EL NEOCOLONIALISMO CHINO

El 1º de enero de 2010 entró en vigor CAFTA, el Área de Libre Comercio entre China y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Pregonada como la mayor área de libre comercio del mundo, CAFTA abarca 1.700 millones de consumidores, un producto doméstico bruto de 5,9 billones de dólares y un intercambio comercial de 1,3 billones de dólares.

Bajo este acuerdo el comercio entre China y seis países de la Asean, incluyendo a Brunei, Indonesia, Malasia, Filipinas , Tailandia y Singapur, queda libre de impuestos para más de 7.000 productos. Para el 2015 los más recientes miembros de la ASEAN –Vietnam, Laos, Camboya y Birmania, se unirán también a este régimen de cero-aranceles.

Las fábricas de propaganda, especialmente en Pekín, proclaman que CAFTA está trayendo “mutuos beneficios” a China y a ASEAN. La realidad es que la mayor parte de las ventajas probablemente irán a China.

A primera vista parecería que la relación bilateral ha sido positiva. Después de todo, la demanda de una economía china creciendo a un ritmo vertiginoso fue un factor clave en el crecimiento del Sudeste asiático, reanudado alrededor del 2003, después del retroceso que siguió a la crisis financiera asiática de 1997/98.

Durante la actual recesión internacional, los gobiernos de la ASEAN cuentan con China –cuyo PIB del cuarto trimestre de 2009 subió un 10,7% con respecto al mismo período del año anterior- para que los saque del estancamiento.

Sin embargo, la perspectiva no es la de que una locomotora china empuje a sus asociados por una vía rápida hacia el nirvana económico.

La devaluación del yuan dispuesta por China en 1994 tuvo el efecto de llevarle algunas inversiones directas extranjeras (FDI) en detrimento del Sudeste asiático. La tendencia de la ASEAN a perder terreno con respecto a China se aceleró después de la crisis de 1997. Las FDI en ASEAN, que alcanzaban un 30% de todas las inversiones en Asia en desarrollo a mediados de los años 90, bajaron al 10% a mediados en el 2000. La declinación continuó en el resto de la década.

El comercio es otra, quizás mayor, área de preocupación. El masivo contrabando desde China ha distorsionado prácticamente a todas las economías de la ASEAN. Por ejemplo, con alrededor del 70-80 % de los comercios que venden zapatos chinos de contrabando, la industria vietnamita del calzado la está pasando mal. Ahora se teme que la CAFTA simplemente legalice el contrabando y empeore los ya negativos efectos de las importaciones de China en la industria y la agricultura de ASEAN.

El objetivo de la estrategia de Pekín, según el economista chino Angang Hu, es insertar a China en la economía global como el “centro de la industria mundial». En este designio el Sudeste de Asia, que absorbe sólo alrededor del 8% de las exportaciones de China, es visto con tremendo potencial para importar más bienes chinos. La estrategia de China es descripta por Hu como un “modelo semiabierto”, o sea “abierto o con libre comercio en el sector exportador y proteccionista en el sector importador.”

Es menos claro de qué modo se beneficiará la ASEAN de su relación con China.

Ciertamente, los beneficios no vendrán del lado del sector industrial, en el que China tiene salarios más bajos que los de sus vecinos.

En cuanto a la agricultura, China es supercompetitiva en una vasta gama de productos, desde aquellos de clima templado hasta los de zonas semitropicales, así como en la agroindustria.

Además, incluso si con el tratado de libre comercio con China la ASEAN fuera a adquirir competitividad en algunas áreas manufactureras, agrícolas y de servicios, es altamente dudoso que China deje de lado lo que Hu llama su “semiabierto” modelo de comercio internacional.

¿Y con las materias primas? Si, por supuesto, Indonesia y Malasia tienen petróleo, un producto escaso en China, Malasia tiene caucho y estaño y Filipinas tiene aceite de palma y metales.

Pero una segunda mirada hace que uno se pregunte si la relación con China no está reproduciendo la vieja división del trabajo de tipo colonial, en la cual los recursos naturales con bajo valor agregado y los productos agrícolas eran enviados a los países centrales mientras que las economías del Sudeste asiático absorbían manufacturas con alto valor agregado provenientes de Europa y Estados Unidos.

Esas tendencias probablemente se acelerarán con el CAFTA, con una diferencia: China vencerá a sus vecinos miembros de ASEAN en cuanto a conseguir el control del mercado doméstico.

En resumidas cuentas, el acuerdo comercial probablemente será desventajoso para ASEAN. Incluso con las exenciones temporarias para la protección de algunos sectores la ASEAN se verá arrinconada en un proceso en el cual la única dirección será la de bajar las barreras para los supercompetitivos bienes industriales y agrícolas chinos. (FIN/COPYRIGHT IPS)

(*) Walden Bello, diputado filipino por el Partido de Acción Ciudadana (Akbayan) y analista de Focus on the Global South.

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