EDUCACIÓN-URUGUAY: Trincheras contra despoblamiento rural

El maestro Cono Perdigón llega a la escuela rural en ómnibus por un polvoriento y bacheado camino. Es el fin de un largo viaje de transbordos y con muchas paradas tanto para permitir que se cargue una bolsa de papas como para que suban un «gaucho» o una mujer con su hijo y una bombona de gas.

Es el comienzo de una nueva aventura llamada año lectivo que lo tendrá como maestro y también director de una de las tantas escuelas perdidas en el medio de la nada en el centro del cada vez más despoblado campo uruguayo.

[related_articles]Un desafío común al de tantos otros educadores en Uruguay como lo confirman las estadísticas oficiales en las que se alerta que varias de las 1.140 escuelas rurales, donde se distribuyen 20.000 niños y niñas, parecen estar condenadas a desaparecer por la emigración de sus alumnos hacia las ciudades.

Más allá de que esa cantidad equivale a 50 por ciento de las escuelas públicas del país, estos centros representan en la actualidad una parte bastante pequeña de la matrícula total, al congregar tan solo a cinco por ciento de los estudiantes de primaria.

El promedio en el Uruguay rural es de casi 18 alumnos por establecimiento, cifra que en algunos representaría toda una multitud, según Monitor Educativo, el estudio estadístico oficial. En estos centros se cursan la enseñanza inicial y los seis años de primaria, generalmente atendidos por una maestra o maestro.

«Tengo muy pocos alumnos, y hay dos hermanitos que hacen cuatro kilómetros de ida y vuelta para llegar, a campo traviesa. Los días de lluvia no pueden concurrir porque crece la cañada (pequeño arroyo) y es peligroso», describe para IPS la maestra Lizet Vázquez, desde la escuela número 40 de Colonia Aldeta, un paraje del departamento de Florida, casi en el centro del país.

Aún hoy, en el nuevo milenio, los niños acortan distancias a caballo, entre arroyos y heladas y soles y campos desolados.

[pullquote]1[/pullquote]»Cada año es una aventura, uno tiene tantas expectativas que no sabe por dónde comenzar», comenta a IPS, a su vez, el también maestro Julio Caballero desde la dirección de la escuela 58 «Batalla de Sarandí», en el cercano paraje de Piedras Coloradas. Lamentablemente esas expectativas incluyen no saber cuántos alumnos habrá al año siguiente.

ESCUELA PARA TODO SERVICIO

Una escuela cerrada es un gesto de ostracismo para áreas rurales a veces muy alejadas de los centros urbanos. El edificio y su escudo nacional marcan el punto de encuentro de generaciones y de comunidades, y es donde se pagan pensiones y se vacuna a los niños, donde el odontólogo recibe a sus pacientes y se entregan las vacunas para la lucha contra la aftosa en el ganado vacuno.

Es también el lugar obligado para las reuniones de los productores agropecuarios y de la comisión de fomento, el escenario al cual concurre la única obra de títeres del poblado más cercano y también es el teléfono al cual el comisario de policía llama cuando se requiere la comparecencia de algún vecino.

«Por esta escuela vive la comunidad… y se desvive. Hacen beneficios para obtener recursos de forma de pagar la auxiliar de servicio, entre los padres arreglan los baños y el jardín, acercan alimentos para la comida del mediodía», cuenta a IPS Nancy Albano, desde la dirección de la escuela 86 también de Piedras Coloradas.

Es el epicentro y por tal, mientras está cerrada, no es nada. «La zona cobra vida cuando la escuela abre», enfatiza ante la consulta de IPS Humberto Vaz, un vecino del lugar.

«El modelo de producción agrícola parece ser el desencadenante del proceso de despoblamiento rural y con ello de las escuelas», advierte la organización no gubernamental RAP-AL en un informe divulgado el 15 de mayo, en la celebración del Día de la Educación Rural del Uruguay:

A tal punto es la falta de alumnos que cuando se incendió la escuela de Chilcas y Chingolas, un pequeño paraje del departamento de Florida, quedó a exposición pública la matrícula… apenas nueve niños y niñas.

