METAS DEL MILENIO-MÉXICO: Crisis abona pobreza

Entre 1994 y 1996, la pobreza mexicana pasó de 52,4 a 69 por ciento de la población debido a una profunda aunque corta recesión económica de origen interno. Ahora, este país vive una nueva caída, pero con génesis externa y que durará por lo menos hasta 2010.

La pobreza vuelve a crecer luego de un período sostenido de caída iniciado en 1997. En 2006 43 por ciento de la población era pobre, según estadísticas del estatal Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval).

Todavía es prematuro precisar cuánto aumentará la pobreza, pero estará en unos 10 puntos porcentuales, dijo a IPS la investigadora Susan Parker, del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), autora de varios estudios sobre los programas sociales mexicanos.

Los datos precisos estarán disponibles en agosto o septiembre, cuando el Coneval difunda las estadísticas bienales en este país de poco más de 107 millones de habitantes.

En el primer trimestre del año, el producto interno bruto (PIB) retrocedió 8,2 por ciento, la caída más aguda desde 1995 y la tercera consecutiva desde 2008, medida en períodos de tres meses, indicó el miércoles el Instituto Nacional de Estadísticas e Informática.
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El dato se sumó a otros sobre el desplome del empleo, la baja en la actividad industrial y turística y el descenso de las exportaciones, así como la caída en los volúmenes de recaudación tributaria que, según autoridades, dejarán este año un déficit de dos por ciento en las finanzas del Estado.

El gobierno del conservador Felipe Calderón estima que la contracción del PIB será de un 5,5 por ciento en todo 2009, menor a la depresión de 6,2 por ciento registrada en 1995. Los analistas estiman que en 2010 este país seguirá mostrando cifras negativas en actividad económica.

Por su cercanía y estrecho vínculo comercial con Estados Unidos, origen y foco de la actual recesión mundial, la economía de México es una de las más golpeadas en el mundo.

El brote epidémico de gripe que vivieron en abril los dos países agravó el cuadro, al contraer aún más la ya mermada actividad económica.

La crisis económica y su previsible impacto social abrieron interrogantes sobre la posibilidad de que México cumpla en 2015 los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), un conjunto de obligaciones asumidas en 2000 por los países del mundo para abatir la miseria, la desigualdad y la contaminación.

Aún es difícil estimar hasta qué punto México se rezagará en el cumplimiento de los ODM, expuso Parker, doctorada en economía en la estadounidense Universidad de Yale.

Algunas pistas indican que México no alcanzaría ciertas metas.

En enero, cuando el gobierno exponía la tesis de que la economía crecería poco en 2009 y nadie preveía la epidemia de influenza, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) advirtió que la crisis global había puesto a este país en serio riesgo de no cumplir con algunos ODM.

En su estudio "Políticas públicas para el desarrollo humano" el PNUD indicaba que México necesitaba elevar el gasto público y llevarlo a cinco por ciento del PIB para cumplir sus obligaciones de reducción de la mortalidad materna e infantil, elevar la cobertura de enseñanza y mejorar los servicios de agua potable y saneamiento.

En ese informe, el PNUD suponía que México se recuperaría de la crisis y alcanzaría en los próximos años un crecimiento del PIB de entre 3,5 y cinco por ciento anual.

Rob Vos, director de análisis de políticas de desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas, declaró al presentar el estudio que si bien "quedan seis años por delante para llegar a 2015, habrá que repensar las recomendaciones (del PNUD), porque ha habido retrocesos muy grandes en la economía que pueden afectar los niveles de pobreza".

"Habrá que ver si los esfuerzos que ahora estamos estimando de un aumento en la inversión de cinco por ciento anual, aún son suficientes. Hay que hacerlo de nuevo, puede ser que los esfuerzos tengan que ser mayores", declaró Vos en aquella ocasión.

La contracción económica de 1995, originada en políticas económicas que propiciaron un elevado endeudamiento y desembocaron en corridas bancarias, duró un semestre, y le siguieron rachas de crecimiento abonadas por un entorno internacional favorable y el repunte del PIB de Estados Unidos, que fue de 2,5 por ciento ese año y de 3,7 por ciento en 1996.

En la actual crisis, el futuro para México pinta menos promisorio, pues la economía de Estados Unidos, su principal socio comercial, se contraerá en 2,8 por ciento este año y 0,05 por ciento en 2010, según pronósticos del Fondo Monetario Internacional.

"No tengo ninguna duda de que esta crisis será peor que la que vivimos en 1995", escribió el columnista financiero del diario Reforma, Enrique Quintana.

Lo que no se puede vaticinar todavía es si la expansión de la pobreza será igual o más pronunciada que en 1995, enfatizó Parker, del CIDE.

Entonces no había en México un programa social de transferencias condicionadas como Oportunidades —creado en 1997 bajo el nombre de Progresa— que hoy cubre a cinco millones de familias, o 25 por ciento de todos los hogares de este país.

En 1995 hubo un quiebre bancario, una fuerte devaluación de la moneda local, inestabilidad en los mercados bursátiles y graves problemas en las finanzas del Estado derivadas de un déficit creciente, además de deudas externas acumuladas y sin posibilidades de pagarse. En la crisis actual ninguna de esas variables está presente.

Según Parker, "Oportunidades es sin duda un colchón ante la actual crisis, es un ingreso de dinero seguro para las familias pobres".

El Estado entrega a los hogares inscriptos en el programa entre 400 y 500 pesos mensuales (unos 35 dólares) a cambio de que los niños vayan a la escuela y se asegure la atención de salud, entre otras obligaciones dirigidas a romper el ciclo de pobreza en que se encuentran millones de familias.

El dinero, mayoritariamente entregado a las madres, representa en promedio 30 por ciento de los ingresos totales de esas familias, y se gasta especialmente en alimentos.

La pobreza en México se mide desde mediados de los años 90 en tres categorías.

La pobreza alimentaria se configura cuando las familias no pueden obtener "al menos una canasta básica alimentaria, aun si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar". En este rango estaban 37 por ciento de los mexicanos en 1996, y 14 por ciento 10 años después.

La pobreza de capacidades se manifiesta cuando las familias o personas tienen dificultades para cubrir gastos de educación y salud. Estas limitaciones afectaban a casi 47 por ciento de la población en 1996 y a casi 21 por ciento en 2006.

En pobreza de patrimonio, una medida que aplican autoridades e investigadores para englobar las diferentes dimensiones de pobreza y en la que se incluye a quienes no tienen suficientes recursos para gastos de vivienda y vestido, afectaba a 69 por ciento de la población en 1996, y una década después a más de 42 por ciento de los habitantes.

Medida con los parámetros del Banco Mundial, que se basa en un ingreso diario en dólares, la pobreza general en México cayó de 45 por ciento en 1994 a 41 en 2000 y a 32 por ciento en 2006.

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