AFGANISTÁN: La violencia incesante

El recrudecimiento de los choques diarios entre las milicias islámicas de Talibán y las fuerzas de la coalición liderada por Estados Unidos en Afganistán se cobra cada vez más víctimas civiles.

Los insurgentes, que gobernaron Afganistán con mano de hierro desde 1996 hasta que los depuso una coalición militar encabezada por Estados Unidos a fines de 2001, se reorganizaron en el sur y atacan a fuerzas que apoyan al gobierno casi a diario, golpeando también a la población civil.

Este lunes de madrugada, 50 talibanes murieron en un bombardeo realizado por la aviación de la coalición cerca de Kajaki, en la septentrional provincia de Helmand, informaron fuentes oficiales.

Horas más tarde, varias personas murieron y otras resultaron heridas en protestas en Kabul, luego de que cuando un camión militar estadounidense chocó en la capital con varios vehículos estacionados cerca de una estación de autobús.

Hubo un intenso tiroteo cuando afganos encolerizados atacaron a los soldados estadounidenses que integraban el convoy y los uniformados afganos que llegaron al lugar para protegerlos.

El 22 de mayo se confirmó la muerte de 16 personas por ataques aéreos estadounidenses a escondites del movimiento islamista Talibán en la aldea de Azizi, en la provincia de Kandahar.

«El Comité Internacional de la Cruz Roja está muy preocupado por el deterioro de la situación y las consecuencias para los civiles», declaró esa organización desde su sede en Ginebra el día del ataque estadounidense.

La Cruz Roja «urge a las partes» involucradas en el conflicto «a vigilar constantemente los movimientos de las operaciones militares», agrega la declaración.

El presidente de Afganistán, Hamid Karzai, ordenó una investigación y se reunió con sobrevivientes al visitar Azizi sorpresivamente el día 25. Mientras, el ejército de Estados Unidos alegó que entre los muertos figuraban 60 rebeldes.

Pero aldeanos dijeron a la agencia de noticias afgana Pajhwok Afghan News que la mayoría de las víctimas habían sido civiles.

El médico Qayum Pakhla informó que 15 heridos ingresaron en el hospital de Kandahar a raíz del ataque, de los cuales siete hombres eran hombres, cuatro mujeres y cuatro niños. El estado de salud de la mayoría era grave, agregó

Un hombre que acompañaba a uno de los heridos dijo a Pajhwok que los aldeanos debieron huir del bombardeo. Los cuerpos de los muertos y los heridos yacían en charcos de sangre.

Los familiares trasladaron a los malheridos hasta el hospital por sus propios medios, porque las autoridades no acudieron al lugar, indicó Baryalai.

Los talibanes no realizaron ninguna declaración, si bien el bombardeo fue precedido por varios días de duro combate con efectivos afganos y de la coalición. Ambos bandos habían efectuado declaraciones contradictorias respecto de las víctimas la semana pasada.

El portavoz del gobernador de Kandahar, Daud Ahmadi, informó que 11 talibanes resultaron muertos. El portavoz talibán, Yousaf Ahmadi, admitió una baja y aseguró que 11 policías murieron. Pero habitantes de la aldea consideraron que hubo muchas víctimas civiles y daños a propiedades.

La anarquía se propagó en las provincias del sur. El recrudecimiento de los ataques de Talibán coincide con el proceso por el cual la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) relevará a Estados Unidos en la tarea de asegurar la seguridad de este país.

A principios de mayo, Gran Bretaña asumió el control de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (FIAS) de la OTAN, la que dejará de lado sus tareas en la reconstrucción de Afganistán y afrontará las operaciones de combate.

La llegada de 6.000 efectivos de la alianza, incluido el Cuerpo Aliado de Reacción Rápida, una brigada de elite de la OTAN, permitirá a Estados Unidos restar en agosto entre 2.000 y 3.000 de sus 18.000 efectivos.

La cantidad de soldados extranjeros en el sur de Afganistán se multiplicará por dos con la llegada de la OTAN. Las fuerzas estadounidenses permanecerán en las provincias fronterizas y se espera que para noviembre estén operando bajo la bandera de la alianza.

El retiro de los estadounidenses ya preocupa a los afganos de esa región debido a la escalada de violencia.

El resurgimiento de Talibán dio pie a choques sangrientos y atentados suicidas.

Un insurgente estrelló un automóvil cargado de explosivos contra un camión cerca de las oficinas de las fuerzas de la coalición en el área capitalina de Hoodkhel el día 19.

Los insurgentes informaron que hubo «una gran cantidad de víctimas» entre los soldados de la coalición y de las FIAS, pero no hubo confirmación oficial.

Las fuerzas de la coalición aseguraron haber afianzado su control sobre las orientales provincias de Kunar y Nuristan tras una ofensiva durante seis semanas denominada con el nombre secreto fue «León de Montaña».

Efectivos de Estados Unidos y Afganistán lanzaron una operación conjunta para erradicar a los talibanes de muchas zonas bajo su control, informó el portavoz del Ministerio de Defensa, Zahir Azimi.

El portavoz de las fuerzas de la coalición en Kabul, coronel Tom Collins, informó que 10 soldados estadounidenses murieron al estrellarse un helicóptero durante la operación, el día 6. El CH-47 cayó cerca de Asadabad, la capital provincial de Kunar.

En otros dos incidentes registrados este mismo mes, dos soldados estadounidenses murieron y dos más resultaron heridos. Veinte efectivos de la misma nacionalidad murieron en combate en 2003 y 2004. Esta cifra se disparó hasta 66 el año pasado, según informó el periódico estadounidense Military Times.

El 6 de mayo murieron dos soldados italianos al explotar una mina antipersonal en Kandahar. A fines del mes pasado, cuatro soldados canadienses fallecieron cuando un dispositivo manejado a control remoto estalló al paso de su vehículo en el distrito de Shah Wali Kot, en esa inestable provincia.

(*) Con aportes de Saeed Zabuli y Habibur Rahman Ibrahimi. Publicado por IPS en convenio con la agencia de noticias afgana Pajhwok Afghan News.

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