TRANSPORTE: Revolución automovilística en ciernes

El vehículo eléctrico, híbrido o puro, provocará una revolución industrial y energética en el mundo en las próximas décadas, golpeando en especial a los combustibles líquidos. Pero el etanol vegetal sobrevivirá y crecerá, afirman expertos brasileños consultados para este artículo.

Prototipos eléctricos desarrollados en Brasil Crédito: Alexandre Marchetti, gentileza Itaipú Binacional
Prototipos eléctricos desarrollados en Brasil Crédito: Alexandre Marchetti, gentileza Itaipú Binacional

La actual industria automovilística «estará sepultada dentro de 15 años» si la producción china de vehículos eléctricos cumple sus metas, estima el economista Gustavo dos Santos, del estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social.

En consecuencia, la expansión del etanol (más limpio que la gasolina) será menor que la esperada por el gobierno brasileño y se interrumpirá hacia 2020, prevé Santos.

La ensambladora privada china BYD (Build Your Dreams o construye tus sueños), que empezó como una fábrica de baterías, espera vender 700.000 automóviles eléctricos en 2010 y tiene como meta elevar su producción anual a ocho millones de unidades en 2025, la mitad para exportación, ejemplificó Santos a este reportero.

Además, el gobierno chino decidió convertir a ese país en una potencia automovilística y subsidia la venta de vehículos eléctricos o híbridos, que combinan batería y motor de combustión.
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El avance de estos nuevos automóviles, de mayor eficiencia energética que los de combustión, fue bloqueado desde su nacimiento por el gran poder político de las petroleras, recordó Santos. Incluso el sector automotor se resiste a los cambios porque significan la pérdida de toda una estructura implantada durante más de un siglo.

Pero ahora la amenaza del cambio climático tiende a hacer «inevitable» la revolución de la energía y de toda la cadena metalmecánica, con consecuencias en otras dos industrias centrales, la electro-electrónica y la química, y en el ordenamiento urbano, señaló el economista.

Los gases que emite el transporte automotor basado en derivados del petróleo, como la gasolina y el gasóleo, recalientan la atmósfera.

En el mundo estalló una carrera tecnológica que se refleja en los numerosos modelos eléctricos exhibidos en el 63 Salón del Automóvil de Frankfurt, que se celebra desde el 17 hasta el 27 de este mes, reiterando la tendencia de ferias similares. Prácticamente todas las grandes fabricantes los están produciendo.

Los gobiernos de países ricos subsidian en grande el desarrollo y la venta de estos vehículos. General Motors, salvada de la quiebra por intervención del gobierno estadounidense, espera recuperarse con su modelo Volt, un híbrido recargable que podrá recorrer 98 kilómetros con un litro de gasolina y estará a la venta en 2010.

China ayuda a desequilibrar el juego porque «no tiene compromisos con la industria petrolera ni con la vieja industria automovilística», observó Santos en un artículo publicado en la edición junio-julio de la revista Costo Brasil.

El objetivo chino de popularizar el automóvil en ese país, necesario para sostener el crecimiento económico actual, es imposible con el petróleo por la insuficiencia de la oferta mundial, alegó Santos.

Las baterías, aún muy grandes y costosas, requieren muchas horas de recarga para recorridos limitados, y siguen siendo el talón de Aquiles del vehículo eléctrico. Pero su adecuación es sólo cuestión de tiempo, porque se le han destinado grandes inversiones de las industrias automovilística, informática y de telefonía celular.

Santos cree que el futuro depende «más de las disputas políticas que de factores técnicos». Además de las presiones de toda la cadena metalmecánica y de las petroleras, Estados Unidos, Europa y Japón tratarán de impedir que China se convierta en una potencia automovilística, arguye, y no hay que descartar una reacción proteccionista que podría sumir al mundo en otra recesión económica.

