Editores responsables de publicar en México unos 300 millones de ejemplares anuales de revistas populares decidieron este miércoles apelar a la justicia para detener la aplicación de la ley que grava títulos emblemáticos de historietas.
La ley aprobada a fines de diciembre impuso 15 por ciento de impuesto al valor agregado (IVA) a partir del 1 de este mes a la venta de revistas cuyo contenido no sea cultural, científico o de análisis político, económico o social, una calificación que está a cargo de organismos estatales.
En respuesta, una mayoría de editores se unieron para presentar un recurso de amparo judicial, mientras afinan la estrategia en rechazo del tributo que, según afirman, atenta contra el escaso hábito de la lectura entre los mexicanos.
Directivos de editoriales con tirajes millonarios de títulos que por décadas han convertido en personajes entrañables a los protagonistas de historietas se reunieron varias horas a puertas cerradas este miércoles por la tarde para definir cómo hacer frente a la medida.
Los empresarios respondieron así a la convocatoria de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), convencidos de que no están en condiciones de hacerse cargo del IVA, el cual deberá absorberse como parte de los costos, explicó a IPS el portavoz de esa asociación, Gustavo Delgado.
Los propietarios de unas 1.000 revistas populares que circulan en México tienen en la publicidad – – que ya paga IVA – – el origen principal de sus ingresos, y no en la circulación y venta al público, por lo cual pretenden que los legisladores rectifiquen la decisión, señaló un portavoz de la alianza de editores.
La ley otorgó al Consejo para la Cultura y las Artes (Conaculta) y al Consejo de Ciencia y Tecnología (Conacyt) la potestad de determinar las revistas que gozarán de la exención del IVA, para que les permita recuperar impuestos pagados por insumos de producción.
La discrecionalidad implícita en la nueva tarea asignada a los dos organismos estatales rectores de la cultura y la ciencia en México podría abrir una puerta enorme a la corrupción, advirtieron editores afiliados a la Caniem y también empresarios ajenos a esa cámara.
Delgado indicó que la Caniem exigirá un lugar en la comisión que se creará para decidir, por ejemplo, si las revistas Memín Pinguín, Kalimán, Lágrimas, risas y amor, La familia Burrón o Los supersabios son o no culturales.
Aunque Conaculta ya expresó su rechazo a actuar como un nuevo Torquemada (un inquisidor español), la cámara reclamará su intervención en la misma si surgiera esa entidad calificadora, dijo con énfasis Delgado.
También el escritor Carlos Mosiváis alertó sobre la enorme tentación a la censura que significa la creación de un organismo administrativo con facultades para decidir lo que es o no cultura.
Me opongo al predominio del criterio individual sobre un asunto tan relevante y considero que el tema debe ser antes que nada sometido a un debate extenso, declaró Mosiváis a IPS.
Agregó que, aunque es muy fácil saber qué es cultura y cuáles publicaciones, aún siendo deleznables, se amparan bajo el manto de la literatura popular, el asunto se torna muy difícil porque no se trata sólo de las preferencias personales.
La definición del sitio que corresponde a cada revista, incluso las que pregonan las peores aficiones machistas, no puede depender del punto de vista personal sino que debe surgir del consenso social, apuntó.
La cámara que aglutina a unas 300 empresas, 100 de ellas editoras de revistas populares, estima que la nueva política tendría como destinatarios al Libro Vaquero y el Libro Semanal, con tirajes de 800.000 ejemplares a la semana cada uno.
La Caniem sostuvo que en la práctica se gravará a las clases populares, tradicionales consumidoras de la historieta ilustrada, un género que en México tuvo su primer antecedente en los códices prehispánicos realizados sobre papel amate, tela de maguey o cuero de venado.
La historieta moderna nació en el país hacia fines del siglo XIX como estrategia de publicidad comercial de empresarios del tabaco, y su desarrollo inicial fue de la mano de la prensa, que comenzó a publicar tiras cómicas extranjeras traducidas al español.
A comienzos del siglo XX, semanarios como El Ahuizote descubrieron a argumentistas y dibujantes mexicanos, pero fue en la década del 30 cuando el público fue conquistado por Paquín, la primera revista nacional dedicada exclusivamente al cómic.
La separación de la historieta de los diarios sentó las bases de una poderosa industria, que empleó vastos equipos de trabajo sólo en la parte creativa de un género de literatura tradicionalmente no apreciado por los intelectuales.
La historieta mexicana hizo famosos en América Latina y en varios países de Asia a autores como Guillermo de la Parra y Yolanda Vargas Dulché, y convirtió en piezas de colección a ejemplares del enigmático hombre increíble Kalimán, y a Memín, el eterno niño de edad nunca definida.
Memín tiene un tiraje semanal de 150.000 ejemplares, mientras que Kalimán, el musculoso moreno de brillantes ojos azules que comenzó a circular en 1965, registró ventas semanales superiores a tres millones en sus aventuras de mayor éxito.
Los responsables de estas revistas se declaran además discriminados por no recibir un trato igual al de los editores de libros y periódicos por parte de las autoridades tributarias.
En ese sentido, las decisiones para enfrentar la disposición del pago de IVA serán adoptadas bajo el principio de la equidad, dijo Delgado.
Los editores, quienes alegan que el pueblo mexicano aprendió también a leer con las historietas, resolvieron en la reunión de este miércoles integrar tres comisiones, de difusión, de negociaciones y otra fiscal, como parte de la estrategia.
Los empresarios hace dos años detener una iniciativa de gravar la venta de libros, como parte de una campaña en favor de los lectores en México, donde el promedio anual alcanza 1,3 obras por persona. (
