BANGLADESH: Muerte, caos y ayuda escasa tras el ciclón

Cientos de pescadores hambrientos y sedientos esperaron tres días en la isla bangladesí de Dublar Char, en el golfo de Bengala, los víveres que finalmente un helicóptero militar lanzó desde el aire ante la imposibilidad de aterrizar. Pero otras zonas aún están en total desamparo.

Los pescadores pobres, que perdieron todo a causa del peor ciclón tropical en décadas, se pelearon por los paquetes tras caer sin que nadie pudiera hacer una distribución adecuada.

La situación se repitió varias veces a lo largo del fin de semana en muchas partes de la costa de Banglasesh, la más afectada por el ciclón Sidr y la consecuente furia del mar que se abatió el jueves.

"Estuve en Southkhali, en el distrito de Bagerhat, el domingo y comprobé que personas pasaron hambre durante tres días. También observé a personas buscar familiares entre los escombros y a otras enterradas en las ruinas de sus casas", relató el fotoperiodista Andrew Biraj.

Tres días después del desastre, decenas de miles de sobrevivientes seguían esperando la ayuda en sus viviendas destruidas.
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Los socorristas ya encontraron miles de cuerpos, lo cual sugiere que la cantidad de muertos puede ser mucho mayor a los 3.100 confirmados este lunes por las autoridades.

"La cantidad de muertos puede llegar a 10.000", señaló Mohammad Abdur Rob, presidente de la Sociedad de la Media Luna Roja de Bangladesh, organización que encabeza las operaciones de rescate.

Más de cinco millones de personas padecen necesidades extremas. La situación supera la capacidad de reacción de un país que ya es uno de los más pobres del mundo, según estimaciones de la Media Luna Roja.

Trabajadores humanitarios, junto al ejército de Bangladesh, siguen luchando por despejar los caminos para que sus vehículos puedan alcanzar las zonas más afectadas. En algunos lugares se debió recurrir a elefantes para retirar los árboles enormes que fueron desarraigados por los fuertes vientos de entre 220 y 240 kilómetros por hora.

Diferentes países, agencias internacionales, organizaciones no gubernamentales, internacionales y locales, y el gobierno de Bangladesh prometieron millones de dólares en asistencia para las víctimas, pero sólo se pudo llegar a unos pocos millones de damnificados que reclamaban alimentos, agua y medicamentos.

El ciclón, que asoló con furia la bahía de Bengala el jueves de tarde, devastó los distritos costeros del sur del país, dejó miles de muertos, destruyó decenas de miles de casas y arrancó árboles enormes de raíz.

"Había casi tres millones de personas vulnerables al ciclón en los distritos costeros y sólo pudimos evacuar a la mitad. Esperamos que el resto se encuentre a salvo", declaró un funcionario del Ministerio de Gestión de Desastres, Mohammad Ayub Mia, el viernes de tarde.

Además, casi todo el país quedó sumido en la oscuridad a causa del colapso de la red eléctrica del país, que el domingo había sido restaurada apenas en forma parcial.

La falta de energía se sumó a la escasez de agua y combustible en todo el territorio nacional. En la mayoría de las zonas afectadas, las líneas telefónicas se cayeron y los caminos quedaron bloqueados por grandes árboles.

Al principio hubo falta de coordinación en la asistencia a los damnificadas, pero luego se logró llegar a zonas aisladas, dijo a IPS Mushtaque Chowdhury, vicedirector ejecutivo del Comité de Acción Rural de Bangladesh (BRAC, por sus siglas en inglés), una de las mayores organizaciones involucradas en las operaciones de rescate.

Ahora el país padece una grave crisis alimenticia debido a que el ciclón fue precedido por grandes inundaciones y ambos fenómenos acabaron con la cosecha de arroz de este año, añadió Chowdhury.

La organización destinó un millón de dólares en asistencia, pero ahora prevé disponer de cinco millones más.

"Al principio no pudimos estimar la amplitud real de los daños porque nuestros trabajadores voluntarios no habían podido llegar a todas las zonas afectadas, pero ahora nos damos cuenta que tenemos una tarea enorme por delante", explicó.

La crisis por falta de agua se agravó por la salinidad que dejó el maremoto.

"La falta de logística y coordinación dificultó la llegada de los socorristas y voluntarios a las víctimas", explicó Claire Barrault, funcionaria del departamento para Asia meridional de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la Unión Europea (UE), en conferencia de prensa.

Barrault y dos funcionarios más se encuentran en Bangladesh como parte de una misión de respuesta rápida para evaluar la dimensión de los daños causados por el ciclón.

Cientos de cuerpos flotaban en los ríos en torno a la zona pantanosa del delta de Sundarbans, relató uno de los sobrevivientes que logró llegar al continente y poner fin a una pesadilla que duró dos días.

Milon Mia, de 30 años, permaneció 30 horas flotando en la bahía antes de ser rescatado el sábado de mañana por otros pescadores.

"Mi barco se hundió cuando trataba de encontrar un refugio en el río, en la zona de Sundarbans. Cuando regresaba, tras ser rescatado, pude ver cientos de cuerpos flotando", relató Mia a los periodistas presentes.

Otro pescador, Abdur Gafur, de 50 años, rescatado el sábado de Dublar Char, relató que trepó a un árbol enorme cuando la isla fue asolada por fuertes vientos y olas gigantescas. Se agarró de una rama y permaneció allí hasta que pasó la tormenta.

"Trepé unos tres metros y medio, pero las olas igual me golpeaban el pecho. Recé y me encomendé al Todopoderoso", relató. "Perdí de vista a cuatro de mis compañeros que debieron ser llevados por la corriente".

Muchas de las pequeñas islas de la bahía de Bengala permanecieron totalmente aisladas del continente y miles de personas quedaron encerradas allí, informaron funcionarios.

El gobierno envió suministros a todos los distritos y hay más en camino, aunque grandes áreas permanecen aisladas, indicó Ayub Mia.

Bangladesh es propenso a la ocurrencia de desastres naturales que dejaron gran número de muertos y mucha destrucción. En 1970, cerca de medio millón de personas fallecieron a causa de un ciclón. El maremoto de 1991 dejó 138.000 muertos.

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