JAPÓN: En busca de un papel para el siglo XXI

Gobierno, asociaciones de empresarios, grandes fundaciones e instituciones académicas tratan de definir el papel que le corresponde a Japón en el siglo XXI, y en el marco de una grave crisis económica, política y ambiental.

No parece ser el momento adecuado para que Tokio piense en grande. La crisis económica lo afectó seriamente. El gobierno de Taro Aso, que terminará en septiembre, tiene muy mala aceptación popular, según encuestas de opinión.

Además, ante la posibilidad de que el gobernante Partido Democrático Liberal sea derrotado en las elecciones de este año, el ambiente político es por lo menos caótico.

El presidente del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos para Japón, Michael Green, hace un análisis contra-intuitivo. Es un buen momento para que Tokio diseñe grandes estrategias, según él..

Tomando como ejemplo a grandes estrategas como el historiador ateniense Tucídides, quien vivió unos 400 años antes de Cristo, el filósofo italiano Nicolás Maquiavelo (1469-1527) y el presidente estadounidense Richard Nixon (1913-1994), Green dijo sentirse motivado por la crisis interna de Japón, en un panel organizado por la Fundación Sasakawa para la Paz, el martes, en Washington.
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"Creo que surgirá una gran estrategia", señaló con optimismo.

También Takashi Inoguchi, uno de los grandes estrategas japoneses liberales y profesor de la Universidad Chuo, de Tokio, cree que las crisis ofrecen una oportunidad a los gobiernos en ese sentido.

"En momentos de gran incertidumbre y de caos es necesario contar con ciertas estrategias para reforzar las virtudes y paliar las debilidades", sostuvo. "Japón tiene muchas cualidades, pero no ha sabido aprovecharlas. También tiene muchas flaquezas, que están empeorando".

Inoguchi señaló seis preceptos para guiar al gobierno japonés por ese camino.

Ante el crecimiento de China, la posibilidad de un deterioro de la capacidad de Estados Unidos y la imprevisible situación en la península coreana, "es esencial mejorar las posibilidad de autodefensa de Japón", remarcó.

El impulso, se apuró a explicar Inoguchi, debe darse en el marco de una fuerte alianza con Estados Unidos y de acuerdo con su Constitución, pero también tener en cuenta las operaciones militares de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Además, Tokio debe mejorar su compromiso pacífico con el mundo y participar en las operaciones de mantenimiento de la paz, en misiones humanitarias y en programas de desarrollo.

Ese compromiso activo debe acompañarse de un "legalidad agresiva", arguyó, en la que Japón desempeñe un fuerte papel en el desarrollo y la promulgación de normas en un ámbito multilateral.

Por último, Japón debe ser uno de los principales contribuyentes de ideas frescas. Y al no pertenecer al club nuclear, debe impulsar la abolición de armas atómicas.

Tsuyoshi Kawasaki, profesor adjunto de la Universidad canadiense Simon Fraser, propone un contrapunto realista a los seis preceptos de Inoguchi. En vez de concentrarse en cómo suministrar mercancías al mundo, Japón debe evaluar su posición en el marco de la distribución internacional de poder.

Kawasaki imagina para 2025 un sistema multipolar dividido en dos grandes bloques. El del status quo, integrado por Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, y el de las potencias emergentes, por China, India y Rusia.

"El objetivo general de Japón", según él, "es ayudar a mantener el equilibrio de poder a favor del estatus quo y evitar la guerra con las potencias emergentes como China". En ese contexto, Tokio debe evitar fracturas en el primer bloque, en especial en la alianza con Estados Unidos, y al mismo tiempo cultivar mejores relaciones con India y Rusia.

Como ambos bloques tienen sus méritos, Green comparte la búsqueda de Japón de un mayor poder blando. Japón siempre encabeza las listas de los países más respetados por su compromiso con la diplomacia internacional y con un enfoque multilateral.

"Japón ocupa un lugar privilegiado en materia de tecnología limpia y eficiencia energética y puede fomentar esos sectores", señaló Green, al citar ejemplos de qué significa estar a la vanguardia del poder blando.

"Japón tiene más influencia cuando tiene dinero y buena gente detrás de las ideas. Eso fue lo que ocurrió en el proceso de paz de Camboya, puso dinero y personas para llevar adelante lo pautado".

Green también urge a Japón a fortalecer su política de seguridad. Pero en vez de concentrarse en nuevas posibilidades militares, él propone que Tokio se coordine con vecinos como Australia para hacer frente al creciente poderío militar de China.

No le gustó que ese país renunciara a ser una potencia mediana. "Quiero que tenga ambiciones en el plano internacional", señaló. La gran estrategia tiene que incluir un "casamiento entre una visión de equilibrio de poder en el exterior y una política social progresista en la interna".

La política social, que debe incluir leyes de inmigración más liberales y mayor participación de las mujeres, tendría que comenzar por hacer frente a los problemas demográficos del país. Los pronósticos indican que su población disminuirá 20 por ciento para 2050.

Pero no todos coinciden en que la gran estrategia deba incluir una fuerte alianza con Estados Unidos.

Gavan McCormack, profesor emérito de la Universidad Nacional de Australia, cree que la respuesta de Japón a la crisis económica y ambiental debe ser totalmente diferente.

"Estoy convencido de que la puerta a estas cuestiones no se abrirá hasta que Japón no logre independizarse, deje de someterse a Estados Unidos, renegocie la relación y alcance de una 'soberanía popular'", arguyó McCormack. "Sólo entonces podrá mirar seriamente a su pasado, a sus vecinos y al mundo".

La gran estrategia de Japón depende en gran parte de su liderazgo. Pero éste "no se preocupa por el largo plazo, sino por la corrupción y los errores en sus declaraciones", apuntó Inoguchi. "Es muy difícil mejorar la calidad de los gobernantes".

Muchos japoneses esperan que aparezca el próximo Junichiro Koizumi, el carismático primer ministro que gobernó entre 2001 y 2006.

"En términos de liderazgo, Japón tuvo dirigentes fuertes que no hablaron", remarcó Green. "Hay muchos políticos jóvenes destacados a ambos lados del espectro político. Ya les llegará su tiempo. Pero nadie podrá hacer nada estando un año en el gobierno".

"No necesariamente será un Koizumi", añadió. "Recuerden que en los años 90 ni siquiera lo consideraban un candidato serio".

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