MUJERES-IRÁN: Oprimidas y reprimidas

Activistas de derechos humanos de todo el mundo reclaman la libertad de decenas de detenidos y detenidas el lunes en Teherán, en una manifestación pacífica para reclamar equidad de género en Irán y que fue duramente reprimida.

Amnistía Internacional condenó este viernes, desde su sede en Londres, la dura represión por parte de la Fuerza de Seguridad del Estado del régimen islamista iraní, y aseguró contar con una lista de 40 personas que están detenidas desde el lunes.

Por su parte, Human Rights Watch (HRW) exigió el jueves a las autoridades iraníes que investiguen la represión, que, según esa organización con sede en Washington, incluyó golpizas con bastones y uso de aerosoles de gases lacrimógenos.

Ese mismo jueves, el portavoz del Poder Judicial iraní Jamal Karimirad informaba que 42 mujeres y 28 hombres fueron detenidos y que son ahora acusados de "participación en una asamblea ilegal".

La manifestación tuvo por objeto reclamar cambios sustanciales a ciertas disposiciones de la Constitución de Irán que consolidan la discriminación de las mujeres.
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Las organizadoras de la protesta contaron con el apoyo de cinco premios Nobel de la Paz: la iraní Shirin Ebadi, la estadounidense Jody Williams, la irlandesa Betty Williams, la keniata Wangari Maathai y la guatemalteca Rigoberta Menchú.

"Nosotras, las abajo firmantes, damos nuestro apoyo a las mujeres iraníes en su continúa lucha por obtener la igualdad de derechos en el código civil y penal de la República Islámica de Irán", indica una carta enviada por las cinco premios Nobel para respaldar la manifestación.

En el peculiar sistema iraní, donde religión, derecho y política se confunden, los poderosos clérigos suelen interpretar cualquier crítica a la Constitución como un cuestionamiento al Islam y ellos mismos.

Los manifestantes, mujeres y hombres, pedían el fin de toda de discriminación basada sobre las diferencias de género.

También reclamaron cambios en la legislación sobre poligamia, divorcio, custodia de los hijos, derechos laborales y sobre el papel de las mujeres en procedimientos judiciales, entre otros puntos.

Según la ley actual, las mujeres tienen la mitad del valor que los hombres ante la justicia: muchos procedimientos judiciales exigen la presentación de dos testigos hombres o, en su defecto, de cuatro mujeres.

Además, los hombres pueden tener más de una esposa, las mujeres no pueden solicitar el divorcio, y, cuando se formaliza la separación, el esposo suele obtener la custodia total de los hijos.

Fuera del hogar, siguen supeditadas a sus maridos, no pueden trabajar si él se opone ni viajar fuera del país sin su permiso escrito.

Aun la edad en que se reconoce la mayoría de edad beneficia a los hombres. Una niña de nueve años se considera adulta y, por lo tanto, capaz de casarse. Las defensoras de los derechos femeninos quieren que las mujeres sean consideradas adultas a los 18 años.

Dos mil hombres y mujeres iraníes firmaron una declaración que reclama cambios drásticos en la ley islámica (sharia). Más de 15 organizaciones, 100 blogs iraníes (sitios web personales) y feministas del mundo entero respaldaron el documento.

Pero su texto no puede publicarse en la prensa iraní, si bien aparece en los blogs.

"En los últimos 100 años de vida constitucional, las mujeres iraníes han trabajado para que se les respeten los derechos humanos y el estatus igualitario dentro del sistema legal. A pesar de estos esfuerzos, sus derechos más básicos han sido ignorados en los códigos penal y civil", dice la declaración.

"Sin mencionar que la falta de garantías y la desigualdad ante la ley ha impuesto serios obstáculos y consecuencias a la vida de las mujeres", añade.

Otra manifestación pacífica terminó el año pasado en Teherán con violencia, pues la policía recurrió a la fuerza para disolverla. Los agentes advirtieron a los organizadores que requerían un permiso formal de las autoridades para realizarla.

La concentración de 2005 fue la mayor desde la realizada en 1980, cuando decenas de miles de personas manifestaron contra el uso compulsivo de la hijab (pañoleta islámica), chador (vestido negro de pies a cabeza), velo y mantilla, atuendos características que llevan las mujeres musulmanas.

