VENEZUELA: Las formas del árbol caído

Hace una década, cuando ya frisaba los 60 años, el escultor y arquitecto Julio Maragall se encontró con la madera. De los duros troncos de las llanuras de Venezuela extrajo diversidad de formas, siluetas y volúmenes, configurando decenas de piezas que se exhiben por primera vez.

"Yo no corto árboles, utilizo los ya caídos y tomo de allí lo que necesito para las piezas que he concebido", dijo el artista a IPS. "Siento que en la madera hay más vida, más posibilidades de expresión de formas, de figuras usando las vetas del tronco, y de la volumetría y de los espacios entre volúmenes", agregó.

La mayoría de sus tallas están limitadas por el tamaño de los troncos, de árboles como el algarrobo (Prosopis pallida) y acapro (Tabebuia chrysantha), y miden menos de 1,25 metros de alto por unos 40 centímetros de ancho, y en ocasiones apenas 25 centímetros de profundidad.

También ha realizado obras que asemejan placas con relieves, con dimensiones de 100 por 178 centímetros y de 18 de profundidad.

En sus esculturas predomina la mujer, seguida por los niños y algunos grupos con caballos. Las figuras no están en poses heroicas o de faena sino tendidas, relajadas, en siesta, jugueteando, o muy esforzadas en acrobacias o ensayos de nado.

Las líneas y cuerpos son gruesos, porque, como dice el artista, "busco más la forma que la anatomía. Sacar la forma que habita la madera. Exagero el volumen y lo redondeado porque creo que así transmito mejor mi concepto de lo femenino".

Las mujeres de Maragall "no son heroicas, ni eróticas según la norma de fruta jugosa lista para el mordisco, tampoco laboriosas o sacrificadas, no corren para hacer nada de provecho. No les vengan a estas mujeres con horarios, metas ni diplomas, están en su eterno día libre", apuntó sobre la obra la escritora Milagros Socorro.

Su trabajo "no se ve tentado por la atracción de las vistosidades, efectismos, preciosismos u otras complacencias fáciles, ni tampoco gusta de truculencias, rebuscamientos y otros excesos. Su obra es, por el contrario, sobria, severa y casi austera", señaló el crítico de arte Perán Erminy.

No hace las tallas por encargo, sino para dar salida a su vena artística y lúdica, aunque hay empresas y coleccionistas que siguen, consecuentes, su trabajo. La exposición que ofrece la caraqueña galería Freites, desde el 18 de marzo hasta el 29 de abril, "se debe más a que el taller estaba atiborrado y saqué 36 piezas para la muestra", dijo medio en broma.

Maragall había trabajado el bronce y la piedra. Aunque su actividad laboral ha sido la arquitectura, estuvo siempre marcado por la escultura. Nació en 1936 en Barcelona, España, y su padre, el escultor Ernesto Maragall, decidió emigrar tras el estallido de la Guerra Civil Española (1936-1939).

Ernesto fue profesor de escultura en centros de bellas artes de Caracas, y parte de su producción artística se encuentra en el monumental Paseo Los Próceres, construido a mediados del siglo pasado para rendir tributo a los libertadores venezolanos de principios del siglo XIX.

"Cuando estudiaba arquitectura en la Universidad de Cornell (Nueva York, Estados Unidos) tomé cursos de escultura, y desde 1965 trabajé piedra y metales, hasta que en 1995 definitivamente opté por la madera", rememoró el artista.

En bronce ha dejado obras como el Bolívar Civil, de tres metros de altura, ubicado desde 1988 al inicio de la avenida del mismo nombre en el centro de Caracas, y uno semejante localizado en la plaza de Barceloneta, en Barcelona, España.

Maragall se confiesa "horrorizado" por la destrucción de esculturas, sobre todo las de piezas metálicas, que ha padecido Caracas en los últimos años a manos de vándalos y recicladores inescrupulosos. También, en 2004, radicales de izquierda derribaron una estatua de Cristóbal Colón en el centro de la ciudad.

Sin embargo, el artista ve "una luz al final del túnel", pues entidades culturales y el grupo estatal Petróleos de Venezuela "están recuperando las más emblemáticas obras", casi todas de artistas cinéticos como Alejandro Otero y Jesús Soto.

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