PAKISTÁN: Lahore amedrentada

Esta oriental ciudad de Pakistán se encuentra desde el mes pasado sometida a una constante tensión, a causa de una serie de ataques terroristas.

Policías vigilan oficina de gobierno. Crédito: Irfan Ahmed/IPS
Policías vigilan oficina de gobierno. Crédito: Irfan Ahmed/IPS
El lunes, dos atacantes suicidas perpetraron un atentado con bomba contra un puesto de control de la policía en esta ciudad, ubicada en la provincia de Punjab, dejando un muerto y 25 personas heridas.

Horas antes, otro atentado en la ciudad de Rawalpindi, cerca de la capital, Islamabad, había dejado un saldo de 34 muertos y más de 20 heridos.

La semana pasada, Lahore recibió la visita la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton, en la que fustigó duramente al gobierno de Pakistán por permitir a la red radical islámica Al Qaeda, liderada por Osama bin Laden, operar desde escondites secretos en la frontera con Afganistán.

"Al Qaeda ha encontrado refugio en Pakistán desde 2002. Me es difícil creer que nadie en su gobierno sepa dónde están, y que no puedan arrestarlos si realmente quieren", dijo en conferencia de prensa.
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El 15 de octubre, atacantes suicidas habían perpetrado otros dos atentados contra centros de entrenamiento policial y una oficina de la Agencia Federal de Investigaciones en Lahore, dejando 17 muertos y 22 heridos.

Desde entonces, esta ciudad se ha convertido en un virtual campo de batalla, rodeado por uniformados vigilando en piquetes, carreteras, oficinas de gobierno, comercios y escuelas.

Los mercados, los puestos de venta de alimentos y los parques recreativos, que una vez marcaban la vida en Lahore, ahora están desiertos.

Los habitantes de la ciudad son conocidos por su capacidad de recuperación ante las dificultades, pero esta vez la situación es totalmente diferente. El miedo está en todas partes, y especialmente marcado en los rostros: las sonrisas han desaparecido.

Sheikh Mushtaq, vendedor de granos en Akbari Mandi, el mayor mercado de alimentos de la ciudad, dijo a IPS que lo que preocupa a todos es que los terroristas comiencen a atacar objetivos civiles "Han atacado una universidad y un concurrido mercado en otras partes del país. Podrían repetir esto en Lahore", dijo.

Mushtaq añadió que la actividad de negocios redujo casi a la mitad en el último mes. La gente tiene miedo de ir al mercado, y aun cuando lo quisieran, tienen prohibido estacionar sus vehículos cerca.

La situación es la misma en todos los mercados de la densamente poblada Ciudad Amurallada, también llamada Vieja Lahore.

Nadeem Aslam, propietario de un apartamento en el barrio de Iqbal Town, dejó definitivamente de ir el mercado. "Ahora hago los pedidos por teléfono y me los traen a mi casa", dijo a IPS. "Me cuesta más, y a veces la calidad no es la misma, pero no hay nada más preciado que mi vida", añadió.

La última ola de ataques terroristas en Lahore se desató tras una calma de casi cuatro meses y medio. El mayor atentado antes del ocurrido el 15 de octubre se había registrado el 26 de mayo, contra las oficinas de los servicios de inteligencia pakistaníes, con un saldo de más de 20 muertos y por lo menos 100 heridos.

Los más populares sitios para comer también muestran la crítica situación de la ciudad. Hace un mes se formaban largas filas para poder encontrar una mesa. "Ahora nos quedamos en el medio de la calle invitando a cada uno de los que pasan para que entren a nuestro negocio", dijo Mukhtar Ahmed, camarero de un puesto de venta de pescado frito en el barrio de Baghbanpura.

Algunos entran, pero no por mucho tiempo. "Rápidamente devoran su comida y se van", contó a IPS, señalando que, en otra época, se quedaban durante horas y se divertían. "Hoy la risa no está. Todos están tensos".

Según Ahmed, cada vez que el miedo amaina, algún incidente ocurre en alguna parte del país y crea pánico entre las masas. Las imágenes de las explosiones y del daño transmitidas por televisión en tiempo real ayudan a propagar el temor en la población.

Los habitantes de Lahore están ahora acostumbrados a ver sitios de construcción en todas partes cuando se dirigen a sus trabajos. En torno a oficinas de gobierno, escuelas públicas o privadas, mercados y hoteles de lujo se están edificando murallas, vallados y búnkers.

"Se hizo obligatorio para los edificios privados, incluyendo escuelas, instalar puertas de vigilancia y circuitos cerrados de cámaras, contratar guardias privados de seguridad, edificar vallados y equiparlos con equipos detectores de metales", informó Babar Ali, inspector de la policía de Punjab.

A todos los ciudadanos se les ha pedido que lleven identificaciones válidas, porque se las puede solicitar en cualquier momento. Además, señaló Ali, se exhorta al público en general estar atento a ver personas sospechosas en los barrios e informar a la policía sin demora.

Las fuerzas de seguridad en Lahore sospechan que terroristas podrían tomar a escolares como rehenes para demandar la liberación de sus cómplices. Esto llevó al gobierno provincial a incrementar la seguridad en los centros de estudios públicos y exigir a los privados que hagan lo propio.

El presidente de la Asociación de Todos los Propietarios de Escuelas Privadas de Pakistán, Kashif Mirza, consideró inadecuado que el gobierno exigiera medidas tan estrictas. Pocas escuelas pueden afrontar por sí solas los costos sin apoyo de los padres, dijo a IPS.

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