ECONOMÍA-CHINA: Los peligros de pisar el acelerador

Mucho del crecimiento chino no resulta productivo y entraña «una enorme especulación que amplía la brecha entre ricos y pobres», señaló el economista liberal Wang Jianmao, de la Escuela Internacional de Negocios China-Europa, con sede en Shanghái.

Cifras color de rosa hacen que el país se vea tentado de postergar una reforma muy necesaria, dijo.

Además, el gobierno chino está "demasiado centrado en la velocidad", sostuvo.

"Pero así como un barco necesita reducir la velocidad para reparar sus motores, nuestra economía necesita reducir la velocidad si quiere abordar problemas estructurales que ponen en peligro el crecimiento futuro", agregó.

Hay diferentes motores económicos, como exportaciones, inversiones y consumo. "Sin embargo, el motor vital del consumo no está funcionando en China. Si retrasamos la reparación, los otros dos se detendrán al mismo tiempo. No hay un solo país que pueda sostener su crecimiento cuando su economía sigue creciendo con dos dígitos", opinó Wang.
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Entre 2004 y 2007, el producto interno bruto de China aumentó más de 10 por ciento anual, llegando en 2007 a 14,2 por ciento. Ese guarismo bajó a 9,6 y 9,1 por ciento en 2008 y 2009 respectivamente, pero Beijing espera volver a registros superiores a 10 a la brevedad posible.

"Eso sería muy peligroso. Ésa es la clase de crecimiento que se le pide prestado al futuro. Para desplegar nuestro potencial, necesitamos reformas institucionales que tendríamos que haber hecho hace tiempo", dijo Wang.

En un contexto de éxito, es fácil postergar medidas dolorosas. Este año, 54 empresas chinas se ganaron un lugar en la lista de las 500 compañías más grandes que elabora la revista estadounidense Fortune. Y tres firmas chinas se ubican entre las primeras 10.

"Eso no significa que sean productivas. Han tenido acceso a sumas ilimitadas de dinero barato. Les han cobrado intereses inferiores a la inflación. Siguen invirtiendo hasta exceder seriamente su capacidad, lo que tiene un efecto negativo tanto sobre los réditos como sobre los precios. En otras palabras, derrochan el dinero de la población", dijo Wang.

Obtener grandes ganancias sin brindar valor agregado ni creación de empleos es una mala estrategia para un país que necesita con urgencia que los consumidores gasten más, sostuvo.

"En vez de apoyar a las industrias intensivas en materia de capital, necesitamos pequeñas y medianas empresas, a fin de crear puestos laborales intensivos en materia de mano de obra", señaló.

"Tenemos el mayor mercado mundial de autos de lujo, pero al mismo tiempo tenemos demasiadas personas ganando apenas el salario mínimo", añadió.

Según estadísticas oficiales, el desempleo es de apenas cuatro por ciento. "No les crean. Cuentan solamente el desempleo formal y registrado en las ciudades. Los contratos a corto plazo en las áreas rurales se cuentan como pleno empleo. El desempleo es elevado, pero las empresas no pueden hallar suficiente cantidad de personas porque hay una gran disparidad entre la oferta y la demanda", dijo Wang.

Jan van der Putten, asesor holandés de empresas que quieren invertir en China, reconoce los problemas, pero piensa que es fácil culpar al gobierno.

"Ellos saben muy bien que el consumo tiene que crecer. Pero eso es muy difícil de implementar. El chino promedio gasta 30 por ciento de sus ingresos en alimentos. Eso es demasiado. Y es resultado del modelo de desarrollo que se eligió, centrado en el exterior en vez de en el interior", enfatizó.

Afortunadamente, los preparativos para el nuevo plan quinquenal (2011-2015) exigen centrarse en reformas estructurales, señaló el Banco Mundial en su Actualización Trimestral de China, publicada hace dos semanas.

"Cambiar el modelo de crecimiento es, con toda razón, un objetivo clave. El re-equilibrio no ocurrirá por sí solo: requerirá un significativo ajuste de políticas", planteó.

Pero, según Van der Putten, es muy difícil cambiar los patrones en China. "Hay tantas leyes y regulaciones que los líderes locales se sienten libres de elegir cuáles quieren implementar", dijo.

El mayor obstáculo a la muy necesaria transición es la enorme especulación, sostuvo Wang, quien otrora se desempeñó como experto en asuntos chinos en el Foro Económico Mundial.

"Vivir en la ciudad se ha vuelto prohibitivo para muchas personas. Los precios continúan aumentando, lo que conduce a una brecha sin precedentes entre ricos y pobres. Además, enlentece la urbanización, que es absolutamente necesaria para elevar el consumo. Ni siquiera se grava la plusvalía. ¡Y decimos que somos un país socialista!", expresó.

Wang dijo que a veces se siente un poco solo en su lucha por crear un impuesto de plusvalía. Y tiene más reformas en su lista de deseos. Una de las más importantes es librarse de la política del hijo único, que considera "absurda".

"La gente nunca gasta más y ahorra menos que cuando no puede tener más hijos para que los cuiden cuando sean viejos. El gobierno podría permitir que cada pareja tuviera dos hijos, o incluso tres si tanto el esposo como la esposa son hijos únicos. Eso es necesario, además, si queremos estar listos para cuando la fuerza laboral china se reduzca", señaló.

Según Van der Putten, el gobierno es muy consciente de esto. "Ya permitió tener un segundo hijo si ambos padres son hijos únicos. Hay un debate abierto sobre esta política. En una región acaban de iniciar un experimento por el cual se permite que la gente tenga un segundo hijo si uno de los cónyuges es hijo único", explicó.

Desde 2009, China es el líder mundial de las inversiones en energías limpias. Es el segundo país con mayor capacidad instalada —de 52,5 gigavatios— derivada de las energías renovables, informó este año el Pew Environment Group. Sus objetivos están entre los más ambiciosos del mundo.

"Sin embargo, el cuello de botella para la sustentabilidad es la innovación. Gastamos en innovación menos que otros países, y lo hacemos de modo poco efectivo, mediante empresas estatales", dijo Wang.

Él cree que los chinos conocen bien la importancia de no copiar el ejemplo de Estados Unidos. "Japón es nuestro punto de referencia: logró volverse muy eficiente en materia energética. Nuestros hábitos también son muy diferentes a los de los estadounidenses. Nosotros nunca comeremos tanta carne como ellos, por mencionar un ejemplo", destacó.

Wang teme a la carrera por los recursos que Beijing acomete en los países en desarrollo.

"China tiene que darse cuenta de que la extracción barata de recursos no es lo más inteligente que puede hacer. Debemos comprender que, si ayudamos a los países a industrializarse, ellos podrán comprar nuestros productos", planteó.

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