CHINA-INDIA: Extraña pareja busca la custodia de Birmania

China e India, que se enfrentaron en una guerra en 1962, son ahora estrechos socios comerciales, coinciden en su visión de muchas cuestiones internacionales e incluso realizan ejercicios militares conjuntos, pero existe un tema en el que las coincidencias desaparecen: Birmania.

Aunque no resulta tan conflictivo como la protección que Nueva Delhi otorga al movimiento de resistencia tibetano, o los reclamos de Beijing sobre partes del territorio indio, el enfoque adoptado por ambos países respecto de Birmania —rica en recursos, pero pobre y aislada— revela diferencias tácticas y filosóficas.

"En 1988 India suspendió todo contacto con la junta militar birmana y otorgó el Premio Nehru a Aung Sang Suu Kyi", la líder de la oposición que se encuentra desde hace años bajo arresto domiciliario, dijo Brahma Chellaney, profesor de estudios estratégicos del Centro para Investigación de Políticas de Nueva Delhi.

"Cuando India modificó su actitud, descubrió que había perdido Birmania a manos de China, que ha construido instalaciones de reconocimiento en las islas Coco. Por lo tanto, este cambio de una política internacional basada en la moral y los valores a una denominada realista se produjo como consecuencia de ese revés", agregó.

Beijing, por su parte, ofreció su apoyo a la dictadura birmana. "Siempre quiere tener vecinos amigables", señaló Minxin Pei, director del programa sobre China de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, con sede en Nueva York.
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"Birmania es un estado cliente. Si Beijing no puede controlarlo, no permitirá que otra potencia lo haga", agregó.

Aunque el comercio bilateral no es significativo, China provee a la junta militar de Birmania armas e inversiones directas considerables, mientras pone el ojo en los recursos energéticos de ese país.

"Para China, Birmania constituye un acceso a la bahía de Bengala y el océano Índico y permite controlar vías de comunicación vitales en el estrecho de Malaca", indicó Chellaney. "Beijing está completando el Corredor Irrawaddy, que conectará por carreta, ríos y ferrocarril a los puertos de Birmania con la provincia de Yunán", agregó.

El crecimiento económico chino depende de crecientes importaciones de energía y Birmania es una fuente de abastecimiento potencial, por sus abundantes reservas de gas natural.

Pero a causa del aislamiento derivado de las sanciones impuestas a la dictadura militar, "Birmania no ha capitalizado esos dividendos. La inversión extranjera para la exploración y producción de gas no ha sido significativa. Las sanciones impidieron al gobierno acceder a la tecnología necesaria para exportar gas natural líquido", dijo Chellaney.

"Su única alternativa es enviarlo por gasoducto a sus vecinos más próximos, China o Tailandia", agregó y estimó que el gasoducto a China estará operativo en un año.

Pero la relación entre Birmania y China no está libre de tensiones. "Beijing es una suerte de socio de último recurso. La estrategia de aislamiento significa que la junta birmana tiene que volcarse hacia China. No les agrada, pero ayuda a los militares a mantenerse en el poder", señaló Derek Mitchell, director del programa de Seguridad del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.

La competencia entre Beijing y Nueva Delhi para ganar influencia en Birmania se inscribe en el contexto más amplio de la búsqueda de poder de ambos gigantes asiáticos en el escenario internacional. A pesar del progreso en la relación bilateral, la historia crea tensiones bajo la superficie.

"La sombra de la guerra de 1962 complica el vínculo entre los dos países. Pesa fuertemente en la psicología india y las heridas del conflicto permanecen abiertas por los reclamos territoriales que formula China", indicó Chellaney.

Las diferencias de los sistemas políticos y económicos de las dos naciones también las empujará hacia sendas divergentes. Chellaney considera que emergerán dos bloques: "una coalición liderada por China, que valora el control interno centralizado y una constelación de democracias vinculadas a través de una red de asociaciones estratégicas".

El agua es otra fuente de potenciales tensiones. Todos los ríos más importantes de Asia, a excepción del Ganges, nacen en la meseta tibetana. China controla, entre otros, el curso superior de los ríos Indo, Mekong, Yangtze y Brahmaputra, que en conjunto sirven a las necesidades de casi la mitad de la población mundial.

Esto podría convertirse en un desafío importante para la región, sobre todo porque Beijing construye en esos ríos represas para irrigación y generación de electricidad. "Si la geopolítica del agua crea tensiones entre los Estados, el renacimiento de Asia podría llegar a un punto muerto", advirtió Chellaney.

Minxin Pei es más optimista. Señaló que Beijing y Nueva Delhi han demostrado durante los últimos años moderación estratégica, debida en parte a sus diferentes prioridades. Mientras China mira hacia el este —Japón y Taiwán— India se concentra el en sur de Asia.

Los líderes de ambas naciones "entienden que tienen mucho más para ganar sacando provecho de las oportunidades disponibles que a través de la competencia estratégica. La globalización beneficiará a China e India con su mano de obra barata", agregó.

Con un creciente comercio bilateral, y los focos de tensión bajo la superficie, no existe el riesgo de que China e India se encuentren en un curso de colisión a causa de Birmania en el corto plazo.

La aproximación de Nueva Delhi a la dictadura de Rangún está balanceada por sus extraoficiales pero estrechos lazos con la oposición democrática. Beijing tiene vínculos económicos e intereses de seguridad en Birmania, pero es sensible a las críticas internacionales hacia sus políticas.

Quizás porque Birmania no es una prioridad para ninguno de los dos países, podría transformarse de un motivo de tensión en una oportunidad de mayor cooperación entre China e India. Si la situación de ese país se estabiliza, ambos gigantes asiáticos se verán beneficiados.

Beijing ya ha demostrado su habilidad en la crisis por el programa nuclear de Corea del Norte, actuando como catalizador de un compromiso en un marco de negociación regional. Nueva Delhi podría imitarla.

"India no pudo persuadir a la junta militar birmana para que negociara más efectivamente con Aung San Suu Kyi y detener así el aumento de la influencia de China. ¿Debe renunciar? No, puede jugar el papel de facilitador en la reconciliación política final de Birmania", concluyó Chellaney.

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