PETROLEO-NIGERIA: Perforaciones que desangran

Sucede por la noche, en las penumbras de los pantanos y calas del delta del Níger, en el sur de Nigeria. Un grupo de hombres perforan alguno de los oleoductos, extraen petróleo crudo o refinado y lo cargan en barcazas o camiones.

Luego, conducen los vehículos hasta la cercana costa atlántica y depositan la carga en los tanques de grandes barcos, algunos de ellos pesqueros.

”El método es sencillo. Barcos extranjeros esperan en alta mar que embarcaciones colaboradoras de Nigeria les lleven el crudo, o incluso productos refinados, para luego llevarlos a países de todo el mundo”, explicó Tony Esan, ex funcionario naval que trabajó patrullando la costa cercana al delta del Níger.

”Algunos de estos buques pesqueros que ve a su alrededor no están pescando realmente. Debajo de ellos hay tanques que normalmente usan para llevarse petróleo de Nigeria”, dijo a IPS.

Debido a la incapacidad de las autoridades para vigilar el área de manera adecuada, la extracción ilegal de petróleo se ha transformado en un próspero negocio.

Se cree que algunas refinerías de Africa occidental trabajan casi exclusivamente con el crudo robado de Nigeria, que produce más de dos millones de barriles por día. Una parte del petróleo hurtado también va a parar a Europa oriental y Asia.

Aunque el gobierno nigeriano sostiene que las comunidades locales del delta del Níger participan activamente de la extracción ilegal, los acusados cargan la culpa a mafias bien organizadas.

”Puedo afirmar que hay mafias responsables del vandalismo contra los oleoductos, y hay destacadas figuras involucradas. Tienen barcazas en el mar”, sostuvo Edward Onofe, ex vicepresidente del gobierno local de la región de Okpe.

Esan estuvo de acuerdo. ”Colaboradores nigerianos y algunos extranjeros perpetran esos actos ilegales año tras año”, dijo.

Las afirmaciones sobre la participación extranjera en el robo de petróleo recibieron crédito cuando Tafa Balogun, jefe de la policía nigeriana, anunció el arresto de 307 personas por ese delito. De los detenidos, 37 eran extranjeros, entre ellos 18 de Rusia, dos de Rumania y dos de Georgia. Trece de los rusos fueron procesados.

Los sospechosos fueron detenidos frente a la costa nigeriana en un buque de bandera griega, a fines del año pasado. Fueron acusados de transportar 11.300 toneladas de crudo, valoradas en unos tres millones de dólares, sin autorización.

Otros 12 extranjeros de países africanos vecinos también fueron acusados este año de cargos similares.

Las leyes nigerianas establecen cadena perpetua para los autores de extracción ilegal de petróleo, que cuesta al país 3.500 millones de dólares por año.

En el pasado, los detenidos por ese delito raramente iban a la cárcel, pero los últimos procesamientos son señal de una nueva urgencia por combatir esa práctica depredadora, señala la policía.

El patrullaje del delta del Níger fue reforzado con la ayuda de Estados Unidos, que donó siete barcos de acuerdo con un programa bilateral de asistencia a la seguridad.

En reconocimiento de que el robo de petróleo dejaría de practicarse si no fuera por la fuerte demanda, las autoridades concentran su atención en los mercados donde se vende el combustible hurtado.

Uno de esos mercados es el de Costa de Marfil, donde hay una refinería que recibe un flujo regular de crudo robado de Nigeria. Ambos países firmaron un acuerdo por el cual la refinería marfileña se obliga a comprar 30.000 barriles diarios de petróleo nigeriano, como forma de combatir la práctica ilegal.

Además, la multinacional petrolera anglo-holandesa Shell, que sufre pérdidas considerables debido al robo de petróleo, sugirió el uso de análisis químicos para determinar el país de origen del combustible en caso de sospechas. Shell produce la mitad del petróleo nigeriano.

La extracción ilegal de petróleo también causa perjuicios a las comunidades locales y al ambiente. Luego de perforar los oleoductos, los ladrones dejan esas perforaciones abiertas, y los derrames resultantes afectan vastas extensiones de bosques y tierras agrícolas en el delta del Níger.

Otro desastre frecuente son los incendios, en especial cuando residentes del lugar intentan recoger el petróleo derramado.

Los incendios relacionados con los oleoductos cobraron más de 2.000 vidas en los últimos seis años.

Uno de los más devastadores tuvo lugar en la aldea de Jesse en 1998, que causó unas 1.000 muertes y dejó a numerosas personas deformadas por las quemaduras, además de niños que quedaron huérfanos y desatendidos.

”Esos niños están sufriendo”, lamentó Benjamin Oniovosa, cuya esposa murió en el incendio.

”Algunos murieron tiempo después que sus padres, en muchos casos porque no había nadie que los alimentara y cuidara”, agregó. (

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