TRANSPORTE-CUBA: Entre el autobús y el autoestop

El transporte colectivo es un problema sin resolver en Cuba, debido al déficit de parque automotor y el encarecimiento del combustible, importado en su mayor parte.

”Yo opté por no esperar la guagua (autobús) y me convertí en una experta en pedir botella (autoestop)”, dijo a IPS, María Luisa Bustamante, residente de la barriada de Alamar, ubicada de 12 a 15 kilómetros al este del centro de La Habana.

Bustamante aseguró que desde hace varios años viaja de esa manera desde su casa hasta su lugar de trabajo, en el barrio habanero de El Vedado, aunque reconoció que en ocasiones demora más de lo normal en llegar a destino.

”A veces se me cansa el brazo de tanto levantarlo en vano, pero al final siempre hay alguien que me lleva”, dijo, sin quitar la vista del tráfico vehicular que fluye desde el malecón, avenida que bordea un buen tramo de la costa capitalina.

El mayor peso del traslado de los habaneros lo soportan enormes vehículos fabricados a partir de camiones, a los que se han añadido remolques techados que pueden llevar hasta 300 personas, conocidos popularmente como ”camellos”.

Otras rutas se cubren con vehículos Mercedes Benz ensamblados en la isla, que tienen unos 45 asientos. La frecuencia de los viajes es en muchos casos impredecible, y las esperas en una parada pueden ser de 45 minutos a una hora, y aun más.

”Aquí se dice que las guaguas son religiosas, porque pasan cuando Dios quiere”, comentó Marta Ramírez, técnica en comunicaciones residente en un reparto (zona residencial) de la periferia capitalina, que dijo gastar ”un dineral” en taxi colectivo para llegar a tiempo a su trabajo.

El total de autobuses que prestan servicio en la capital descendió de 543 en 2002, cuando ya eran escasos, a 524 el pasado año, para unos 2,2 millones de habitantes, y las autoridades tratan de afrontar el déficit con una reorganización de la red capitalina que permita aprovechar mejor el parque disponible.

En todo el país, con una población de 11,2 millones, se dispone de unos 900 vehículos para atender el sector urbano, 183 en servicio suburbano y 1.036 para viajes interurbanos, de acuerdo con datos oficiales a los que IPS tuvo acceso.

Según fuentes oficiales, los autobuses son los medios de transporte colectivo más empleados, pero su traslado de pasajeros cayó 13,3 por ciento de 2002 a 2003, debido especialmente a déficit de combustible.

Durante 2002, por cada viaje en autobús de servicio público se movilizaron 78,33 pasajeros, y el promedio bajó a 75,92 en 2003, de acuerdo con las estadísticas consultadas.

Las autoridades también han apelado a la solidaridad para afrontar el problema, que sería mayor de no mediar el uso de unos 6.000 vehículos, en su mayoría procedentes de donaciones extranjeras, para el traslado de estudiantes y trabajadores de determinadas empresas.

”Todos necesitamos de todos”, dice un mensaje televisivo que muestra a un automovilista renuente a colaborar con un médico necesitado de llegar al hospital, donde luego atenderá al hijo del primer hombre.

Una resolución del Ministerio de Transporte obliga a los choferes de cualquier vehículo estatal que viaje vacío por las calles de La Habana y otras ciudades del país a transportar pasajeros que coincidan con su ruta de destino.

Hacer cumplir esa directiva está a cargo de un equipo de inspectores populares del transporte, capacitados con un curso que incluyó clases de ética, educación formal, psicología y regulaciones de tránsito y vialidad.

El uso de capacidad ociosa de vehículos del Estado facilitó en 2003 el traslado de más de 65 millones de personas de todo el país, según informó en enero el ministro de transportes, Carlos Manuel Pazos Torrado, quien admitió, sin embargo, que la demanda de ese tipo de transporte aún supera la oferta.

En la capital, unos 300 inspectores situados en los sitios donde se produce habitualmente mayor congestión de personas a la espera de transporte, contribuyeron al traslado por esa vía de más de 8,26 millones de pasajeros, aunque reportaron 490.000 casos de vehículos que eludieron prestar el servicio.

”Todavía hay muchos que pasan de largo o te dicen cualquier cosa para no llevar pasaje”, se quejó uno de estos encargados de regular el empleo del parque estatal ocioso en el transporte colectivo de la urbe más poblada del archipiélago.

En los años 90 del pasado siglo, el sector del transporte sintió con especial rigor la pérdida de relaciones comerciales favorables con el desaparecido campo socialista, tanto en su parque automotor como en la disponibilidad de combustible.

En 1993 circulaban menos de la mitad de los autobuses que había en 1989, y los viajes se redujeron casi a una cuarta parte en esos cuatro años, ya que el déficit de vehículos de transporte fue resuelto inicialmente con el fomento del uso masivo de la bicicleta.

A la vez, el consumo de combustible por parte del sector se redujo de 394.000 toneladas en 1990 a 239.000 en 2001, de acuerdo con el anuario de la gubernamental Oficina Nacional de Estadísticas.

Informes periodísticos desde Chile, no confirmados en La Habana, señalan que la isla está en conversaciones con la Asociación Gremial Metropolitana de Transporte de la capital de ese país, para la eventual compra de unos 1.000 microbuses usados.

Los equipos chilenos, con una antigüedad promedio de ocho a 10 años, podrían ser vendidos a unos 25.000 dólares cada uno (30 a 40 por ciento de su valor original) por lo que el total de la negociación se calcula en 25 millones de dólares.

Sin embargo, economistas consultados por IPS se mostraron escépticos respecto de la compra. ”El uso que tienen esos vehículos podría ser demasiado para ese tipo de transporte automotor, y más aun en las condiciones nuestras”, dijo una de las fuentes.

Mientras las autoridades deciden, la población cubana se las arregla como puede para trasladarse de un sitio a otro, ya sea en bicicleta, en el taxi colectivo o, como Bustamante, gracias a un automovilista dispuesto a compartir su privilegio.

”La bicicleta no me gusta, el taxi colectivo es muy caro para mí (10 pesos el viaje, equivalentes a menos de 40 centavos de dólar según el canje en las casas estatales de cambio), la guagua demora en pasar y siempre está repleta. Mi mejor opción sigue siendo pedir botella”, concluyó Bustamante.

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