POLITICA-COLOMBIA: Soplan vientos del sur

En enero de 2004, cuando el ex sindicalista colombiano Luis Eduardo Garzón se convierta en alcalde de Bogotá, la nueva izquierda de este país se pondrá en sintonía con corrientes contrarias al neoliberalismo que predominan en varios países sudamericanos.

Garzón, del izquierdista Polo Democrático Independiente (PDI) obtuvo el 26 de octubre la alcaldía de Bogotá por 794.020 votos contra 680.891 de Juan Lozano, candidato de Colombia Siempre, proclive al gobierno derechista de Alvaro Uribe.

Para testimoniar la contemporización colombiana con esa tendencia regional hacia la izquierda, fueron invitados a la ceremonia de toma del cargo de ”Lucho” Garzón, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y los alcaldes del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) en ese país.

”Yo soy 'luchista' y 'lulista' por principios. No de hoy ni de ayer. Conocí a Lula hace muchos años, estoy muy relacionado con el equipo del PT y hemos tenido relaciones con la CUT (Central Unica de Trabajadores) de Brasil”, afirmó Garzón ante medios de prensa internacionales.

”Me preocupa que la agenda del presidente Uribe sólo se circunscribe a Estados Unidos. Yo necesito un apoyo enorme de Porto Alegre, de Sao Pablo, de Belem”, añadió en referencia a ciudades brasileñas gobernadas por el PT.

Además de la alcaldía de Bogotá, el segundo cargo en importancia después de la presidencia, el PDI solo o en alianza con otras fuerzas obtuvo los gobiernos de Medellín, Cali y Barranquilla, las otras ciudades más relevantes del país por tamaño y población.

Pero también logró las gobernaciones del occidental Valle del Cauca, departamento de mayor desarrollo agroindustrial, y del meridional Nariño, fronterizo con Ecuador.

”Colombia estaba retrasada con respecto a las tendencias de centroizquierda” que han llegado al poder en el Cono Sur y la subregión andina de América del Sur, dijo a IPS el ex legislador Rafael Orduz, asesor de Garzón.

”Aunque el Polo es un partido incipiente que deberá construirse gobernando, su proyección estratégica hace que empalme definitivamente con esas tendencias”, precisó.

Con referencia al modelo brasileño, Orduz estimó que ”por su trayectoria 'Lucho' tiene gran afinidad semiótica y política con Lula (también de origen sindical) pero el PT tiene un kilometraje mucho mayor que el PDI”.

En el Polo convergen fracciones sindicales, militantes del izquierdista y ex insurgente Movimiento 19 de Abril (M19), de la Alianza Nacional Popular (Anapo), movimientos cívicos y empresarios e intelectuales que buscan una alternativa pacífica de cambio político en un país donde la guerra lleva cuatro décadas.

”Vamos a mostrar que queremos luchar en Colombia por la vía pacífica, sin armas, con las ideas, y eso lo tiene que reconocer la comunidad internacional y la ciudadanía”, dijo Garzón a IPS.

”Después de décadas de ir a contrapelo de los fenómenos políticos regionales, a Colombia ha llegado tarde, pero ha llegado el descrédito de la política neoliberal”, comentó a IPS el analista Oscar Angel, catedrático de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

A su juicio, el avance del PDI se relaciona ”con el resurgimiento del frentepopulismo en América Latina”, en referencia a movimientos populares amplios.

Pero también, e independientemente del carácter ”conciliador” que define al PDI, ”la gente lo votó para controlar a un gobierno de derecha rabiosa”, acotó.

Angel asoció el éxito electoral del Polo con la resistencia que afronta Estados Unidos en su ocupación militar de Iraq, y recordó que ”Uribe fue el único presidente latinoamericano que apoyó incondicionalmente a (su par estadounidense) George W. Bush en la invasión a Iraq”.

En lo interno, la falta de resultados de Uribe en la creación de empleo y, en general, en materia económica, y ni una derrota contundente a la guerrilla ”contribuyeron a inclinar la balanza”, precisó.

