TRABAJO-GRECIA: Exigir derechos y recibir ácido

La búlgara Decheva Elena Kuneva vive en Grecia desde 2001. Pagó muy caro por exigirle a sus empleadores el cumplimiento de sus obligaciones. Ahora está ciega de un ojo. Con el otro casi no ve. Su rostro está desfigurado.

Decheva Elena Kuneva

Crédito: www.enet.gr

Cerca de la medianoche del 22 de diciembre, Kuneva terminó su jornada y se fue a casa. Había trabajado cuatro años como limpiadora en los ferrocarriles de la ciudad, empleada por una compañía a la que contrató la empresa pública a cargo del servicio.

Kuneva se enfrentó a menudo con sus patronos para exigir el respeto de sus derechos laborales. Organizó a sus compañeros de tareas y asumió la secretaría del Sindicato de Limpiadores y Asistentes de Hogares.

Como consecuencia, le asignaron los peores horarios, la presionaron para que renuncie y, desde el verano boreal pasado, comenzó a recibir amenazas telefónicas anónimas.

Su madre, que trabajaba para la misma compañía, fue despedida.
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Pero Kuneva no dejó de reclamar sus derechos y los de sus compañeros. Alguien decidió castigarla.

Esa noche, dos hombres le arrojaron ácido sulfúrico en el rostro.

Historiadora de profesión, Kuneva, de 44 años, llegó a Grecia en busca de un ingreso que le permitiera pagar el tratamiento de su único hijo, que sufre problemas cardiacos. Ahora perdió todo el ingreso que les permitía subsistir a ella, a su madre y a su hijo.

Pero no está del todo sola. "No la abandonaremos", dijo a IPS Metaxia Stegoulea, presidenta de la Federación de Empleados Privados, del cual el Sindicato de Limpiadores y Asistentes de Hogares es miembro.

"No tengo la menor duda de que lo que le pasó se debe a su actividad sindical", agregó Stegoulea. "El problema real es el régimen de trabajo de estas mujeres. Sus salarios están por debajo del nivel de subsistencia."

Las limpiadoras viven en condiciones de esclavitud moderna, declaró el vicepresidente del sindicato, Vasiliki Tsiouni, al diario Eleftherotipia.

"Se nos niegan todos nuestros derechos laborales. Los patronos no abonan los aportes a la seguridad social. No nos pagan un salario correspondiente a nuestra jornada, ni tampoco horas extra. Nos exigen la firma de documentos en blanco que llenan con cifras de ingresos que nunca hemos recibido", aseguró.

"Nos reclaman que firmemos la renuncia junto con el contrato de empleo para poder desembarazarse de nosotros cuando quieran y sin consecuencias. No nos pagan lo que corresponde por trabajos pesados e insalubres, por lo que no podemos aspirar a una pensión adecuada. Nos amenazan con incluirnos en listas negras", dijo.

Stegoulea aseguró que esa explotación laboral es común entre las grandes compañías privadas que dominan al sector. "Los precios que ofrecen en licitaciones públicas son los menores posibles. Cualquiera podría preguntarse de dónde proceden sus ganancias", agregó..

En los papeles, la jornada laboral nunca supera las 30 horas semanales. Los patronos también eluden el pago de extras por tareas pesadas e insalubres. Y los salarios pagados son, a menudo, son más bajos de lo acordado, o se abonan de modo irregular, si es que se pagan.

Más de 10.000 personas están empleadas en este sector por un salario promedio de 560 euros (745 dólares). Las empresas prefieren emplear a inmigrantes y a mujeres, considerados más vulnerables.

A pese de las numerosas quejas de los sindicatos, las autoridades no han intervenido. Pero los sindicatos tampoco han sido eficaces en sus reclamos, como lo reconoció Alekos Kalivis, vicepresidente de la Unión General de Trabajadores Griegos.

Eso sucede, sobre todo, en "sectores de mano de obra extremadamente desregulada, donde no hay sindicatos fuertes", explicó Kalivis.

"Debemos mejorar nuestra respuesta y ser más activos, pues los empresarios del sector apelan cada vez con más frecuencia a los métodos del crimen organizado contra los sindicalistas", señaló.

"Estas empresas tienen vínculos estrechos con partidos y dirigentes políticos. Una vez más, el sistema político alienta los problemas sociales, y en este caso es uno muy peligroso", concluyó.

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