CUMBRE DE LAS AMÉRICAS: Un coro cada vez más disonante

Si algo dejará escrito la IV Cumbre de las Américas será la constatación de la imposibilidad continental de acercarse al concepto de integración.

La reunión de jefes de Estado y de gobierno se celebró el viernes y el sábado en la ciudad argentina de Mar del Plata en medio de tensiones bilaterales varias, crisis o estancamiento de propuestas integradoras latinoamericanas y diferencias que afloran inclusive entre países gobernados por fuerzas políticas que se consideran semejantes.

Las disputas entre Estados Unidos y Venezuela se expresaron con crudeza en el balneario de la oriental provincia de Buenos Aires.

El presidente venezolano Hugo Chávez concurrió a la cumbre, pero también a la multitudinaria marcha en repudio de su par estadounidense, George W. Bush, con quien poco más tarde posó en la tradicional foto oficial.

Los "hermanos rioplatenses", Argentina y Uruguay, tuvieron días antes su incidente diplomático más serio en mucho tiempo, el llamado en consulta a los respectivos embajadores, por las críticas de un gobernador argentino a la construcción uruguaya de dos plantas de celulosa en un río limítrofe. Y no hubo en Mar del Plata ninguna instancia para aceitar este crujido.
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Chile y Perú se encuentran inmersos en una nueva disputa por la delimitación de sus aguas jurisdiccionales, mientras el primero sigue sin relaciones diplomáticas con Bolivia, a la que niega una salida soberana al océano Pacífico.

Mientras Chávez apelaba en Mar del Plata a una galería variada (desde Rosa Luxemburgo a Mao Zedong, pasando por el argentino Juan Domingo Perón) para defenestrar a Bush, el socialista Tabaré Vázquez (presidente de Uruguay) se saludaba con el mandatario estadounidense tras la firma de un borrador de tratado bilateral de protección de inversiones.

El diccionario dice que "integrar" es completar un todo con las partes que faltaban. Pero en este todo que es el continente americano siempre faltan partes.

El proceso de las "cumbres" americanas, iniciado en 1994, tuvo una ausencia: Cuba, excluida desde 1962 del sistema interamericano por razones ideológicas que, con la revalorización regional de la democracia, se volvieron también políticas.

La integración tiene resonancias épicas en América Latina, donde la conformación de las naciones tras la derrota de los colonizadores europeos no estuvo exenta de utopías integradoras.

En cambio, el proyecto expresado en las cumbres fue la instauración de una zona de libre comercio hemisférica (con la exclusión mencionada) en una ecuación compleja, desde que una de las partes del todo era la primera potencia mundial, Estados Unidos, y las demás, un conjunto variopinto de naciones, con el denominador común del subdesarrollo.

Sin embargo, la mayoría de países latinoamericanos aceptaron más o menos alegremente a la idea hegemónica del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en los años 90, tal como habían abrazado las iniciativas neoliberales de privatización, apertura a las importaciones y desmantelamiento del Estado.

En obvia reacción, los cambios políticos de los últimos años en América del Sur desembocaron en un conjunto de gobiernos "progresistas", para usar un término bajo el cual agrupar a quienes gobiernan hoy en Brasil, Argentina, Uruguay, Venezuela y Chile.

Mientras, crecía en la región, como en el resto del mundo, un sector cada vez más nutrido e influyente (la sociedad civil organizada) que tenía entre sus banderas el "no" al ALCA y que puso en marcha una multitud de actividades contra el proyecto: manifestaciones, foros, talleres y consultas populares.

La coincidencia progresista sudamericana busca revivir, con Brasil a la cabeza, las viejas ideas de integración "entre nosotros", dejando afuera al grandote anglosajón, al menos hasta que se pueda hablar en términos menos desiguales.

Como plataforma de lanzamiento, Brasil propuso a partir del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) un proceso de asociaciones que acabó sumando al resto del subcontinente en la Comunidad Sudamericana de Naciones, fundada el año pasado.

Pero estos esfuerzos no han ido hasta ahora más allá de reuniones, declaraciones y documentos. El Mercosur (Mercado Común del Sur) sigue sin resolver problemas cruciales para su integración comercial más elemental, con continuas disputas y reclamos de los sectores productivos de los países miembros, y no se avanza en la conformación de mecanismos de solución de controversias.

Los dos socios mayores (Argentina y Brasil) se enzarzan en periódicas polémicas, según soplen los vientos de la competitividad regional, y los menores (Paraguay y Uruguay) casi no recogen beneficios de esta asociación.

A la última reunión de la Comunidad Sudamericana, en Brasilia a fines de septiembre, faltaron muchos protagonistas, y los asistentes regresaron a casa sin ninguna resolución importante.

La "idea" de integración sudamericana sigue elusiva. Pero eso no le ha agregado puntos al proyecto de Estados Unidos. A pesar de todas sus tensiones, el Mercosur se mantuvo este fin de semana firme en el "no", con ayuda explícita de Venezuela. Y, por primera vez, la cumbre concluyó sin consenso en ese punto.

Con su facilidad para las consignas, Chávez dijo que en Mar del Plata "enterramos el ALCA".

En verdad, el funeral había empezado antes, en la cumbre extraordinaria de enero de 2004 en Monterrey, México, cuando los dos negociadores principales, Brasil y Estados Unidos, acordaron que no había acuerdo y dieron paso al ALCA "light", una formulación que ponía énfasis en los entendimientos de apertura comercial bilaterales y dejaba sin definir un cronograma.

Hace 23 meses que no hay negociaciones por el ALCA, pese a que Washington perseveró en el camino bilateral, como lo hizo al firmar un acuerdo de libre comercio con cinco países centroamericanos y República Dominicana y negociar otro similar con Colombia, Ecuador y Perú.

Congelado o enterrado el ALCA, las miradas se dirigen a la Organización Mundial del Comercio, en cuyo tramo final de negociaciones es obligado un debate más profundo sobre las protecciones agrícolas de las potencias, una de las barreras más evidentes para caminar hacia un bloque americano.

En Mar del Plata pasó algo más: la III Cumbre de los Pueblos de América, con participación de miles de activistas latinoamericanos, festejó el cadáver y se atribuyó su muerte. Y pidió otra integración, una que sigue esperando su tiempo.

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