TELEVISIÓN-IRÁN: Caen las antenas parabólicas

Televidentes de Irán asumen con estoicismo la campaña del gobierno contra las antenas parabólicas que les permiten ver los «decadentes» canales extranjeros, así como programas en persa transmitidos por disidentes exiliados.

La actual campaña policial, amparada por una ley de 1994 que prohíbe la posesión y uso de antenas parabólicas, ha sido bastante suave. Los agentes de seguridad evitaron ingresar en domicilios particulares para incautarse de los aparatos.

Las autoridades sospechan que entre tres y cuatro millones de iraníes que miran televisión satelital hicieron caso omiso a las advertencias del jefe de policía de hace más de un mes.

El diario reformista Shargh exhibió en su portada la fotografía de un policía destruyendo una antena parabólica.

El promotor de la ley en el parlamento, Saeed Aboutaleb, criticó a la policía por perseguir a los particulares y no a los distribuidores y proveedores del servicio de televisión satelital. "Los canales cuyo contenido sea inmoral o tendencioso serán filtrados", afirmó, según Shargh.

Muchos distribuidores ayudaron a adulterar los decodificadores de señales televisivas, de modo que sus poseedores pueden apreciar cientos de canales, no sólo de forma ilegal sino también gratuita. Por temor al arresto, quienes brindan esos servicios mantienen ahora un perfil bajo y hasta apagaron sus teléfonos móviles.

"Bloquearon la calle, tocaron el timbre, anunciaron que era la policía y luego fueron directamente al techo. Creo que no tenían orden judicial para ingresar a los apartamentos y requisar los receptores", relató Ahmad Ramezani, del barrio residencial de Elahieh, en Teherán.

"Cortaron los cables y rompieron o quitaron las antenas, aunque no las confiscaron, como otras veces", agregó.

En algunos casos, la policía distribuyó notificaciones. Por ejemplo, en la ciudad de Karaj, cercana de la capital, los residentes en un complejo de apartamentos recibieron una carta en que se los exhortaba a desconectar sus equipos y llevarlos a la comisaría, informó la agencia noticiosa iraní Fars News Agency.

"¿Qué cambia que bajemos las antenas del techo?", se preguntó Zahra Amani, una maestra jubilada. "Desde el año pasado interfieren las señales al punto de que es casi imposible ver algo. Los primeros días de la crisis nuclear, casi todos los canales quedaron afectados."

Amani se extrañó que la interferencia casi no afectara a los canales de pornografía y sí a las cadenas de los disidentes.

"Al principio creí que mi receptor funcionaba mal y llamé al distribuidor, pero me dijo que muchos clientes de mi zona tenían el mismo problema. Escuché que la interferencia puede ser muy dañina para la salud de la gente", agregó la mujer.

La Agencia de Noticias de Estudiantes Iraníes señaló que los policías dirigen su campaña sólo contra las antenas claramente visibles. En algunos lugares se vio cómo las tiraban desde los techos.

En las primeras instancias de la ofensiva, a comienzos de mes, en la septentrional provincia de Gilan y la occidental de Kurdistán, la policía irrumpió en domicilios particulares.

"Los canales de televisión iraníes son muy aburridos. La música siempre es tediosa, no hay bailes y censuran las noticias", señaló un estudiante universitario.

El joven se lamentó por no poder ver sus canales preferidos, los que se emiten en persa desde el extranjero y que son mucho más entretenidos, con música, noticias y películas.

La mayoría de los canales persas digitales son privados, a excepción de los de carácter propagandístico, como la Voz de América. Algunos de ellos pertenecen a exiliados opositores al régimen islamista. Uno, incluso, promueve la conversión al cristianismo, delito pasible que se castiga con la pena capital.

Los canales en persa son tan populares que se sustentan gracias a la publicidad, no sólo de productos y servicios extranjeros, sino también iraníes, a pesar de las advertencias en contrario del Ministerio de Orientación Islámica.

Además, funcionarios del gobierno y académicos, entre otros, recibieron instrucciones del gobierno para que no brinden entrevistas ni aparezcan en programas de esas cadenas de televisión.

"Necesitamos saber realmente qué es lo que está pasando en el mundo. No tenemos televisión o emisoras de radio privadas. Lo único que sabemos es lo que es gobierno decide qué es bueno para nosotros. Es natural que la gente se sienta atraída por otras voces", dijo Negar, estudiante de medicina en la Universidad de Teherán.

La familia de Negar hace años que mira televisión por satélite y retira del techo sus antenas y esconde los equipos cada vez que se registra una campaña como la actual.

Pero la tecnología de los Sistemas de Televisión Directa por Satélite (conocida por sus siglas en inglés DTH), que permite la recepción mediante pequeñas antenas de uso doméstico, le da esperanzas a los televidentes como Negar.

De hecho, la Comisión de Cultura del parlamento iraní, dominado por islamistas de línea dura, redacta un proyecto de ley para enmendar la norma de 1994 y autorizar a los proveedores de servicios privados a ofrecer a sus clientes canales DTH.

"La campaña puede tener su origen en el aumento de emisiones en persa y en la creciente diversidad de contenido. Pueden influenciar el comportamiento político y social", señaló un analista que pidió reserva.

"En menos de tres meses habrán elecciones simultáneas para la Asamblea de Expertos y el consejo de la ciudad. Los islamistas de la línea dura están determinados a ganar. No están unidos, y por lo tanto son más vulnerables que en comicios anteriores. Harán todo lo posible para evitar que estos órganos caigan en manos de conservadores más moderados, para no hablar de los reformistas", añadió.

Antes de las elecciones presidenciales del año pasado, Mehdi Kalhor, asesor cultural del presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad e integrante del directorio de la televisora estatal, prometió que el nuevo gobierno no recortaría las libertades de la población, incluyendo la televisión satelital.

"Al parecer, Ahmadinejad se distancia de los asesores, que favorecen mayores libertades, y se acerca a los partidarios de línea dura, como el jefe de policía, quien casualmente es su cuñado", señaló el analista político.

"Por ahora guardé mi equipo", comentó con optimismo Reza, un funcionario de 34 años. "Ya hemos pasado por esto. Es sólo una ola y pasará pronto. Cientos de miles de hogares, sólo en Teherán tienen antenas. ¿Qué podría hacer la policía?" (

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