INDIA: Industria del hierro contamina a gran escala

Gundicha Rout, un aparcero indio de 65 años, va hasta el abrevadero de piedra del fondo de su casa al amanecer para lavarse la cara y prepararse para pelar granos de arroz. Pero el agua tiene una fina capa aceitosa, y al beberla siente el conocido gusto amargo del metal.

Anciano aparcero indio Gundicha Rout, de 65 años, delante de su cosecha contaminada. Crédito: Manipadma Jena/IPS.
Anciano aparcero indio Gundicha Rout, de 65 años, delante de su cosecha contaminada. Crédito: Manipadma Jena/IPS.
Los habitantes del caserío de Patharakata, en el pueblo de Rampei, sufren esa situación desde hace tres años, cuando se instaló la fábrica de hierro esponja Maheshwary Ispat.

El pueblo se encuentra en el distrito de Cuttack, en el oriental estado de Orissa, parte de la zona rica en minerales del este de India.

Es poco lo que Rout, que comparte los rendimientos de lo que cultiva con otros agricultores, puede hacer al respecto, sólo participar en manifestaciones frente a la fábrica. La séptima se llevó a cabo en enero, sin éxito.

India es el mayor productor de hierro esponja, materia prima extraída del mineral de hierro, que se emplea para obtener acero.
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Este país produjo una cantidad sin precedentes de 20 millones de toneladas en el periodo 2008-2009, comparado con el millón producido en 1988, debido al aumento exponencial de la demanda de acero para construir viviendas e infraestructura en la pasada década.

Se estima que la producción aumentará a 110 millones de toneladas en 2020, según la Política Nacional de Acero de India, elaborada en 2005.

Pero el proceso de obtención del hierro esponja libera diversos componentes tóxicos al aire y al agua, y por eso protestan las comunidades vecinas a las fábricas, que soportan la contaminación del aire y el daño al ambiente.

El hierro esponja surgió como alternativa más viable al coque, la materia prima del tradicional método de producción de acero, desde que su suministro no es más sostenible.

El hierro esponja se obtiene mediante la reducción directa del hierro, que consiste en extraer el oxígeno presente en el mineral con carbón o gas, pero sin necesidad de horno, como se hacía antes. Es un procedimiento rápido, de bajo costo y muy lucrativo.

Desde mediados de 2000 se multiplicaron las pequeñas y medianas fábricas de hierro esponja en las zonas ricas en hierro y carbón. Los estados de Orissa, Chhattisgarh, Jharkhand y Bengala Occidental se convirtieron en centros de producción.

Pero las zonas ricas en mineral también son áreas boscosas donde viven tribus y comunidades selváticas marginadas que dependen de la naturaleza para sobrevivir.

La industria del carbón es muy contaminante. Para producir 100 toneladas de hierro esponja en condiciones ideales se necesitan 154 toneladas de mineral de hierro, con una concentración de hierro de más de 65 por ciento, y 120 toneladas de carbón, con 35 por ciento de cenizas.

"Pero las compañías mineras suelen vender el mejor carbón y le dan a la industria local el que tiene 50 por ciento de cenizas. Suelen mezclarle hasta piedras para aumentar su peso, lo que eleva la necesidad de materia prima de 174 a 370 toneladas para producir la misma cantidad", explicó Akhila Kumar Swar, ingeniero de la estatal Junta de Control de Contaminación del Estado de Orissa.

Si un horno de 100 toneladas tratadas por día puede generar 17.500 kilogramos diarios de cenizas, con materia prima de peor calidad genera 23.000 kilogramos o más.

Con un precipitador electroestático, principal dispositivo para controlar la contaminación del aire, las emisiones de residuos bajan mucho. Pero las comunidades afectadas sostienen que las fábricas los apagan de noche para ahorrar energía.

El viento deposita el humo con finas partículas que sale de las chimeneas de las fábricas en todas las superficies, el agua, los abrevaderos, los pozos, los estanques, las plantas y en la comida, incluso en la ropa tendida que se seca al sol.

La gente de comunidades que están en un radio de entre cuatro y cinco kilómetros de las fábricas suele sufrir tuberculosis, alergia al polvo, tos seca, irritación de garganta, bronquitis crónica e inflamación ocular.

Los óxidos de azufre, el nitrógeno y los hidrocarburos, los mismos que crean la capa oleaginosa en el abrevadero de Rout, son causantes de la contaminación ambiental.

