HONDURAS: Ecoguerrilla envenena el ambiente

Un mes después de su aparición en Honduras, el misterio sigue envolviendo a una presunta guerrilla en defensa de los bosques del nororiental departamento de Olancho, calificada por ecologistas como un intento de desacreditar su lucha.

El sacerdote católico Andrés Tamayo aseguró a Tierramérica que el Movimiento Ambientalista de Olancho (MAO), que lidera, ”no tiene vinculación alguna” con la banda irregular, que calificó de ”montaje”.

El 28 de julio, la prensa hondureña publicó una entrevista a un encapuchado ”comandante Pepe”, quien dijo representar a defensores del ambiente decididos a ”pasar a la acción”, cansados de ”esperar las respuestas del gobierno”.

El entrevistado se refería a la hasta ahora infructuosa campaña pacífica de campesinos y ecologistas contra la tala de árboles que está acabando con los bosques de Olancho.

Con un fusil AK-47 en sus manos, el portavoz de la denominada ”ecoguerrilla” -que en esta primera etapa optó por el silencio total, en todos los sentidos— afirmó que los olanchanos ”somos un solo grupo (…) un solo bloque”.

”Quieren desacreditarnos; grupos poderosos están detrás de esto y los vamos a identificar para denunciarlos. Nosotros no somos portadores de muerte ni de violencia. Luchamos por la vida, que comienza por asegurar los recursos naturales en Olancho”, replicó Tamayo.

”Ese grupo aparece como una estrategia para culparnos de cualquier brote violento”, agregó.

El religioso salvadoreño encabezó entre el 20 y el 26 de junio una marcha pacífica de miles de olanchanos hasta Tegucigalpa, que no pudo lograr una veda gubernamental a la tala de bosques.

Según los manifestantes, rastras cargadas de madera en rollo siguen transitando desde Olancho a los aserraderos del país, mientras la sobreexplotación de los recursos forestales deviene en escasez de agua potable, por el agotamiento de las cuencas hidrográficas.

Al menos la mitad de 2,5 millones de hectáreas boscosas de Olancho fue depredada, señalan cifras oficiales. Honduras cuenta con 11 millones de hectáreas de bosques.

Para la analista y catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras Julieta Castellanos, la existencia de una guerrilla en Olancho resulta difícil de creer.

”Da la impresión de que se busca confundir, deslegitimar al movimiento del padre Tamayo y generar temor en la zona para que se desista de la lucha por defender los bosques”, agregó.

Peor aún, la aparición de este grupo ”podría sembrar condiciones para mayor violencia y acciones represivas en un futuro inmediato”.

La organización irregular surgió días después de que desconocidos asesinaron al promotor social de la Iglesia Católica olanchana Carlos Reyes.

Y una de las primeras reacciones tras la aparición de este grupo fue la decisión de la Diócesis Católica de Olancho de retirar, por tiempo indefinido, su programa pastoral social.

”Mientras prosigan persecución y confusión, marcadas con saldos de muertos, listas de sentenciados y hostigamiento, no expondremos la vida de nuestros promotores y feligreses”, dijo a Tierramérica el obispo de Olancho, Mauro Muldoon.

La Iglesia rechaza que integrantes del MAO estén armados y representen una amenaza para los madereros.

A juicio de la activista del Comité de Familiares Detenidos Desaparecidos en Honduras Bertha Oliva, las noticias sobre una ”ecoguerrilla” buscan justificar una intervención militar ”total en el departamento de Olancho y generar a partir de actos de violencia, mayor represión en la zona”.

Este nuevo capítulo de Olancho pone al gobierno de Ricardo Maduro en un aprieto, pues ahora no sólo debe garantizar seguridad en la región sino controlar a grupos que lo están desafiando ”desde el poder para evitar cualquier intención de apoyo en favor de los bosques”, arguyó.

Julieta Castellanos comparte la opinión de que la presencia de un grupo armado envía un mensaje desafiante al gobierno: ”Nosotros también estamos aquí”.

Las autoridades reforzaron la vigilancia de zonas conflictivas de Olancho y lograron decomisar 186.000 pies tablares (unos 432 metros cúbicos) de madera cortada ilegalmente, una docena de vehículos, motosierras y armas AK-47.

La resistencia a la tala de bosques costó la vida a tres líderes ambientalistas: Reyes, en julio, Carlos Flores, en 2000, y Carlos Luna, en 1998. Estas muertes continúan impunes.

El gobierno sostiene que no tolerará a grupos armados y que controlará cualquier brote de violencia en Olancho.

En los años 80, cuando varias guerras civiles sacudieron a América Central, Honduras tenía cinco grupos guerrilleros de izquierda. Pero sólo dos —Cinchoneros y las Fuerzas Populares de Liberación ”Lorenzo Zelaya”— cobraron algo de notoriedad, con acciones esporádicas.

* Publicado originalmente el 23 de agosto por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (

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