AMBIENTE-AUSTRALIA: Campaña electoral hecha astillas

La instalación de una fábrica de pasta de celulosa en el valle de Tamar, en la isla australiana de Tasmania, se metió de lleno en la campaña rumbo a las elecciones federales que se realizarán en las próximas semanas.

Marcha contra las plantas de celulosa en Tasmania Crédito: Wilderness Society
Marcha contra las plantas de celulosa en Tasmania Crédito: Wilderness Society
Gunns Limited, la mayor empresa australiana fabricante de artículos de madera dura, quiere instalar la planta a un costo de 2.000 millones de dólares australianos (alrededor de 1.600 millones de dólares estadounidenses).

Esta zona turística se ubica en el corazón de la industria vitivinícola australiana, que obtiene ingresos por unos 50 millones de dólares estadounidenses al año.

Los opositores al proyecto alegan que la fábrica destruirá bosques ancestrales y tendrá un impacto de largo plazo en el ambiente, la agricultura, el turismo, la vitivinicultura y la pesca.

A los vitivinicultores les preocupa la posibilidad de que el fuerte olor que a veces ronda las fábricas de celulosa y la contaminación del aire tengan consecuencias negativas en su negocio.

"Dependo por completo de mi bodega. Se va a morir nuestra reputación de lugar verde y limpio para cultivar uvas si los olores llegan hasta mi propiedad", señaló el vitivinicultor Peter Whish-Wilson.

La pasta de celulosa se fabricará mediante el proceso kraft —que utiliza sulfato en la digestión de la madera— y utilizará dióxido de cloro para blanquear, mediante el sistema "libre de cloro elemental", conocido por sus siglas en inglés ECF.

Pero las comunidades de Tamar y diversas organizaciones no gubernamentales presionan para que la fábrica aplique la tecnología denominada "totalmente libre de cloro" (TCF).

La fábrica que se construirá sobre el río Tamar, cerca de la ciudad de Launceston, una de las mayores de Tasmania, "verterá miles de toneladas de efluentes contaminados al día al estrecho de Bass y pondrá en riesgo peces y otras formas de vida acuática", dijo Paul I. J. Oosting, de The Wilderness Society, una de las organizaciones que más crítica el proyecto.

"En un principio se extraerá 80 por ciento de la materia prima que utilizará la fábrica del bosque autóctono, y eso implicará la destrucción de ese recurso de alto valor patrimonial para Tasmania", indicó Oosting.

"Ese porcentaje representa 4,5 millones de toneladas de astillas 'verdes' (recién extraídas) al año del bosque nativo de Tasmania, de los cuales cuatro millones se utilizarán para fabricar la pasta y 0,5 millones se quemarán para producir energía", detalló.

"Los bosques que se destruirán para alimentar la fábrica de Gunns, si obtiene permiso, incluyen áreas habitadas por especies raras y en peligro de extinción como el águila de cola cuneiforme de Tasmania, el gran cangrejo de agua dulce y el quol de cola moteada", añadió Oosting.

La tala de bosques autóctonos pondrá en peligro a otras especies como el demonio de Tasmania, el bandicoot rayado del este, el loro veloz.

"La exportación de madera 'chipeada' (en pequeñas astillas) asciende a unas 4,5 millones de toneladas al año en Tasmania", indicó Oosting.

"Gunns tiene previsto construir una fábrica de pasta de celulosa y seguir exportando astillas. Se duplicaría la exportación desde Tasmania y sería un desastre para la biodiversidad y el cambio climático", sostuvo.

"Además, el aire contaminado de la planta puede fomentar la incidencia de ciertas enfermedades respiratorias como asma y cáncer de pulmón y causar más muertes", añadió Oosting.

Los ambientalistas no lograron convencerse luego de que Gunns aseguró que, de acuerdo con sus estudios, la cantidad de árboles los bosques autóctonos de Tasmania es suficiente como para asegurar su regeneración al mismo tiempo que funcione la planta.

"Serán necesarias unas 260.000 hectáreas de eucaliptos para producir la pasta de celulosa y cubrir el funcionamiento de la fábrica, la cual que se prevé que insuma, cuando esté totalmente operativa, cuatro millones de toneladas 'verdes' para producir 1,1 millones de metros de pulpa al año", afirmó el experto Chris Beadle.

"Si 10 por ciento de la madera empleada por la planta procede del pino, el área requerida para los eucaliptos será de unas 235.000 hectáreas", apuntó.