Metales pesados tóxicos como el cromo, el cadmio y el níquel son agentes cancerígenos, cuyos efectos se manifiestan tras varios años de exposición, según un estudio realizado en 2009 por la organización no gubernamental Basundhara, con sede en Orissa.

"¿Tiene que venir acá a instalarse una fábrica contaminante?", preguntó furioso Prashant Sarangi, director de la escuela pública Radhanath Vidyapith, en Khuntuni, a dos kilómetros de Maheshwary Ispat.

Camiones cargados de minerales pasan por la escuela al menos 200 veces al día y siempre dejan nubes negras. La fábrica no pavimentó el corto trayecto que conduce de la carretera hasta sus instalaciones ni rocía el camino con agua a intervalos regulares, como es su deber hacerlo.

La aparcera Suta Behera, de Rampei, señaló que el arroz que cultiva en los campos contaminados se puso marrón y es tan duro que no se ablanda ni tras cuatro horas de cocción.

A nadie le gusta comprar ese arroz, lo que obliga a los propios productores a comérselo. El alimento les aporta 80 por ciento de sus necesidades nutricionales.

La contaminación es mucho peor en polos industriales como los de los distritos de Sundargarh y Keonjhar, en Orissa.

Además de los arrozales, los árboles frutales como el mango, el limón y la papaya quedan cubiertos de cenizas y polvo de carbón durante meses, salvo cuando llueve.

"Tras un periodo prolongado, las plantas y las frutas quedan raquíticas. El consumo de pasto y hojas contaminadas también hace que el ganado produzca menos leche", reza una carta de protesta presentada por la sociedad civil a la Célula de Quejas de la Junta de Control de Contaminación del Estado de Orissa.

Chhattisgarh, al oeste de Orissa, cuenta con yacimientos de más de 41.000 millones de toneladas de carbón, que atrajeron masivamente a los fabricantes de hierro esponja. Muchos de ellos ejercen presiones políticas para eludir las normas de control de la contaminación, según miembros del "panchayat" (unidad administrativa de cada aldea).

En Siltara, a 10 kilómetros de Raipur, capital de ese estado, hay un polo industrial con más de 30 fábricas de hierro esponja, pese a que la legislación vigente prohíbe que se construyan a menos de cinco kilómetros de distancia entre sí y a uno de las zonas residenciales.

Pocas cumplen con la norma de dejar una franja verde de entre 15 y 30 metros alrededor de sus instalaciones.

Los manifestantes llegan hasta las puertas de las fábricas y gritan: "¡queremos comida, no hierro!".

En Jharkhand, otro estado con una fuerte estructura tribal y donde la población está muy nerviosa por la contaminación, dos hombres de unos 30 años, Meghnath y Biju Toppo, comenzaron a registrar en vídeo pruebas del daño al ambiente, el malestar de la gente y la impotencia de las madres angustiadas cuyos hijos sufren las consecuencias del problema.

También aparecen ancianos que arguyen que el crecimiento industrial no puede ir en detrimento de las vidas humanas, el ambiente, la agricultura y el ganado.

El trabajo se convirtió en un filme documental de 43 minutos llamado "Loha Garam Hai" (Golpea cuando el hierro está caliente), que ganó el premio a Mejor Película Ambiental en 2009, otorgado por la Asociación India de Productores Documentales de Mumbai.

En respuesta a la presión de la sociedad civil, los gobiernos estaduales se limitan al control de daños e insisten en que las fábricas más grandes construyan centrales eléctricas empleando sus propios residuos sólidos mezclados con carbón como materia prima.

Unas pocas fábricas utilizan el polvo de las chimeneas para fabricar ladrillos y briquetas, que usan como combustible o que arrojan en rellenos sanitarios en zonas bajas.

El gobierno de Orissa diseña un programa de desarrollo de polos industriales, con ayuda de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi) para mejorar la productividad, reducir las emisiones contaminantes y vincular las actividades con el Mecanismo de Desarrollo Limpio, instrumento del Protocolo de Kyoto de lucha contra el cambio climático.

Esta iniciativa prevé que los países industrializados comprometidos a bajar sus emisiones contaminantes puedan invertir en proyectos para reducir los gases de efecto invernadero en las naciones pobres, como forma de compensar lo que no disminuyen en sus territorios.

Para muchos, es tan mala la situación, que sólo puede mejorar. "¿Pero en cuánto tiempo?", se pregunta Sarangi, el director de escuela.

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