SIDA: Hacia los antirretrovirales pediátricos

La cuarta conferencia de la Sociedad Internacional de Sida (IAS, por su sigla en inglés) finalizó el miércoles en esta ciudad con un llamado a desarrollar medicinas antirretrovirales específicas para niños y niñas que viven con el virus que causa la enfermedad (VIH).

"Debemos proteger nuestro futuro", dijo en ese sentido Pedro Cahn, presidente de la IAS.

Cahn, infectólogo y director de la Fundación Huésped de Argentina, exhortó a "encontrar mejores caminos para tratar a los más jóvenes y buscar estrategias de prevención integradas, basadas tanto sobre la ciencia como sobre el cambio de conductas".

Alrededor de 2,3 millones de niños en el mundo viven con el VIH, y cada año se registran unos 600.000 nuevos casos, según estadísticas divulgadas en la conferencia.

Asimismo, se estima que unos 780.000 niños requieren drogas antirretrovirales, pero apenas 15 por ciento tienen acceso a ellas. En África subsahariana, los niños representan 14 por ciento de las personas que necesitan estos medicamentos, pero sólo seis por ciento los reciben.
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Sin tratamiento adecuado, la mitad de los bebés portadores morirán antes de cumplir dos años.

"Hay un alarmante fracaso de la comunidad internacional respecto de los medicamentos destinados a los niños", dijo Annette Sohn, pediatra de la división de enfermedades infecciosas de la estadounidense Universidad de California en San Francisco.

"Lo que necesitamos con urgencia son más y mejores antirretrovirales pediátricos, un espectro más amplio de cócteles de drogas, dobles y triples", agregó. "En la mayoría de los casos, se fraccionan las dosis de adultos para suministrarlas a niños."

"Pero al dividirse las píldoras a menos de la mitad de su tamaño puede administrarse una dosis mayor o menor de la necesaria. Esto significa que los niños pueden recibir una cantidad inadecuada de la droga, lo que resta eficacia al tratamiento", explicó Sohn.

La meta de la terapia pediátrica, indicó, es "equilibrar el efecto antiviral de los medicamentos con los perjuicios de largo plazo" de la administración de estas sustancias "a un niño en desarrollo".

Sohn explicó que los niños que viven con el virus del sida y reciben antirretrovirales corren riesgo de sufrir encefalopatía, en la que el cerebro se dilata y con el tiempo los tejidos resultan dañados. Las consecuencias son una deficiencia en el desarrollo cognitivo y una menor densidad ósea.

Aunque se considera que el tratamiento temprano aumenta las posibilidades de sobrevida, algunos niños deben recibir antirretrovirales de segunda y tercera línea por la resistencia a las drogas que el virus desarrolla rápidamente.

"La respuesta al tratamiento es más efectiva cuando se lo inicia antes de que el niño desarrolle una inmunodeficiencia severa", señaló Sohn.

La conferencia se inició con la difusión de la "Declaración de Sydney", que exige a los gobiernos dedicar a la investigación 10 por ciento de los fondos que destinan a combatir el sida y garantizar la disponibilidad del tratamiento en las naciones más pobres.

El documento fue firmado por unos 1.600 científicos, médicos, políticos y líderes comunitarios de todo el mundo.

"El VIH presenta uno de los mayores y más complejos desafíos científicos de nuestro tiempo. Afrontarlo demandará una sostenida voluntad política y más recursos destinados a la investigación del Sida", dijo el copresidente de la conferencia, David Cooper, director del Centro de VIH de la australiana Universidad de Nueva Gales del Sur.

Nuevos antirretrovirales, con menos efectos colaterales, están en etapa de desarrollo. Aunque millones de personas en los países pobres todavía no los reciben, el acceso a estos medicamentos ha mejorado de manera sostenida.

En África Subsahariana, en junio de 2006, más de un millón de personas los estaban recibiendo, diez veces más sobre los niveles de diciembre de 2003, según datos del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (Onusida).

"En los países en desarrollo utilizamos las combinaciones de drogas más tóxicas, que ya no se utilizan en las naciones industrializadas, porque son baratas", dijo Cooper.

"El mayor desafío para la comunidad científica es desarrollar tratamientos de segunda y tercera línea en los países pobres, que son fundamentales para quienes desarrollaron resistencias a las drogas de primera línea", agregó.

La sesión plenaria en el día de clausura del congreso estuvo dedicada a analizar los desafíos y oportunidades asociados con las estrategias de prevención y los obstáculos que plantea la capacidad mutante del VIH.

El doctor Ben Berkhout, del laboratorio de virología experimental de la Universidad de Ámsterdam ha demostrado por primera vez que la cepa VIH-1 no sólo se vuelve resistente a las drogas, sino que también se torna dependiente de ciertos antirretrovirales.

Esta variedad del virus tiene una enorme capacidad de adaptación, lo que dificulta el tratamiento, explicó.

La directora de programas internacionales del Instituto de Investigación del Sida de la Universidad de California en San Francisco, Nancy Padian, expuso sobre prometedoras medidas de prevención, que incluyen el uso de drogas para combatir el herpes genital, profilaxis previa a la exposición y barreras cervicales, entre otras.

A más de 25 años del inicio de la pandemia, unas 25 millones de personas han muerto a causa del sida y se estima que otras 40 millones están infectadas con el VIH, según el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/Sida (Onusida).

A pesar de que la transmisión del virus puede prevenirse con prácticas de sexo seguro, 11.000 personas lo contraen diariamente. Y aunque puede ser tratado, más de tres millones mueren anualmente por causas relacionadas con la enfermedad.

El desarrollo de una vacuna contra el sida tomará varios años antes de que pueda ser empleada, dicen los científicos. Se están realizando investigaciones en una vacuna que ayudaría a retrasar el avance de la enfermedad cuando una persona resulta infectada con el VIH.

En la actualidad se destinan 650 millones de dólares en investigación y desarrollo de la vacuna, frente a los 5.000 millones empleados en prevención. Según Onusida, el tratamiento de enfermos pasó de 240.000 personas en 2001 a 1,3 millones en 2005.

Los expertos enfatizan en la necesidad urgente de incrementar el número de pruebas para detectar la presencia del virus. El diagnóstico temprano es importante para que las personas puedan comenzar tratamientos que les prolonguen la vida.

La Organización Mundial de la Salud estima que 80 por ciento de los portadores en países de ingresos medios y bajos ignoran que padecen la enfermedad.

Investigaciones en África subsahariana demostraron que apenas 12 por ciento de los hombres y 10 por ciento de las mujeres se habían hecho el análisis para detectar la presencia del virus.

"Pero el tratamiento debe demostrar que es viable en términos de la ecuación costo-beneficio. Ya existe 'fatiga' en los países donantes respecto del financiamiento de la lucha contra la enfermedad. También se argumenta que el sida ha desviado recursos y talentos que se podrían destinar a otros temas de salud pública", dijo el director del Programa sobre VIH/Sida del Banco Mundial, Debrework Zewdie.

En el transcurso de la conferencia, el gobierno australiano tomó el compromiso de destinar 1.000 millones de dólares en los próximos tres años para combatir la pandemia.

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