DERECHOS HUMANOS-SOMALIA: Desplazados sin pan ni paz

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que más de 700.000 personas huyeron de sus hogares en Mogadiscio desde febrero de 2007, cuando comenzaron los enfrentamientos entre insurgentes y fuerzas etíopes que respaldan al gobierno de Somalia.

Casi 6.000 civiles fueron asesinados o heridos en 18 meses de combates, y casi la mitad de la población de la capital escapó de la violencia hacia el área situada entre Mogadiscio y el sudoccidental pueblo de Afgooye.

La mayoría de los desplazados están en campamentos ubicados en las afueras de la capital, pero algunos han caminado hasta llegar incluso a la aldea somalí de Dobley, en la frontera con Kenia, 700 kilómetros al sur de Mogadiscio.

Jamilo Omar vive en una choza con forma de cúpula hecha de poco más que trapos y ramas. Cuando llueve, el agua se cuela por los agujeros y cae sobre ella y sus cuatro hijos.

Dice que no tiene suficientes alimentos para ellos desde el año pasado, cuando fue con su familia al campamento de desplazados de Elasha, el mayor de Somalia, donde la ONU estima que más de 800.000 personas han hallado un refugio mínimo, en las afueras de Mogadiscio.
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"Mi esposo fue asesinado por las fuerzas etíopes mientras escapábamos de la ciudad el año pasado", relató Omar a IPS.

"Vinimos aquí sin nada. Vivimos apenas con lo que recibimos ocasionalmente de las agencias de asistencia", agregó.

Cuando llegó al campamento, a comienzos del año pasado, Omar construyó un hogar improvisado con ramas cortadas de bosques cercanos y con ropa vieja. Pese a su ignorancia en materia de construcción, se las arregló para que sus hijos percibieran algo parecido al techo de un refugio sobre sus cabezas.

"Luego comencé a buscar alimentos y agua para mis hijos, aunque había perdido contacto con todos mis familiares y vecinos. Simplemente salí", recordó.

Mientras la temporada lluviosa llega este mes al sur de Somalia, aproximadamente un millón de personas viven en condiciones atroces, sin alimentos adecuados ni agua ni refugio.

El presidente de la Organización Fanole de Derechos Humanos, Ali Abdullahi Igal, dijo que brindar asistencia a los desplazados se vuelve más difícil por el aumento general en los precios de los alimentos básicos.

"La asistencia no ha estado llegando a las personas desplazadas, no sólo a las que están cerca de la capital, hacia donde huyó la mayoría, sino a las que están en la parte meridional del país", señaló.

Numerosos puestos de control a lo largo de la carretera que une la capital con el campamento de Elasha, en la que milicias y soldados del gobierno somalí exigen dinero antes de permitir el paso a los camiones de asistencia, dificultando la distribución de muy necesarios alimentos y otros materiales.

A veces lleva dos días viajar menos de 30 kilómetros desde Mogadiscio hasta campamentos como Elasha y Daynile.

Para quienes huyeron más lejos —a Afgooye y Marka, en la región de baja Shabelle, y muchas partes de la meridional región de Juba— casi no está llegando asistencia.

"Desde que abandonamos nuestros hogares en la capital no hemos recibido ninguna asistencia, ni de las agencias internacionales ni de las locales. Obtenemos ayuda de habitantes del lugar que nos dan lo que pueden. Por lo menos conseguimos una comida diaria la mayor parte de la semana", dijo Diriye Barre, en Afgooye.

Mire Yusuf, coordinador de salud de la Organización Humanitaria Dalbile, informó que 40 por ciento de los niños y niñas desplazados padecen malnutrición, y uno de cada cinco bebés nacidos en los campamentos de desplazados muere antes de cumplir un año, según esa entidad.

Muchos jóvenes que viven en los campamentos optan por emprender el peligroso viaje a través del golfo de Aden.

Dahir Elmi, de 25 años, dijo que la vida en los campamentos es tan difícil que justifica arriesgar su vida en pro de un futuro mejor en los estados del Golfo.

"No quiero perder mi tiempo viviendo así. Mejor pierdo mi vida buscando una mejor", resumió Elmi. Apenas pueda reunir el dinero —alrededor de 1.000 dólares—, le pagará a un contrabandista para que le haga cruzar el mar Rojo hacia la península arábiga, dijo.

Cientos de hombres y mujeres jóvenes procedentes de los campamentos mueren cada año intentando cruzar el golfo de Aden hacia Yemen, desde la nororiental región somalí semiautónoma de Puntland. Esperan continuar viaje desde Yemen hacia los estados del Golfo, ricos en petróleo, donde esperan conseguir trabajo.

Algunos llegan a Bahrein y Emiratos Árabes Unidos, pero muchos otros se pierden en el mar, son deportados por Yemen o terminan en campamentos tan malos como aquellos de los que huyeron.

Los pedidos de una mayor asistencia para los desplazados de Somalia han aumentado desde que se consolidó la crisis alimentaria, este año. Pero los llamados parecen haber caído en oídos sordos.

Esto puede deberse a las emergencias en la occidental región de Darfur, en Birmania y en China, así como las dificultades de hacer ingresar asistencia a Somalia, mientras los piratas operan a lo largo de su franja costera y la situación de seguridad dentro del país sigue siendo mala.

Pero el factor más importante bien podría ser que los donantes están cansados de los pedidos de ayuda para la población de este país devastado por la guerra.

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