EDUCACIÓN-EEUU: La ciencia sale a la calle

Ochenta estudiantes, divididos en varios grupos y munidos de sus cuadernos, recorren los barrios de esta ciudad estadounidense para investigar los productos que pueblan mercados y tiendas.

Estudiantes como Vivienne Cain, quien participa en el proyecto Nutrición y Vida Saludable de la Harlem Children Society (HCS, Sociedad de Niños de Harlem), analizan el costo, el aspecto y el tamaño de frutas y verduras, así como su disponibilidad.

El objetivo es establecer un correlato de estas diferencias con la demografía y estatus socioeconómico del vecindario, así como con enfermedades vinculadas a la mala alimentación.

Los adolescentes descubrieron que el barrio con productos de peor calidad era Washington Heights, en Manhattan, donde vive una gran comunidad de inmigrantes latinoamericanos, generalmente con poca educación formal.

Fusionando su pasión por la sociología y la antropología, Cain espera que los estudiantes puedan aplicar los datos que recabaron para examinar áreas particulares donde la obesidad es rampante. Se considera que uno de cada tres ciudadanos de Estados Unidos es obeso.
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"Ojalá podamos crear conciencia sobre la obesidad donde faltan valores nutricionales", dijo Cain a IPS.

Mientras, en Tanzania, un proyecto similar de la HCS hace que las estudiantes de Dar es Salaam aprendan a cultivar hongos comestibles en sus aldeas, en el entendido de que estos pueden ayudar a estimular la economía local.

Otros estudiantes participan en temas sociales que afectan directamente a sus comunidades. Por ejemplo, el VIH/sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), el alcoholismo y la agricultura.

Estos niños, que proceden de hogares de contextos críticos y escuelas secundarias pobres, ahora corren con ventaja, al involucrarse en proyectos de investigación dirigidos por científicos, ingenieros y matemáticos de renombre en todo el mundo.

La mayoría de los beneficiarios de los programas, que incluyen becas en Estados Unidos, son negros (40 por ciento) y de origen latinoamericano (26 por ciento), pero también hay iniciativas en las que participan indígenas estadounidenses (16 por ciento).

HCS es un programa sin fines de lucro que busca estimular el talento de los aspirantes a científicos, brindando a los estudiantes la inusual oportunidad de adquirir experiencia práctica.

Este terreno de capacitación para futuros Einsteins y Marie Curies debe sus humildes inicios a Sat Bhattacharya, un geneticista molecular e investigador del cáncer que tuvo una visión simple pero innovadora, y comenzó apadrinando a tres estudiantes.

El proyecto piloto empezó en Nueva York y se multiplicó hasta abarcar a más de 750 estudiantes. Ahora el programa está operativo en 12 países e incluye a los cinco continentes. De sus estudiantes, 350 son de países como México, Honduras, Etiopía, India y Malasia.

"Inicialmente pensé en llegar a la población del barrio, y en particular a la de menos recursos", dijo Bhattacharya a IPS.

"Pero el concepto creció y ahora es una enorme organización en sí misma", agregó.

Shaveene, uno de sus primeros alumnos, actualmente estudia enfermería en la Universidad de Columbia. Y continúa soñando a lo grande: planea crear un entorno universitario que actúe como sistema de apoyo para los estudiantes de HCS que ingresan en esa etapa educativa.

"Hay una elevada deserción, especialmente entre los latinoamericanos, negros e indígenas, que llegó a 60 por ciento en los primeros tres años", dijo Shaveene a IPS.

Bhattacharya imagina un espacio donde los estudiantes puedan continuar teniendo acceso a prácticas de investigación, y espera extender el alcance del programa a otros miembros de la comunidad y a sus padres.

El mensaje se difundió a lo largo de los corredores escolares del Bronx, Manhattan, Queens y Brooklyn, donde los maestros o bien nombraron o bien recomendaron a estudiantes que mostraban inclinaciones científicas.

Elena Feldman, quien cursa el tercer año de la enseñanza secundaria, lleva en sus genes la curiosidad por la ciencia.

Supo que el programa existía a través de su hermano mayor. Esta iniciativa la ayudó a estar más cerca de cumplir su ambición: estudiar ingeniería mecánica en el Massachusetts Institute of Technology (MIT).

Codearse con prestigiosos científicos ha sido toda una experiencia para Feldman. Ella y su compañero exhibieron su proyecto y ganaron un premio en Sigma Xi, una sociedad dedicada a la investigación que se reúne anualmente para discutir nuevos avances en materia de ciencia y tecnología.

El biólogo molecular Sidney Altman, premio Nobel de Química 1989 que estudió el ARN (ácido ribonucleico), habló la semana pasada con los estudiantes en una ceremonia de celebración del programa.

"Nunca abandonen el hábito de formular preguntas… No hay preguntas tontas", enfatizó Altman.

HCS busca aplicar una perspectiva comunitaria. Rani Roy, coordinador del proyecto sobre nutrición, explicó a IPS que "la conciencia y la educación nutricional deberían afectar primero a sus familias inmediatas, y luego a las comunidades (que participan en) la feria de ciencias".

Cada septiembre, las calles de Harlem se llenan de los proyectos de la feria y el festival de ciencias, donde las familias y los miembros de la comunidad pueden comprometerse con las obras de los estudiantes.

"Vienen incluso profesores universitarios, que pueden interesarse en una y en su trabajo", explicó Feldman.

Para que el programa sea sostenible, Bhattacharya enfatizó que "los estudiantes deberían poder devolverlo a su comunidad".

"Lo más gratificante es ver que ya lo están haciendo", agregó.

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