ESTADOS UNIDOS-IRAQ: Una guerra que ya deja dividendos

Compañías contratadas por las Fuerzas Armadas de Estados Unidos que se benefician con los bombardeos sobre el norte de Iraq, se aprestan a obtener más ganancias en la guerra que Washington planifica contra Bagdad.

Todos los días, aviones F-15 y F-16 de la fuerza aérea de Estados Unidos atruenan sobre la meridional ciudad turca de Adana, a unos 100 kilómetros de la costa sobre el mar Mediterráneo, cuando emprenden sus habituales incursiones en el espacio aéreo iraquí.

Los pilotos son hospedados y alimentados en la base militar de Incirlik, a 12 kilómetros de Adana, por la compañía Vinnell, Brown & Root (VBR), una sociedad de riesgo compartido creada por las empresas Vinnell, de Fairfax, en el estado estadounidense de Virginia, y Kellogg, Brown & Root, de la texana ciudad de Houston.

VBR es subsidiaria de Halliburton, la firma que dirigió el vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, hasta que asumió su cargo en el gobierno de George W. Bush.

Es también la mayor empresa mundial de servicios para la industria petrolera, en obras como perforación de pozos y construcción de oleoductos. La compañía trabaja para multinacionales como Chevron, desde Angola hasta el golfo de México.

Vinnell es una empresa constructora, pero su contrato más importante fue el entrenamiento de 75.000 efectivos de la Guardia Nacional de Arabia Saudita, una unidad militar que recoge la tradición de los guerreros beduinos que a comienzos del siglo XX ayudaron al clan saudita a imponer el control en la península Arábiga.

Este contrato, bajo la forma de una sociedad de riesgo compartido, se inició en julio de 1999 y expirará en septiembre de este año, por un valor de 118 millones de dólares, y con una cláusula de beneficios garantizados.

Si Washington lleva a cabo la guerra que planifica contra Bagdad – – alegando que el régimen de Saddam Hussein oculta la fabricación de armas de destrucción masiva – – , en los próximos meses los empleados de VBR tendrán mucho trabajo.

Más de 30.000 soldados estadounidenses podrían apostarse en la base de Incirlik y en otros seis aeropuertos militares turcos, como el sudoriental Batman, el noroccidental Corlu, los orientales Diyarbakir y Mus, y los centrales Konya y Malatya.

La presencia de VBR en Incirlik comenzó en octubre de 1988, cuando obtuvo su primer contrato para suministrar servicios en la base y en otras dos instalaciones militares menores en Turquía, en la capital, Ankara, y en la oriental ciudad de Izmir.

”Suministramos servicios de apoyo a la fuerza aérea en materia de ingeniería civil y transporte y en la logística sobre el terreno, como alimentación, hospedaje y mantenimiento del campo de golf. También hacemos inspecciones de aduana”, explicó el gerente de VBR, quien trabaja en Incirlik desde hace 15 años.

Durante la guerra del Golfo, en enero de 1991, la base se utilizó para el despegue y aterrizaje de aviones que arrojaron más de 3.000 toneladas de bombas sobre objetivos militares y civiles en Iraq y Kuwait.

”Trabajamos tiempo extra en la guerra del Golfo. Yo estaba en el departamento de incendios, como inspector. Muchos aviones aterrizaban y teníamos que atenderlos 24 horas por día”, relató el bombero Orhan Sener.

De momento, la fuerza aérea estadounidense y VBR emplean a 1.450 trabajadores locales para atender a unos 1.400 efectivos que viven en Incirlik y se dedican a controlar la zona de exclusión de vuelos del espacio aéreo iraquí, al norte del paralelo 36, unilateralmente impuesta por Estados Unidos.

La contratación de servicios externos obedece a la necesidad de ahorrar fondos, explicó el mayor Toni Kemper, jefe de relaciones públicas de la base.

”La razón por la cual efectuamos contratos se debe a la eficiencia en materia de costos en ciertas áreas. Años atrás hubo muchos estudios al respecto. Contratando servicios, no tenemos que pagar seguro médico y otros beneficios a los empleados, eso es cuestión del contratista”, abundó.

Pero organizaciones especializadas de la sociedad civil aseguran que VBR ostenta records de sobrefacturación y malgasto de dineros públicos.

La Contraloría General de Estados Unidos había observado en 2000 que la firma cobró precios desproporcionados al gobierno por servicios al personal militar en operaciones en la meridional provincia yugoslava de Kosovo, dijo la activista Frida Barrigan, del independiente World Policy Institute, con sede en Washington.

”Tenían cuatro veces más personal que el necesario para tareas específicas. Algunos empleados trabajaban tiempo extra sin razón aparente. Importaron paneles de madera a un costo de 80 dólares por panel, cuando podían haberlos comprado en el mercado local a menos de 20 dólares por unidad”, alegó Barrigan.

”Vemos que un conjunto de empresas están logrando ganancias con la guerra contra el terrorismo. Pero Vinnell, Brown & Root es un caso especial por su relación con el vicepresidente Dick Cheney”, agregó.

”Si quieren preguntarnos si consideramos correcto que los contratistas hagan dinero en tiempos de guerra, deberían ir más arriba, a los que establecen las políticas. Nosotros no las definimos, sólo trabajamos en el marco establecido”, se defendió el portavoz militar Bill Bigelow.

”Estas son preguntas eternas. En la segunda guerra mundial, Chrysler, Ford y Chevy dejaron de fabricar autos para producir armas y tanques”, comentó Bigelow.

”Es cierto que en estos días hay muy pocos contratistas de defensa. En cambio, hace 60 años, casi todo el mundo fabricaba algo directa o indirectamente vinculado a la defensa”, concluyó. (

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