AMBIENTE: La moda se enamora de la ecología

Jóvenes diseñadores chilenos se vuelcan al reciclaje, las fibras naturales y el trabajo con sectores vulnerables para confeccionar ropa y accesorios, en una apuesta no exenta de tensiones.

«Hay muchos estudiantes de diseño haciendo cosas, pero existen pocos espacios donde mostrar y vender esos productos», señaló Josefina Heiremans, socia de la agencia de gestión de diseño MH Design & Networking, representante en Chile de la marca italiana Remade (Rehecho).

La convocatoria anual que realiza MH Design & Networking desde 2007 dio cierta visibilidad a diseñadores con propuestas sustentables. Pero aún son pocos los que se atreven a formar empresas de cierta escala, puesto que el mercado local es muy pequeño.

La empresa Modulab, creada por el matrimonio de diseñadores industriales Felipe Ferrer y Pamela Castro, se dio a conocer en 2006 con bolsos, gorros y botas fabricadas con lonas de policloruro de vinilo (PVC) impresas con publicidad de la industria cinematográfica.

Inspirada en el trabajo de la empresa suiza Freitag, Modulab se asoció a las distribuidoras de cine para hacerse cargo de los paneles que desechaban. Luego empezó a confeccionar carteras, cinturones y otros accesorios con caucho reciclado de neumáticos en desuso. Y ahora experimenta con materiales plásticos.
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Sus creadores trabajan a pedido, distribuyen en pequeñas tiendas y han exportado a Estados Unidos, Holanda, Gran Bretaña y Japón. «Generamos negocios inclusivos desde el diseño y el reciclaje», definió Ferrer, ya que todos los productos son elaborados por personas de escasos recursos, a las que «se les paga muy bien y a tiempo».

Otra empresa de diseño que ha llamado la atención es Duotipo. Sus responsables reciclan y transforman en botones las piezas centrales de los disquetes de 1,44 megabytes. Hasta ahora han producido varios cientos de botones rojos, azules y amarillos que venden en tiendas.

La elección de los disquetes derivó del «análisis de productos obsoletos que no estaban siendo utilizados en las casas, que habían sido reemplazados por otros de mejor desempeño y que estaban siendo acumulados», comentó Francisco Véliz, de Duotipo.

«Nuestra premisa fundamental era generar productos de consumo masivo», sostuvo.

La artista visual Consuelo Riedel confecciona accesorios con materiales que desecha la industria textil y la diseñadora Paula Vidal hace chaquetas con fieltro industrial reutilizado.

Bajo la marca Mantis, Alexandra Guerrero y Ricardo Cheuquiante confeccionan gorros, vestidos, boleros (toreras) y mantas con los filtros de las colillas de cigarros.

Primero separan el filtro del papel y luego les eliminan las sustancias tóxicas, como nicotina y alquitrán, en una autoclave a vapor, presión y alta temperatura. La fibra purificada es desenredada y teñida para ser mezclada con lana de oveja. Con el ovillo final, que contiene cerca de 10 por ciento de colillas, las prendas son tejidas a mano.

A la estudiante Camila Labra se le ocurrió fabricar coloridas botas femeninas con bolsas plásticas y, a Betzabé Ortiz, pendientes y collares con restos de botellas de tereftalato de polietileno (PET). Otro grupo teje boleros y cinturones con cintas de casetes.

Giovana Altamirano fabrica carteras, cinturones y otros accesorios con tiras dobladas de radiografías médicas y Pamela Jerez creó joyas a partir de corchos en desuso.

Pese a su atractivo, la conjunción moda-ecología no está exenta de tensiones y contradicciones, más o menos expuestas por las fuentes entrevistadas. ¿Confeccionar y vender nuevos productos es más o menos contaminante que dejar en la basura los desechos que les dan vida? ¿Qué magnitud de residuos se reutilizan?

Algunos diseñadores consideran que es mínimo el aporte que puede hacer la moda de autor al ambientalismo, por lo que se requieren alianzas con empresas.

«Los 3.000 bolsos que vendí a Londres para una Navidad no son una diferencia muy sustancial para el ambiente. Evitamos que muchos metros cuadrados de PVC fueran a la basura y se generó trabajo local. Pero ahora buscamos aliarnos con la empresa y tratar de generar pequeñas diferencias en productos de tirada masiva», planteó Ferrer, de Modulab.

Ellos han optado «por trabajar con los desechos de las empresas para que vuelvan a entrar a ellas» en la forma de regalos corporativos, por ejemplo.

Ése también es el enfoque de Remade, creado por el gobierno de la norteña región italiana de Lombardía para estimular a las empresas en la generación de nuevos productos a partir de sus desechos, con el fin de cumplir la estricta legislación europea en materia de reciclaje. El proyecto se ha replicado en Portugal, Argentina y Chile.

Pero tanto Ferrer como Heiremans, de Remade, cuestionan la pobre normativa chilena en materia de reciclaje.

Para la diseñadora argentina Laura Novik, analista de tendencias de moda y fundadora y directora de Raíz Diseño, lo sustentable no sólo es sinónimo de reutilización y reciclaje.

«También es sustentable permitir que en tu producto trabajen comunidades emergentes, y lograr que tu producto permita que determinadas tradiciones artesanas pervivan en este mundo contemporáneo. Todo eso es sustentabilidad: cultural, social, ambiental», dijo Novik, que vive en Chile hace seis años..

En este marco, se destaca el trabajo de los diseñadores Martín Churba y Alejandro Sarmiento (Argentina), Ronaldo Fraga (Brasil), Ana Livni y Fernando Escuder (Uruguay), Juana Díaz (Chile), entre muchos otros, y de tiendas independientes que difunden el «diseño consciente» y la «slow fashion» (moda lenta).

En 2008, Raíz Diseño organizó en Santiago una feria internacional de ecodiseño, replicada el 17 y 18 de este mes bajo el lema «Vida Simple».

Este año, Novik convocó especialmente a diseñadores que utilizan fibras naturales y dan trabajo a artesanos e indígenas, como las chilenas Andrea Onetto, María Paz Valdivieso y María Inés Solimano, considerando que 2009 fue elegido por la Organización de las Naciones Unidas como el Año Internacional de las Fibras Naturales.

En el ámbito del rescate de las tradiciones también hay controversia. Por ejemplo, algunos diseñadores «puristas» defienden la conservación fiel de las prácticas indígenas, aunque no sean sustentables. El trato justo con las comunidades empleadas como mano de obra es otro tema en constante debate.

«Si la sustentabilidad es una puerta tan estrecha a la que pueden entrar unos pocos elegidos, nunca vamos a cambiar nada», planteó Novik. «El diseño es una herramienta muy poderosa que puede transformar conciencias», agregó.

«La idea es abrir muchas puertas desde distintos lugares: desde el que trabaja con fibras naturales al que trabaja reciclando. Pero también desde el que se permite tomar Coca-Cola además de reciclar», concluyó.

* Este artículo es parte de una serie producida por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales) para la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible (http://www.complusalliance.org). Publicado originalmente el 17 de octubre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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