Para los expertos, entre las múltiples razones que explican la despoblación, una de las que ha cobrado más fuerza en los últimos años es que las familias se ven cercadas por el avance de las grandes extensiones de monocultivos y forestales. La solución que encuentran es abandonar el campo y mudarse al centro poblado más cercano.

«La contradicción mayor que el país enfrenta es que gran parte de nuestra riqueza está en el campo, pero que éste se vacía cada vez más. Esta riqueza también está cada vez más en menos manos, explica el informe del capítulo uruguayo de la RAP-AL (Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas de América Latina).

«Se ha instalado en nuestro país un modelo dirigido a una producción industrial sin agricultores, donde éste y su familia se ven desplazados y rodeados, sin más alternativa que emigrar a la ciudad», se afirma en esta investigación que abarca la situación del sector agropecuario, en particular los perjuicios del uso de plaguicidas.

CONTRADICCIONES Y AVANCES

Caballero es un maestro con ventajas respecto de Perdigón. Tiene una camioneta que llega cargada de niños y túnicas blancas cada mañana. Pasa por varias «porteras» de establecimientos rurales, recorre caminos de todo tipo y permite así que los niños y niñas no tengan que usar el caballo para trasladarse con el natural cansancio que implica.

[pullquote]2[/pullquote]»Este 2009 es igual a muchos otros, con serios problemas edilicios en la mayoría de las escuelas rurales del país, problemas de agua potable y saneamiento, la pintura que brilla por su ausencia», se queja. «El caso es que nos dicen que no hay rubros para reparaciones ni mejoras, entonces tenemos que hacernos a la idea de que no se puede», explica con cierta resignación.

Pera esta vez hay un nuevo ingrediente para atraer más «clientes» al centro escolar. Es que comenzó la concurrencia obligatoria para los niños a partir de los cuatro años de edad.

De este modo los cupos se completan más fácilmente y se ha logrado que en muchas escuelas que tenían un solo maestro ahora haya dos, explica Caballero. Con la aplicación del nuevo programa, más extenso, se busca fidelizar la asistencia, razonan las autoridades del Consejo de Educación Inicial y Primaria.

«Los niños pasan gran parte del día y muchas veces tienen que viajar largas distancias para poder llegar y luego regresar a su casa. Esta situación en algunos casos se debe a que varios centros que estaban cerca de sus casas se han cerrado por falta de alumnos», apunta RAP-AL en su última investigación.

«Muchas veces se habla del plan Mevir y de la acción notable que realiza de dotar al empleado rural de vivienda, pero no se tiene en cuenta que a veces los pueblos se llenan de familias que vivían en el campo, y es gente que se pierde», cuestiona también Roberto, un ex empleado de un establecimiento rural cercano.

De los niños que viven en el barrio construido por Mevir (gubernamental Movimiento para la Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural) en la ciudad de Sarandí Grande precisamente se nutre la camioneta del maestro Caballero y su escuela 58, distante ocho kilómetros de esa planta urbana.

«Las escuelas rurales, que deberían ser un símbolo de desarrollo y transmisoras de conocimientos sobre producción familiar y de protección de la biodiversidad, cada vez se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad y desamparo», advierte el estudio.

Sin embargo, en el último año las escuelas del interior de Uruguay han sido atendidas por el llamado Plan Ceibal, que dotó de una computadora portátil (laptop XO) a cada escolar de centros estatales del país, un intento por reducir la brecha digital impulsado por el gobierno nacional de Tabaré Vázquez, del izquierdista Frente Amplio.

«Es increíble lo que se ha logrado, por ejemplo tengo alumnos que «chatean» (conversación en línea) entre ellos porque tienen buena cobertura (de Internet) a partir de que instalaron una antena en la escuela», ilustra la maestra Albano.

«Entonces, desde que sus padres comienzan con el ‘tambo’ (ordeño de vacas), ellos están en contacto. Es increíble, cuando llegan a la escuela ya hace horas que están en contacto», apunta con alegría.

Son distancia que se acortan, aunque sea de modo virtual, para los niños y niñas que aún quedan en el medio de la nada.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe