtió Ncube.
El presidente del MDC, Gibson Sibanda, manifestó su total rechazo a la nueva ley, a la que calificó de parodia de la justicia.
Pero Chinamasa advirtió que la no aprobación de la norma sería catastrófica para las instituciones financieras.
Por otra parte, la multa que deberán pagar los hacendados blancos que se resistan a desalojar sus tierras aumentará de 363 dólares a 1.800.
Las órdenes de desalojo expedidas a más de 90 por ciento de los 4.300 agricultores blancos del país ya expiraron o fueron dejadas sin efecto por la justicia, pero la nueva ley permite que sean enviadas nuevamente en cualquiera de esos casos.
El MDC considera que la nueva ley es inconstitucional, pues niega a los agricultores blancos la posibilidad de defenderse ante los tribunales.
La organización Justicia para la Agricultura, que reúne a hacendados con orden de desalojo pendiente, urgió a sus integrantes a resistirla pacíficamente.
Más de seis millones de personas, casi la mitad de los 12,5 millones de habitantes de Zimbabwe, se encuentran en riesgo de sufrir hambre. El Programa Mundial de Alimentos, agencia de la Organización de las Naciones Unidas, atribuye la escasez de comida a problemas climáticos y a la reforma agraria.
Pero el gobierno de Zimbabwe considera que su plan permitirá corregir el desequilibrio en la propiedad de la tierra. Menos de 4.500 hacendados blancos poseen más de 70 por ciento de las tierras fértiles, a pesar de que menos de uno por ciento de los habitantes del país son blancos. (FIN/IPS/tra-eng/lm/mn/mj/ip dv/02
