ALIMENTACIÓN: Disparadores de la inflación agrícola

Las viejas leyes de mercado ya no funcionan. Los precios de los alimentos suben desde hace seis años por la demanda en auge, sin que el aumento de la producción restablezca el equilibrio como ocurría en el pasado. Por el contrario, la tendencia al alza se acentuó a partir de 2007.

La llamada "financierización" del mercado agrícola, es decir la invasión en el sector de los fondos de inversión en busca de activos más seguros y lucrativos, intensificó la tendencia y "en este momento influye más que la ley de oferta y demanda", evaluó el analista Fernando Muraro Junior, de la empresa de consultoría AgRural.

No hay cómo medir el peso de la especulación en la "agflación" (neologismo creado para graficar la inflación provocada por el sector agrícola), admitió.

Pero su papel es innegable si se toma en cuenta que los fondos de "commodities" (productos básicos) dominan 40 por ciento de los contratos en la Bolsa de Valores de Chicago, una proporción sin precedentes, y la compra de soja en ese ámbito pasó de 10 millones de toneladas en marzo de 2007 a 21 millones el mismo mes de este año, destacó Muraro Junior a IPS.

Hay un exceso de dólares en el mundo y sus dueños transfieren sus aplicaciones en los mercados y productos donde ven buenas perspectivas de ganancias con precios en alza sostenida, explicó.

El representante para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), José Graziano da Silva, coincidió con Muraro Junior en declaraciones hechas en vísperas de la conferencia regional de esa entidad. El encarecimiento de los alimentos, que agrava el hambre en el mundo, es resultado de "un ataque especulativo", afirmó.

El alza de los precios agrícolas de 2002 a 2006 se debió al mayor consumo de alimentos en países en desarrollo y a paralelas pérdidas de cosechas, pero desde el año pasado la especulación financiera responde en mayor parte por este incremento, según Graziano da Silva.

En cambio, para Sergio Vale, consultor de MB Asociados, "no es verdad que haya una burbuja financiera en el mercado de 'commodities' agrícolas". El alza de precios tiene "base concreta" en el sostenido crecimiento de la demanda de China, India y de otros países de Asia así como de América Latina, arguyó ante IPS.

Es una tendencia "estructural, que viene de lejos", provocada por un mayor consumo debido al aumento de ingresos de numerosas poblaciones pobres, por la reducción de la oferta a causa de problemas climáticos y porque muchos cultivos se destinan a la producción bioenergética, como el maíz y la soja, explicó.

Las aplicaciones financieras imprimen "más volatilidad" al proceso, haciendo más rápidas las alzas y caídas de precios, pero "no son el factor decisivo" del aumento, acotó.

Vale mencionó como ejemplo la caída momentánea de las cotizaciones de productos básicos a mediados de marzo por la fuga de fondos de inversión debido a la crisis bancaria en Estados Unidos, sin que ello afectara la tendencia alcista del año.

Atribuir el aumento de los valores de los alimentos a especulaciones "es tontería, no corresponde a la realidad", pues presenta "fundamentos claros que sostienen los precios elevados", coincidió Ricardo Cota, superintendente técnico de la Confederación de Agricultura y Ganadería de Brasil (CNA), asociación de los grandes productores.

Además de la demanda en expansión, Cota agregó el petróleo caro, los biocombustibles y los precios de insumos también en alza como fundamentos de "los nuevos niveles de precios agrícolas con que debemos acostumbrarnos", por dificultades en ampliar la oferta.

Brasil es una excepción al disponer de muchas tierras para expandir su agricultura, pero su precaria infraestructura logística, especialmente los puertos de capacidad limitada, impide un rápido incremento de la producción y de la exportación, explicó.

Otras limitaciones son el encarecimiento de los fertilizantes, que acompaña el precio de los hidrocarburos, y la burocracia estatal. También las presiones "ideológicas" que traban avances en la biotecnología tendientes a incrementar la productividad con semillas genéticamente modificadas, añadió Cota.

El costo de los fertilizantes se duplicó desde comienzos de 2007 y puede subir más este año, pero aún así los altos precios de los granos, especialmente de soja y maíz que responden por 70 por ciento del total producido en Brasil, aún aseguran buenas utilidades a los agricultores, estimó Muraro Junior.

En su opinión, la "financierización" acentuó la elevación de los precios agrícolas a "niveles nunca vistos", beneficiando así al agricultor, pero también lo atormenta por la dificultad de fijar precios para sus productos.

"La formación de precios ya no se hace con oferta, demanda y clima", pues fue alterada por la fuerte presencia de los fondos de inversión, afirmó.

El análisis del mercado se hizo más complejo. Exige "herramientas más técnicas, profesionales y modernas" para evaluar factores macroeconómicos, como tipos de cambio, intereses y flujos financieros, observó el analista.

Las restricciones ambientales son los principales obstáculos a un rápido aumento de la producción para reequilibrar la oferta a la demanda mundial, advirtió.

Flavio Turra, gerente técnico de la Organización de las Cooperativas del Estado de Paraná (Ocepar), atribuye un "peso relativamente pequeño" a la especulación financiera en los precios, aunque "quien acompaña el mercado tiene obligación de evaluar siempre la participación de los fondos de inversiones".

Ese capital "golondrina" puede acelerar tendencias, pero el alza se debe básicamente a la "escasez de existencias", al desequilibrio generado por el fuerte incremento del consumo en países como China y últimamente India, opinó.

Esa aceleración del alza de precios también ocurre en estos días porque algunos países, para controlar su inflación y asegurar el abastecimiento interno, vedan o gravan exportaciones, como ocurre en Argentina con el trigo, acotó.

Brasil también acaba de suspender exportaciones de arroz, medida ya adoptada por varios países asiáticos.

Brasil acaba de suspender exportaciones del arroz que está en manos del gobierno —cerca de 1,5 millones de toneladas— sin imponer restricciones al sector privado que podrá exportar, pero en una cantidad que poco mitigaría la escasez mundial.

La recuperación de las existencias puede demorar cinco o seis años, aun contando con precios muy superiores a los promedios históricos, concluyó.

Una excepción a la tendencia alcista es el azúcar, cuyos excedentes aseguran precios a la baja. En ese caso, el aumento de la producción de etanol en Brasil no encareció el alimento, aunque se disputen la misma materia prima, la caña de azúcar, contrariando la ola de acusaciones a los biocombustibles como estopín de la crisis alimentaria.

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