"Las organizaciones de mujeres no pidieron permiso para esta protesta pacífica, que no es para nada política. Nuestro derecho a manifestar pacíficamente está previsto en la Constitución", dijo a IPS una de las organizadoras de la manifestación del lunes.

Ninguna de las 12 mujeres legisladoras de Irán manifestaron su apoyo a la convocatoria.

Ninguna organización se hizo responsable de la convocatoria, por razones de seguridad. El año pasado, los organizadores de la anterior protesta fueron amenazados por desconocidos que, al parecer, responden a las fuerzas de seguridad.

Las autoridades "convocaron a algunas activistas" antes de la reunión, dijo a IPS una defensora iraní de los derechos femeninos que solicitó reserva de su identidad. "No adujeron ninguna razón. Seguramente les pidieron que cancelaren la manifestación."

HRW confirmó que, antes de la protesta, las autoridades judiciales convocaron el sábado de noche a numerosas activistas para interrogarlas, entre ellas Noushin Ahmadi Khorasani, Parvin Ardalan, Sussan Tahmasebi y Zohreh Arzani.

Fariba Davoodi Mohajer, por ejemplo, fue sometida el lunes a un interrogatorio de 10 horas en el recinto del Tribunal Revolucionario en Teherán. Al mismo tiempo, agregó HRW, la policía arrestó a otra activista, Shahla Entessari en su lugar de trabajo en la capital iraní.

Entre las detenidas durante la manifestación figuran el ex legislador Alí Akbar Mousavi Khoiniha, Jila Baniyaghoub, Delaram Ali, Samira Sadri, Bahareh Hedayat, Leila Mohseni, Bahman Ahmadi Amooi, Siamak Taheri y Farahnaz Sharifi.

Hace seis años, policías de uniforme y de civil reprimieron una manifestación estudiantil pacífica en Teherán, convocada en reclamo de democratización. Muchos estudiantes resultaron heridos y uno murió.

En esa ocasión, la protesta y su represión recibieron amplia cobertura internacional. Desde entonces, los servicios de inteligencia y las fuerzas policiales, controlados por conservadores, se oponen a todo tipo de protestas.

La policía considera que inevitablemente una manifestación pacífica se torna política. En Irán, donde la política laica está estrechamente ligada a la religiosa, hechos como ese se interpretan como críticas directas al gobierno islamista y una amenaza a la imagen de unidad que tanto le costó conseguir.

Desde que el año pasado Mahmoud Ahmadinejad asumió la presidencia de Irán ha apelado a la base de apoyo social del régimen islamista para promover su agenda y ha actuado en contra de los movimientos en defensa de los derechos laborales, estudiantiles y femeninos.

Entre todos los asuntos apremiantes de ese país, la situación de las mujeres es uno de los más críticos. Cualquier cambio en la Constitución que mejore los derechos de las mujeres requiere no sólo un cambio en la ley islámica sino la confirmación de ayatolá de alto rango.

El mes pasado, destacados clérigos objetaron la solicitud de las mujeres para presenciar partidos de fútbol. Desde la Revolución Islámica de 1979, no se les permite concurrir a los estadios porque tienen prohibido mirar hombres con poca ropa, pues eso podría despertar, según los líderes religiosos, sensaciones sexuales inapropiadas.

El 8 de marzo las autoridades iraníes celebraron el Día Internacional de la Mujer atacando a cientos de personas que se habían reunido pacíficamente en Teherán. Policías uniformados y de civil arremetieron contra la manifestación, golpeando a cientos de mujeres y hombres.

En un contexto en que reformistas, intelectuales laicos y escritores son proscriptos por el gobierno conservador, las activistas desempeñan un rol cada vez más importante.

En su reclamo por cambios en la legislación que afectan negativamente su día a día, una coalición multilateral de mujeres iraníes y organizaciones de la sociedad civil piden pacíficamente nada menos que un cambio fundamental en la ley islámica.

(*) Omid Memarian, periodista y activista social iraní, es académico visitante en la Escuela de Posgrados en Periodismo de la Universidad de California.

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