El vehículo eléctrico puede promover una revolución tecnológica que impulsaría las inversiones, sosteniendo un crecimiento ambientalmente sano, al «destruir buena parte de la capacidad productiva mundial», razona el economista.

A partir de una fuerte reducción del consumo, el precio del petróleo empezaría a caer dentro de unos 10 años. En consecuencia, Brasil tiene poco tiempo para aprovechar las gigantescas reservas que descubrió en 2007 bajo una capa de sal en aguas profundas del océano Atlántico, según Santos.

Paulo Cesar Lima, asesor de la Cámara de Diputados especializado en temas energéticos, coincide con Santos.

Basándose en previsiones del sector, según las cuales 30 por ciento de los vehículos que se fabriquen en 2030 serán eléctricos, Lima advierte que la extracción de los yacimientos «presal» podría resultar inviable en cuatro décadas por el bajo precio que tendría entonces el crudo.

Descubierto a unos 7.000 metros de profundidad, el crudo brasileño tendrá costos muy elevados de producción, cercanos a 40 dólares por barril de 159 litros, según autoridades energéticas.

El «factor determinante», para Lima, será la cuestión ambiental que forzará la vigencia del vehículo eléctrico. Éste, a su vez, «puede afectar el mercado del etanol» y su pasaje a la categoría de «commodity», es decir mercancía de libre comercialización, estima.

Pero la revolución eléctrica no impedirá la supervivencia y expansión del etanol, pues reduce la emisión de gases de efecto invernadero, agrega Lima.

El etanol brasileño de caña de azúcar es reconocido por sus beneficios ambientales, a diferencia del obtenido de maíz y otras materias primas agrícolas en Estados Unidos y Europa. Pero enfrenta críticas por las condiciones laborales penosas de los cañaverales y por desplazar cultivos de alimentos.

La sustitución del combustible líquido «será un proceso lento», y por mucho tiempo predominará el vehículo híbrido, que emplea un motor a combustión para generar la electricidad propulsora, prevé Pietro Erber, presidente de la Asociación Brasileña del Vehículo Eléctrico.

Para el híbrido, el etanol ofrece ventajas respecto de los derivados del crudo, especialmente del gasóleo, que es importado por Brasil para abastecer camiones y autobuses, evalúa Erber. Esa ventaja puede ampliarse si se grava el petróleo para desalentar su consumo y en beneficio del clima, acota.

El crudo perderá mercado, pero no el etanol, pues es un combustible «más homogéneo» y por eso se mezcla con la gasolina para mejorar el desempeño y reducir la contaminación, asegura Jayme Buarque de Hollanda, director del no gubernamental Instituto Nacional de Eficiencia Energética.

Además, no se trata solo del etanol, sino de la biomasa como fuente de energía renovable y menos contaminante. A partir de la caña también se genera electricidad, con el bagazo, además de la producción de azúcar y de la vinaza fertilizante, destaca Buarque.

El uso diversificado de la biomasa es una vocación de este país, que tiene agua, sol y tierra abundantes. Hay por delante un amplio futuro de investigación y desarrollo para sustituir buena parte de los «3.000 productos del petróleo», añade Fernando Siqueira, presidente de la Asociación de Ingenieros de Petrobras, la empresa petrolera capitales mixtos.

Para ese futuro, Brasil debería invertir en células de combustible, destinadas a sustituir a las baterías, según Santos. Este dispositivo electroquímico convierte la energía del combustible en electricidad con mayor eficiencia que la batería y daría al etanol viabilidad a largo plazo, ante la muerte anunciada del motor a explosión.

Para el economista, el actual cambio de paradigma, al reducir obstáculos propicia una singular oportunidad para que Brasil cree, como China, una industria automovilística nacional de vehículos eléctricos con marca propia. Dispone para ello de enormes recursos energéticos y de capacidad tecnológica, concluyó.

* Este artículo es parte de una serie producida por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales) para la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible (http://www.complusalliance.org). Publicado originalmente el 19 de septiembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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