El fenómeno electoral del Polo también debe mirarse en contraposición a la crisis que atraviesa el socialdemócrata Partido Liberal (PL) y a la polarización que ha suscitado el gobierno de mano dura y ajuste fiscal de Uribe .

Tanto para la campaña de abstención del referendo de contenido fiscal del 25 de octubre, ninguna de cuyas 15 preguntas fue aprobada, así como para la candidatura de Garzón en la capital, el PDI se alió con el PL.

El acuerdo programático alcanzado para la alcaldía de Bogotá tiene como propósito ”la construcción de un modelo alternativo frente a la fracasada política neoliberal aplicada en los últimos años en Colombia”, sostuvo el PL.

Se trata de la colectividad históricamente mayoritaria del país. Y en su actual dirección de ocho miembros, seis son del ala socialdemócrata y dos coincidentes con el programa de gobierno de Uribe.

En los comicios de octubre, el PL ganó 12 de las 22 gobernaciones y nueve alcaldías de capitales departamentales. El derechista Partido Conservador, la otra colectividad tradicional, obtuvo cuatro gobernaciones con candidato propio y tres en alianza con otros movimientos.

Hasta la campaña que lo condujo al poder en 2002 con el movimiento pluripartidista Primero Colombia, Uribe militó en las filas del oficialismo liberal.

A poco más de dos semanas de lo que muchos medios de comunicación llamaron un ”hecho electoral inédito”, y apenas el gobierno acusa el primer golpe de la derrota con la dimisión de su ministro del Interior y de Justicia, Fernando Londoño, hay quienes expresan reservas sobre el devenir del Polo.

”Es preocupante que el Polo se deje llevar por el espíritu contemporizador y no marque diferencias, lo que le puede generar vínculos y hacer perder el horizonte ideológico”, dijo a IPS el director de la Fundación Ortega y Gasset, Pedro Medellín.

El ”peor error” de Garzón y del PDI sería perder su perfil y quedarse en la oposición electoral sin ser opción ideológica ni alternativa de poder, puntualizó.

Empero, desde el oficialismo hay quienes llaman a asimilar el giro a la izquierda que simboliza Garzón.

”Habíamos exagerado en la tesis de que el carácter sui generis de nuestro país lo mantenía al margen de las grandes corrientes del continente”, afirmó el ex canciller Rodrigo Pardo.

Con el argumento de que ”el equilibrio macroeconómico no es un asunto ideológico”, Pardo destaca la llegada al poder de ”una nueva izquierda” representada por Lula, en Brasil, Néstor Kirchner, en Argentina y Ricardo Lagos, en Chile.

Los tres encabezan la lista de mandatarios latinoamericanos más prestigiosos, según una encuesta de la Escuela de Negocios de la Universidad de Miami, con índices de aceptación de 69, 56 y 55 por ciento, respectivamente, lejos del 45 por ciento asignado al presidente colombiano.

A su aire, el alcalde electo de Bogotá y ex presidente de la Central Unitaria de Trabajadores se sitúa en lo que algunos llaman ”extremo centro”.

”Colombia no quiere unanimismo (unanimidad) ni de derecha ni de izquierda. El país no es viable solamente con el pulso firme, a esto le falta mucho corazón”, dijo Garzón.

Y para hacer la experiencia, tiene en sus manos el reto de gobernar hasta 2008 una ciudad de 1.732 kilómetros cuadrados y siete millones de habitantes, que produce 7,09 del Producto Interno Bruto de la Comunidad Andina de Naciones, cuyo ingreso por persona fue en 2001 de 2.804 dólares, 1.000 más que el promedio nacional.

Pero Bogotá es también una ciudad injusta, en la que el ingreso de los ricos es 56 veces el de los pobres, y en cuyas calles y parques, embellecidos en la última década, deambulan un millón de desempleados e indigentes.

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