REFUGIADOS-LÍBANO: Palestinos rodeados de militares

Refugiados palestinos en este norteño campamento de Líbano viven bajo un fuerte cerco militar desde que una guerra hace dos años destruyó gran parte del lugar.

Ruinas del campamento de Nahr Al Bared. Crédito: a-films/IPS
Ruinas del campamento de Nahr Al Bared. Crédito: a-films/IPS
Su caso se ha convertido en un experimento de la nueva política de seguridad libanesa para con los campamentos palestinos.

El refugio, de 200.000 metros cuadrados, está ubicado sobre la costa del Mediterráneo, unos 16 kilómetros al norte de Trípoli. Al borde de la carretera que une a Beirut con la frontera siria, Nah Al Bared está rodeado por las aldeas de Akkar, región marginada dominada por musulmanes sunitas y cristianos maronitas.

Una dura batalla entre el grupo armado Fatah Al Islam y las fuerzas libanesas devastó el campamento entre mayo y septiembre de 2007. Las 15 semanas de enfrentamientos dejaron más de 400 muertos, entre ellos 170 soldados y 54 civiles, mientras que el centro del campamento quedó por completo destruido, y las áreas adyacentes en parte arruinadas.

Desde octubre de 2007, más de la mitad de los 30.000 habitantes del refugio regresaron a los alrededores. La mayoría hicieron hogares improvisados entre las ruinas de sus antiguas casas. Ahora esperan que el campamento sea reconstruido. Después de varias demoras, las obras comenzaron en junio pasado.
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El ejército libanés ingresó en 2007 al refugio palestino por primera vez desde que concluyó la guerra civil (1975-1990) librada principalmente entre grupos islámicos y cristianos.

Al final del conflicto en 2007, las fuerzas libanesas fueron gradualmente entregando los barrios en las áreas adyacentes a los antiguos residentes, retirando sus soldados al centro del campamento. Pero varios puestos de vigilancia permanecen en las entradas, y el lugar está rodeado por muros de concreto y alambres de púas.

En Líbano hay entre 200.000 y 250.000 palestinos. Alrededor de la mitad viven en los 12 campamentos oficiales. Pero, a diferencia de los refugios en Baalbek, Beirut, Saida y Tiro, los dos del norte, Beddawi y Nahr Al Bared, hasta ahora no estaban rodeados de barricadas militares, y sus habitantes gozaban de considerable libertad de movimiento, desarrollando buenas relaciones con los aldeanos libaneses vecinos.

A los habitantes de Nahr Al Bared y Beddawi se les permitió traer materiales de construcción, mientras que las restricciones a esos artículos todavía se aplican a los refugios del sur, aunque flexibilizadas en los últimos años.

Las limitaciones de entrada fueron introducidas en Nahr Al Bared pocos meses antes de que estallaran los enfrentamientos. Las fuerzas libaneses controlan los accesos con un sistema estricto de autorizaciones de ingreso. Obtener un permiso puede tomar semanas, y por lo general son negados.

Se les prohibió el ingreso también a periodistas y a funcionarios de organizaciones no gubernamentales y grupos de derechos humanos.

"Mire, todos tenemos una tarjeta de identidad que es aceptada en todos lados", explicó Imam Sheikh Ismail, en la mezquita Al Quds del campamento. "¿Por qué necesitamos permisos adicionales? Está la misma información en los dos papeles, exactamente la misma información".

Othman Badr, periodista y portavoz del Comité de Residentes del campamento, reconoció que el Estado tiene derecho a instalar puestos de vigilancia donde quiera, pero los permisos son el principal problema. "Va contra todos los derechos humanos que alguien necesite una autorización para regresar a su casa o invitar a amigos".

Las restricciones de entrada afectan los esfuerzos para revitalizar la otrora floreciente economía de Nahr Al Bared. El campamento estaba abierto a clientes libaneses atraídos por los precios bajos. Los empresarios del refugio solían importar bienes de la cercana Siria y venderlos con un pequeño margen de ganancias. El refugio se había convertido en un próspero mercado en Akkar.

Nahr Al Bared tenía unas 1.500 medianas, pequeñas y microempresas, la mayoría en los rubros de comercio y servicios, así como algunas modestas unidades manufactureras. Desde que terminaron los combates, los refugiados comenzaron a reabrir pequeños negocios en las afueras del campamento.

"El problema es que casi no tenemos clientes fuera del campamento", dijo Mohammad Hamed, quien recientemente abrió un pequeño restaurante. "El dinero que la gente gasta aquí circula sólo en una parte del campamento. Difícilmente tenemos algún ingreso".

Hamed tiene ventas por unos 35 dólares al día, con un margen de ganancia de unos cinco dólares (un sándwich de carne se vende por menos de un dólar). La situación es similar en todo Nahr Al Bared.

Abu Ali Mawed, presidente del comité local de comerciantes, sostuvo que el cerco al refugio es el principal obstáculo. "El campamento es una zona militar cerrada. A nuestros vecinos no se les permite entrar. ¿Cómo puede desarrollarse la economía bajo estas circunstancias?".

Organizaciones no gubernamentales protestaron en enero contra las restricciones en una carta. Los residentes también expresaron su oposición varias veces. Charile Higgins, jefe de proyectos de reconstrucción de Nahr Al Bared, demandó, junto a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestina en Oriente Próximo, una revisión de los puestos de vigilancia.

Pero el gobierno libanés no piensa retirar sus fuerzas del campamento una vez que éste sea reconstruido. El refugio estará bajo soberanía libanesa, lo que significa que los soldados seguirán vigilando.

La intención de Beirut de mantener el control está relacionado con el tema de las armas palestinas. Varios grupos de refugiados tienen su propia ala militar, y se resisten a un desarme pues consideran esencial protegerse ante los frecuentes conflictos.

"Nahr Al Bared surgió como caso de experimentación para saber si el ejército puede asumir la responsabilidad de la seguridad en los campamentos", señaló el Grupo Internacional de Crisis en un informe de febrero.

Pero, hasta ahora, el saqueo, la destrucción y el incendio de las casas, la conducta violenta de los soldados en los puestos de vigilancia, la intimidación de los oficiales de inteligencia y las restricciones a la libertad de movimiento no han contribuido a persuadir a los residentes para que confíen en el aparato de seguridad libanés.

Nidal Abdelal, del Frente Popular para la Liberación de Palestina, cuestionó los reales motivos del proyecto de reconstrucción de Nahr Al Bared.

"¿Será un proyecto para prolongar el reasentamiento de los palestinos con el objetivo de abolir su derecho a regresar (a Palestina)? ¿Bajo qué circunstancias políticas será reconstruido el campamento? Muchos refugiados en Nahr Al Bared dicen que la reconstrucción será un ensayo para su reasentamiento a largo plazo en Líbano", afirmó.

*Ray Smith trabaja para el colectivo autónomo de medios a-films, que ha documentado los acontecimientos en Nahr Al Bared en los últimos dos años.

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