"El tiempo de rotación de cultivos más breve es, en promedio, de unos 15 años. Si la fábrica se inaugura en 2009, los únicos bosques de eucaliptos disponibles serán los plantados en Tasmania en 1994, es decir unas 25.000 hectáreas. Por lo tanto, la planta deberá recurrir al bosque autóctono", añadió..

Entre 2000 y 2005, el total de madera extraída de los bosques nativos de Tasmania fue de unas 5,1 millones de toneladas "verdes" al año, de las cuales 4,4 millones fueron utilizadas para pulpa de celulosa y 0,7 millones para astillas.

El ritmo actual de tala supera el rendimiento sustentable a largo plazo para este tipo de bosque.

La fábrica de Gunns también elevará la demanda de troncos de Tasmania y opacará las de otros sectores productivos que dependen de la misma fuente, como los de leña y madera enchapada.

"Muchas de esas industrias no sólo implican un producto de mayor valor agregado para la madera talada, sino que permiten un mayor almacenamiento de carbono. Los bosques de Tasmania tendrán un futuro más seguro y sustentable si se usan para esos productos y no para la pasta de celulosa", explicó Beadle.

Más de 25.000 australianos se unieron a GetUp!, organización que se opone a la fábrica de pasta de celulosa de Gunns.

"La población australiana rechaza abrumadoramente el desarrollo industrial retrógrado y el pensamiento negativo, que perjudicará el ambiente y la economía de Tasmania", indicó el director ejecutivo de GetUp!, Brett Solomon.

El conocido empresario Geoffrey Cousins, dueño de varias hectáreas de campo en Tasmania, lleva adelante una campaña feroz contra el proyecto y cuenta con el apoyo del ex tenista John Newcombe, la actriz Cate Blanchett y su esposo, el director y guionista Andrew Upton.

En las circunscripciones de donde proceden el ministro de Ambiente, Malcolm Turnbull, y del portavoz del opositor Partido Laborista, Peter Garrett, se entregaron 50.000 copias de un artículo que analiza la destrucción de los bosques nativos y la influencia de Gunns en el gobierno.

La construcción de la planta se convirtió en un asunto candente de la campaña hacia las elecciones, que se celebrarán en octubre o noviembre.

Por su parte, el primer ministro John Howard declaró que "le gustaría que se construya una fábrica que no dañe el ambiente en el norte de Tasmania, porque crearía puestos de trabajo y es importante para mantener la industria".

"La decisión final para que el proyecto siga adelante quedará sujeta a que se respondan de forma satisfactoria todas las interrogantes en materia ambiental", añadió.

El gobierno y la industria maderera señalaron que la fábrica inyectará unos 4.000 millones de dólares estadounidenses a la economía de Tasmania y creará 1.600 empleos permanentes y unos 2.500 personas al inicio del proceso.

Gunns es propietaria de unas 185.000 hectáreas y además administra 110.000 hectáreas de plantíos. La compañía emplea a unas 1.700 personas y facturación de 5,7 millones de dólares al año.

"En los últimos tres años demostré que soy más amigo de los trabajadores de la industria maderera de Tasmania que nadie en el Partido Laborista", afirmó Howard, líder del Partido Conservador, en 2004.

El parlamento de Tasmania aprobó la construcción de la fábrica de pasta de celulosa.

Gunns esperaba contar con el apoyo de los gobiernos federal y estadual para el 1 de este mes, a fin de redactar los contratos necesarios para poder iniciar el proceso.

Pero el Ministerio de Ambiente extendió seis semanas la fecha límite para dar la aprobación definitiva del proyecto, para contar con la opinión del jefe de su Departamento Científico Jim Peacock.

El líder del Partido Verde, Bob Brown, señaló que "la cuestión de la planta de pasta de celulosa es una prueba de las credenciales ambientales del Partido Laborista y de la coalición gobernante con vistas a las próximas elecciones" federales.

Por su parte, el presidente de Gunns, John Gay, declaró que "la compañía mantiene su compromiso total con el proyecto", afirmó.

"Trabajamos con los ingenieros más importantes para diseñar la planta, contratamos a los mejores toxicólogos de Australia para analizar los efectos ambientales, empleamos a una importante universidad para investigar el impacto económico e invitamos a especialistas de renombre internacional a unirse a Gunns ", indicó Gay.

"El diseño de la fábrica prevé las mejores prácticas del mundo para obtener los mejores resultados ambientales", concluyó.

* Este artículo forma parte de la serie sobre crecimiento sustentable de IPS y la Federación Internacional de Periodistas Ambientales (IFEJ, por sus siglas en inglés).

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